A la distancia, décadas ya, probablemente sólo yo me acuerdo. En la familia había (y hay) quienes saben arrancarle a una guitarra sonidos inmateriales que tocan el alma, y en las anécdotas existe una casa donde antes que nosotros jugó y cantó un trovador legendario.
¿Cómo alcanzar seis cuerdas con cinco dedos? Ese debía ser el secreto. Peor aún: el pulgar sólo es apoyo, así que sobran cuatro: dos para estorbar, y dos que no saben posar con gracia. En suma, una pezuña.
Al otro extremo, el garfio transforma rasgueo en arañazo y caricias en llaga: un dedo quiere hacerlo todo y los demás unen su rebeldía.
Poco valieron las clases; aunque el oído era ancho la impaciencia fue mayor. La voz, por un tiempo, encontró el camino y ritmo y equilibrio ausentes en las piernas, que no sabían mecerse ni correr en armonía: una se arrastraba –pata de palo– mientras la otra quería saltar.
En el ambiente, todo era una sinfonía líquida que no se parecía a la música de herencia pero sonaba familiar, nacida de los mismos trastes y pisadas, que no podían ser otros, pues la música, universal e imponente, conserva en toda encarnación su matemática.
Resulta que los tríos no eran solamente trova, ni la armonía estaba hecha siempre de voces bien templadas; había requinto y jazz, y también era magia.
Paco de Lucía, primero con los suyos, luego junto a McLaughlin y DiMeola, y después otra vez rodeado de “su” flamenco. Así entendí qué son las distancias, y porqué a cada quien su oficio. Con el tiempo, cierta tercera voz huyó de la garganta para anidar con un filo distinto entre las páginas.
Mientras, Paco brincaba de Algeciras a Tulum, y el acento flamenco cobró resonancias Mayas.
Hoy se ha marchado, aunque sigo escuchándolo. Yo dejé de tocar, porque lo más mío (así lo descubrí) son las palabras. Pero mi guitarra, que ha perdido un padrino, aún conserva el oído, la voz… y la esperanza.
El padrino (en imagen tomada de Wikimedia Commons) es Paco de Lucía (1947-2014), de Algeciras, de la música y la playa. La pocilga cada vez pierde más música y palabras.