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Corriente

Rincones Insólitos: El Bardo del tuít

Aunque me divierte, tuíter no logra convencerme del todo, por la misma razón de exigencia y falta de tiempo que le achaco a féisbuc. Sin embargo, aparte del diálogo con algunos ilustres amigos de la granja (gracias al #cuentoalvapor), a veces es posible encontrar cosas interesantes.

Esta no la esperaba: Romeo y Julieta en tuíter. Una iniciativa (nada menos) de la Royal Shakespeare Company que, sin saberlo, le copia a cierta historia en capítulos de #sietepalabras, conocida por aquí hace algunos ayeres.

Shakespeare y @estradalberto: Bard Brothers.

Cosas veredes, @chanchopensante.

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#cuentosalvapor Borrones Joy-Joy Marranadas

Evan… ¿huh? – #cuentoalvapor

Cuando Sumiko se asomó a lo que quedaba de la calle, vio el único semáforo que quedaba en pie parpadeando en rojo.

El polvo de las construcciones caídas ocultaba la luz del sol, y le pareció muy raro que podía ver el disco completo sin necesidad de entornar los ojos. Era como el eclipse que le había tocado ver cuando niña.

Recordó fugazmente aquel lejano día de 1936 en el que gente de todos lados vino a presenciar tan impresionante evento. La tristeza la embargó, porque ahora Kitami, su querido pueblo estaba destruído completamente.

Como pudo, trató de incorporarse, pero estaba atrapada entre los escombros del patio de su casa.

“Al menos es madera” musitó.

En la lejanía, un chirriar metálico se anunciaba cada vez más cerca.

Y el retumbar.

La piel se le ponía de gallina de saberse tan minúscula y sin esperanzas ante aquella amenaza. Lo poco que había quedado en pie, se tambaleaba cada vez más.

TROOOOMMMM – SQUEEEEEK – TROOOOMMMM

Podía sentirlo.

Era el fin.

Pasó saliva y otra vez el recuerdo.

Minoru ofreciéndole el té en aquel bello atardecer de primavera. Justo ahí, donde ahora había ruinas y destrucción.

La fuente.

El puente.

“Minoru, falta poco para que nos veamos…”

SQUEEEEEK

Cuando reaccionó, lo tenia justo encima de ella.

Era un angel monumental.

Redondo.

Negro como la noche.

Otra vez el recuerdo. El señor Makita, su maestro de física hablando de la antimateria y los hoyos negros. De la nada. Ahora que la tenía enfrente, no sintió miedo; solamente paz.

Iba a entonar aquel canto sintoísta “cruzando el río” cuando el estrépito la volvió a la realidad.

Los restos de su casa, volaron arrastrados por el ímpetu endiablado del EVA tacleando al angel quienes en su desenfrenada carrera hicieron ahora un surco en lo que quedaba de su manzana.

Macabramente, Sumiko, tenía asiento de ring-side en este combate de sumo monumental.

El angel se incorporó de forma casi mágica volteando sus interiores hacia afuera y mutando entre chirridos y rasguños de metal.

El EVA empuñó su espada y esperó.

Pasaron diez, quince, cincuenta segundos y todo era silencio. El Angel se quedó inmovil y empezó a cambiar de color.

Sumiko sintió una estática muy fuerte que la hizo recordar a su abuelo; y sus relatos sobre la explosión en Nagasaki.

FFFFFFFFFFFFFTTTTTTTTTTTTTT

El aire se hacía cada vez más denso; Sumiko no podía respirar. La boca le sabía a metal.

FFFFFFFFFFFFFTTTTTTTTTTTTTT

“Minoru”

La explosión atómica voló completamente Kitami y las dos montañas que lo rodeaban.

Bzzzzz…frrrttt… BZZZ!!!

-“¿Misato? ¿me escuchan en la base…? ¿Hola? ¿HAY ALGUIEN AHÍ?”


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#cuentosalvapor Corriente Marranadas

Barrenos

Paul Valéry afirmó que un poema no se termina, se abandona, y de esto se hizo eco Octavio Paz. Creo lo contrario: el poema abandona al poeta en el desierto de su deseo no saciado.”  — Juan Gelman, al recibir el premio Reina Sofía.

Este lento consumo de  silencios parece, casi todo, un gemido sordo, entrecortado, maloliente, como trazo de gas pimienta en este aire que decimos –tú y yo– que respiro.

Día tras día, despepitar hasta que sólo quede eso: un rastro de semillas donde nada crece, ni siquiera la carne que alojaba esa esperanza en forma de goteras. Desvelo tras desvelo, una enorme pesadilla inatrapable que asfixia.

Encuentro descanso en la confiable tinta negra (ya sabes que la azul puede ser peligrosa) y temo, creo que con razón, la visita de mi albacea, pues ahora sus afectos tienen un guardián implacable, y yo, apegado a la nostalgia y a los viejos usos, utensilios y costumbres, cada vez quedo más en desventaja.

Lo único que me mantiene cuerdo es el insomnio, cruelmente destruido por el sueño, disipado al poco rato (una hora más temprano) por la luz que inaugura la vigilia.

Ah, pero siempre llega la noche. No estoy loco; sólo escucho con un poco más de cuidado este nuevo silencio. Las voces nunca respetan mis deseos.

Los habitantes de la imaginación entran y salen en un torbellino de letras que nadie puede advertir.

Antes de que amanezca, el caos de mi cerebro persigue una palabra que le dé sentido al sacrificio, a la morbosa violación de una página blanca.

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#cuentosalvapor Disculpitas Explicaciones Inspiración pura

Tira al Vapor

Y siguiendo con esta ondita emanada del tuíter, les dejo esta #tiraalvapor que chingao, se nota cuando estoy en las mismas… se parece harto a aquel memorable post 100 y a otro hecho por el buen @tebin pero -Chale, de nuevo las explicacioncitas- ya sabrá alguno de ustedes cómo soy. Ni modos.

Marrrrano hasta el fin.

#tiraalvapor #cuentoalvapor

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#cuentosalvapor Corriente

Entre vigilias

Tal vez después de cerrar los ojos no reconozca lo que me rodea, pero a pesar de eso, no me siento intruso. El desorden resulta familiar, casi acogedor.

La huida es sencilla porque no requiere carátulas de color con sellos, rúbricas y escudos; tampoco aparatos con sonido melódico o irritante, o una carretera abierta al desbocado estruendo de los cilindros.

La travesía no incluye el equipo que el ambiente exige, pero las herramientas no son improvisadas ni –como en los comics o historietas– aparecen milagrosamente en el bolsillo, con todo e instrucciones listas para usarse.

Mi prisa no necesita un boleto definido, un asiento cómodo o un horario preciso. A veces, ni siquiera una página o una historia que me sirva de guía.

Lo menos importante es estar despierto o no. Para invocar las palabras e imágenes que me alimentan sólo debo mover mis párpados.

Ah, tomar café puede ponerles fronteras… pero nunca impedirá creer en los sueños.

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Corriente

Música para lunes

A veces, una sonrisa boba es lo que necesitamos para contrarrestar, puertas adentro, la rutina y los monstruos del lunes.

Éste va con una orquídea para la FotoMadrina, que me lo envió.

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Corriente Inspiración pura

Las voces indirectas

Sus nombres por poco me pasaron inadvertidos.

Eran –para mí– cuatro amigos, ahora muertos, que me abrieron la puerta de un panteón creciente e inagotable. Finito, porque todo lo que ocurre en este mundo tiene límite y pausa, pero no por eso aburrido.

Alfonso me presentó a Gilberto, quien me llevó por el camino irrenunciable del humor, la ironía y la buena mesa. Julio, contradictorio y enigmático, trajo consigo a Daniel y a Edgar, porque sabía que ellos y yo nos llevaríamos bien, y que me servirían de referencia tanto para la valentía ante lo desconocido como en el miedo a lo inminente. Octavio, casi por casualidad, invitó a Fernando. JorgeLuis, al final y con cierta desidia, trajo a Jack, aventurero y enamorado del aire libre, para darle color al bronceado de oficina. Luego insistió en que Julio (nada dijo entonces de Alfonso) conocía menos a Gilberto que él.

Cada uno me presentó amigos que hablaban con voces distintas, pero entonces no se me ocurrió preguntarles, ni me hacía falta saberlo, si además de hacer hablar a otros ellos tenían las propias.

Así fue como descubrí, tras vocablos prestados, a Alfonso Reyes, Julio Cortázar, Octavio Paz y Jorge Luis Borges, antes (o casi al mismo tiempo) de saber que esos tan buenos traductores de Chesterton, Defoe, Pessoa, London  y Poe supieron cultivar, con oficio insuperable, voces propias de resonancias inmortales.

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#cuentosalvapor Corriente

Adivina qué vienen a cenar

La noche cuando llegaron los no-muertos, Marlin Ducruot no les dio importancia.

En aquella velada, su pequeño Bistro (capacidad: veintiséis comensales) sería reconocido con una estrella en la guía Michelin. Todo debía ser perfecto. Por eso le extrañó encontrar en la cocina sólo a Lolek, el sous-chef, con la mirada extraviada y más monosilábico, torpe y pálido que de costumbre.

Nadie más del personal se había presentado, pero Monsieur Ducruot estaba decidido a servir él mismo si fuera necesario. Su única obsesión era lograr el aplauso con un platillo principal inolvidable.

Fue mientras daba los últimos toques a su atuendo de trabajo cuando Lolek intentó sorprenderlo con una dentellada a la garganta. El chef enfureció… y, según los detectives, también contrajo el virus zombie, justo cuando el comedor se hallaba repleto.

La orgía de sangre que siguió fue indescriptible, aunque parece ser que Ducruot conservó, incluso en la locura, su motivación profesional.

Dentro del cráneo vacío del inspector de la guía Michelin, el forense encontró dos dedos del sous-chef y una sustancia blanca y agusanada: casu marzu, legendario queso de Cerdeña que hizo por fin famoso a Marlin Ducruot, autor de un memorable banquete de ultratumba.

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#cuentosalvapor Disculpitas

Uno de zombis.

El Alberto amartilló la fuscona listo para disparar otra vez.

En la mano izquierda, tenía una gran mordida de la que no dejaba de salir sangre, y despedía un olor espantoso como a caca de perro.

– “Mierda, ya no me funciona bien esta mano”.

Así adolorido y todo, se escondió detrás de la puerta y esperó.

Era una noche muy oscura y tenebrosa; desas como de película. Lo malo es que esta sí que era verdadera.

Del fondo del largo pasillo salían gemidos, gruñidos y todos esos cochinos sonidos que hacen los zombis cuando están haciendo su trabajo; y lo peor, es que se oía a algo o alguien dirigéndose hacia él.

-“Fuuta, y a mí que sólo me quedan dos balas”.

Checó la cacha de la fuscona, y cuando vió aquellas letritas “Smith & Wesson” que tanto le gustaban, se dio cuenta que sería la última vez que las leía.

Los pasos, se podía adivinar que calzaban unos zapatos de tacón alto con tapa de metal; y cada vez estaban más cerca.

-“Ay virgencita ayúdame”.

¡Clic! alistó el percutor y respiró hondo.

– “Ora sí jija de tu chingada zombi madre, ya te cargo la…” ¡BLAMO! ¡BLAMO!

Sus últimas palabras fueron un “Shit… ya valí madres” muy sentido y bajito; cuando vio que los tiros ni habían rozado siquiera al engendro.

La zombie, que vestía unos leggings azules de mezclilla oscura con zapatos “peeptoe” altos de charol rojo con tapa de metal, una blusa de gasa que en algún momento fue blanca, muchas pulsera gruesas de madera y melamina de hartos colores, collares de bisutería fina y unos grandes aretes con una piedra negra al centro, lo montó con enorme agilidad; y en menos de lo que canta un gallo, segó la vida del Alberto con un solo madrazo.

Pinche zomba.

Primero, le sacó los ojos.

Le chupó todo el humor vítreo -su parte favorita- a cada uno; y obviamente, no pudo evitar que una buena parte de eso escurriera por su boca y pecho.

Después, se siguió con la lengua.

Uno a uno se comió todos los cartílagos de las orejas y nariz, rodillas y codos.

Chupó los 20 dedos, y dejó todo lo demás; incluso el cerebro, ahí aventado.

Se levantó satisfecha y bañada en sangre.

Si mirar atrás, echó a andar por el pasillo como eso; como zombi, a ver qué más se encontraba.

La noche no terminaría jamás.

—–

Querido socio en la marranada:

Disculpe usted si le machuco el pie o alguna otra parte de su graciosa anatomía publicando esto así a la de sin susto, pero la marranada es la marranada, y los #cuentosalvapor están que echan chispas. Además, ya sabe; a mí eso del orden y las buenas maneras cada vez se me dan menos.

Le mando un saludo desde la liviandad del famoso tuiter, y le reitero mi reconocimiento a su buena letra, mejor prosa y sobre todo oficio de escribidor demostrado en su última intervención allá en el sitio de las letras y la gente ilustre.

Y… querido público, no se mosquee, ya ve que en esta pocilga pasan cosas raras ól de táim.

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Corriente Marranadas

Antes del vapor, el agua

Entre atisbos de agitación primaveral llega mi turno de marzo en Escribidores y Literaturos.

Caligrafía efímera. En ocasiones hay mucho que contar… aunque no lo parezca.

Hablando de eso; les tengo un AVISO PARROQUIAL. Trascendió esta semana un avistamiento inesperado en otras regiones del ciberinframundo que sólo es posible describir a medias con aquella canción de Dumbo. Lo que nunca vi ni esperé ver: a dos chanchosocios tuitear. Se teme que tenga consecuencias, aunque no existe aún mayor información.

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