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Humores perros

Ladies and gentlemen:
Ya está aquí la segunda temporada de #cuentoalvapor
Las reglas son sencillas: el plan es que no hay plan, esto aparece  y desaparece sin decir “agua va”, a veces sin mucho orden de por medio, unas veces con tema y otras no, nadie se arde ni se engüila, cualquiera le puede entrar,  sea o no en el tuiter de su confianza, y se puede –cómo no– romper la barrera de los 140. Y en podcast. Y en ilustración. Y en lo que más se le antoje, damita y caballero.

Bienvenidos, que esto ya empezó.

– – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – – –


*¡Ahhh! ésa sensación…*
– …es un ejército de…

-¡Fuuuta!…

– ¡Corte! ¿qué pasa chingá? Esa escena la teníamos ya montada ayer. Además, ¡acuérdense que no tenemos tanto filme! ¡Pongan atención, carajo!… ¡Pollo!

– Perdón… Soorry…

– ¡¡POLLO!!

– Diga patrón.

– ¿Cuanto pietaje nos queda?

– Masomenos para 1:10 no más

*uuhh… Ya valió*

– ¡Mta! A ver Fernanda, ¿sale esta toma?

– No jefe. Este plano que es el corto dura 3:15 según el ensayo de ayer…

– ¡¡Aahh qué la chingada leidis!! ¡Pongan atención! ¡Pollo! ¡Carga otro rollo! ¡Media hora todos! Pero los quiero aquí, no se vayan. Y no se fuma en mi foro… ¿Okei?

Ustedes leidis, a repasar por favor. Ya casi… esta y otra y terminamos, ya chingá… Por favor ¿si?

*ta madre*
– Si Rodri, lo que tú digas.

– Va, no hay pedo… Oye güey, ¿qué pedo? ¿Te tiraste uno? No mames, no seas puerca…

*oooh qué la veee…*
– No manches, así huele por aquí.

– Sí, pendeja…

*chale ¿qué me haría daño?*
– Pues sí güey.

– ¡Ya pues! Vamos a ensayar.

– – – – – – – – elipsis mamona- – – – – – – –

– Y… ¡Acción!

– Y ¿ahora qué hacemos?

– No lo sé…

– – – – – – – -otra elipsis mamona- – – – – – – –

– ¿Ya ven chicas? se los dije. Solamente necesitábamos un poco de concentración y ya. Esa escena era larga y complicada; en fin, ya terminamos. Muchas gracias…

*siii pinche mono… ahora sí ¿verdad?*
– De nada Rodri, qué bueno que ya terminamos. Si, nos vemos en el bar…

– Va.
Ora sí güey, dime la neta. ¿Te tiraste uno o no?

*siigue esta vieja*
– ¡Que no güey!

– Ahh, ¡te caché! tú nunca dices groserías mas que cuando estás en pedos.

*que la veee…*
– ¡Que no y que no!
*¡Ahhh! ésa sensación… ¡Para que se te quite pendeja!*

-¡Fuuuuuuta! ¡ORA Sí!!

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Evan… ¿huh? – #cuentoalvapor

Cuando Sumiko se asomó a lo que quedaba de la calle, vio el único semáforo que quedaba en pie parpadeando en rojo.

El polvo de las construcciones caídas ocultaba la luz del sol, y le pareció muy raro que podía ver el disco completo sin necesidad de entornar los ojos. Era como el eclipse que le había tocado ver cuando niña.

Recordó fugazmente aquel lejano día de 1936 en el que gente de todos lados vino a presenciar tan impresionante evento. La tristeza la embargó, porque ahora Kitami, su querido pueblo estaba destruído completamente.

Como pudo, trató de incorporarse, pero estaba atrapada entre los escombros del patio de su casa.

“Al menos es madera” musitó.

En la lejanía, un chirriar metálico se anunciaba cada vez más cerca.

Y el retumbar.

La piel se le ponía de gallina de saberse tan minúscula y sin esperanzas ante aquella amenaza. Lo poco que había quedado en pie, se tambaleaba cada vez más.

TROOOOMMMM – SQUEEEEEK – TROOOOMMMM

Podía sentirlo.

Era el fin.

Pasó saliva y otra vez el recuerdo.

Minoru ofreciéndole el té en aquel bello atardecer de primavera. Justo ahí, donde ahora había ruinas y destrucción.

La fuente.

El puente.

“Minoru, falta poco para que nos veamos…”

SQUEEEEEK

Cuando reaccionó, lo tenia justo encima de ella.

Era un angel monumental.

Redondo.

Negro como la noche.

Otra vez el recuerdo. El señor Makita, su maestro de física hablando de la antimateria y los hoyos negros. De la nada. Ahora que la tenía enfrente, no sintió miedo; solamente paz.

Iba a entonar aquel canto sintoísta “cruzando el río” cuando el estrépito la volvió a la realidad.

Los restos de su casa, volaron arrastrados por el ímpetu endiablado del EVA tacleando al angel quienes en su desenfrenada carrera hicieron ahora un surco en lo que quedaba de su manzana.

Macabramente, Sumiko, tenía asiento de ring-side en este combate de sumo monumental.

El angel se incorporó de forma casi mágica volteando sus interiores hacia afuera y mutando entre chirridos y rasguños de metal.

El EVA empuñó su espada y esperó.

Pasaron diez, quince, cincuenta segundos y todo era silencio. El Angel se quedó inmovil y empezó a cambiar de color.

Sumiko sintió una estática muy fuerte que la hizo recordar a su abuelo; y sus relatos sobre la explosión en Nagasaki.

FFFFFFFFFFFFFTTTTTTTTTTTTTT

El aire se hacía cada vez más denso; Sumiko no podía respirar. La boca le sabía a metal.

FFFFFFFFFFFFFTTTTTTTTTTTTTT

“Minoru”

La explosión atómica voló completamente Kitami y las dos montañas que lo rodeaban.

Bzzzzz…frrrttt… BZZZ!!!

-“¿Misato? ¿me escuchan en la base…? ¿Hola? ¿HAY ALGUIEN AHÍ?”


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