Sus nombres por poco me pasaron inadvertidos.
Eran –para mí– cuatro amigos, ahora muertos, que me abrieron la puerta de un panteón creciente e inagotable. Finito, porque todo lo que ocurre en este mundo tiene límite y pausa, pero no por eso aburrido.
Alfonso me presentó a Gilberto, quien me llevó por el camino irrenunciable del humor, la ironía y la buena mesa. Julio, contradictorio y enigmático, trajo consigo a Daniel y a Edgar, porque sabía que ellos y yo nos llevaríamos bien, y que me servirían de referencia tanto para la valentía ante lo desconocido como en el miedo a lo inminente. Octavio, casi por casualidad, invitó a Fernando. JorgeLuis, al final y con cierta desidia, trajo a Jack, aventurero y enamorado del aire libre, para darle color al bronceado de oficina. Luego insistió en que Julio (nada dijo entonces de Alfonso) conocía menos a Gilberto que él.
Cada uno me presentó amigos que hablaban con voces distintas, pero entonces no se me ocurrió preguntarles, ni me hacía falta saberlo, si además de hacer hablar a otros ellos tenían las propias.
Así fue como descubrí, tras vocablos prestados, a Alfonso Reyes, Julio Cortázar, Octavio Paz y Jorge Luis Borges, antes (o casi al mismo tiempo) de saber que esos tan buenos traductores de Chesterton, Defoe, Pessoa, London y Poe supieron cultivar, con oficio insuperable, voces propias de resonancias inmortales.
12 replies on “Las voces indirectas”
Por supuesto, mi favorito es Julio, aunque Alfonso, Gilberto y hasta JorgeLuis. Abrazo, que ya vi que compartimos varios amigos.
Un nutrido grupo de buenas amistades y, como dices, placeres básicos de la vida inteligente. Aunque me disgustaba que mi abuelo me enseñara francés cuando mi edad, con trabajos, daba para rumiar el español, por fortuna mi rebeldía no prosperó, o hubiera perdido la oportunidad de concer a Edgar traducido por un tal Charles que, después supe, creó algunos de los poemas que más me gustan. Debo a la pérdida progresiva de la tradición de escritores traductores, algunos de mis mayores corajes como lector, como cuando un clásico queda en manos de un tipo que, tan pronto lo acaba (literal), traduce un manual para horno de micoondas. Te mando un fuerte abrazo.
Ivanius
Buenos escritores y buenos traductores, sin duda. Alfonso Reyes todo un personaje, en el más amplio sentido de la expresión, hasta cocinero.
Si he leído alguna traducción de Octavio Paz o de JL Borges, shame on me, lo desconozco. En cambio de Julio Cortázar sí y puedo decir que ojalá todos los traductores fueran como él: lo mismo del inglés que del francés, Julio respetaba el idioma tanto como amaba la literatura. Cuando leas, si te animas, “Mémoires d’Hadrien”, verás que parece escrita de origen en español, en un muy buen español, nada de gilipolleces. Una belleza de traducción.
Ahora, una que no lee japonés, empieza a leer “Tokyo Blues” de Murakami… y antes de medio libro ya hizo más de un berrinche.
Abrazos traducidos
Wórales qué padre entrada!!
Fíjate, de Alfonso Reyes enigmáticamente, cada vez afino más “esa coincidencia” (tipa loca que soy, que creo que todo en mi vida son coincidencias…. claro, eso lo creo desde que ví Los Amantes del Círculo Polar ja!), ya en el FIC pasado, estuve tentada a asistir a “Cena de Reyes” en lugar de la adaptación de Hamlet por Meno Fortas… pero… Hamlet me la debía desde mi época de preparatoriana, así que pues “qui est prior tempore, est potior iure” (quien es primero en tiempo, es primero en derecho).
A ver si este año se afianzan más coincidencias que las que tenía planeadas.
Jajaja te hice caso y comencé a leer por las noches, no creo superar los treinta libros anuales snif snif, peeeero ya leí “La insoportable levedad del ser” y anoche terminé “Seda” de Alessandro Baricco que es súper light, pero me encantó, me encantó, se ha vuelto de mis favoritas. XD
Ahora seguiré con…… mmm a ver qué coloca el destino delante de mí. 😀
Un abrazote Ivanius!
y es preciso fijarnos bien, esas voces indirectas resultan magnificas cuando no hacemos omisa la ocasión de permitirnos adentrarnos a echarles un ojo
ay no me salió muy a lo cortazar
y en plan frivolo… de esa foto estoy enamorada.
Alfonso Reyes… an avenue in La Condesa?
No guardo particular cariño a Octavio, excepto porque también me presentó a Fernando, y eso es suficiente para que lo tenga en un lugar especial de mi librero.
Abrazo.
yo recuerdo perfectamente a Alfonso Reyes, porque una vez me perdi en el… ahi en la conduchi =0p
que chaa soy.. lo se, es que es domigo y como que el cebrebro no me da pa’ mucho ud. disculpara. De hecho para demostrar mi punto venia a dejarte un videito bastante menson, pero bueno igual te saca la sonrisa boba como a mi.
ok?
besotes!
GA: A Julio por sí mismo lo conocí hace muy poco; aún estoy en ello. Mi favorito, por supuesto, es Gilberto. Abrazo.
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Canallo: El tal Charles, otro amigo muy interesante, sin duda. Así sucede con los abuelos: nos ayudan a rendir fruto aunque nos “poden” desde pequeños. Lo que apuntas sobre los “traductores de microondas” merece otro post, pronto. Abrazo.
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Marichuy: Así sucede luego: los libros bien traducidos centran la atención en el autor original, y el traductor casi pasa desapercibido. Borges y Paz tradujeron mucho, aunque de JL sólo he leído algo de Jack London y algo de Chesterton, y de Paz sólo su Antología de Pessoa. Yourcenar… he ahí, como le decía a Don Canalla, otro tema muy posteable. No he leído mucho de ella, y desde luego no “Adriano”. Aún. Abrazos políglotas.
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Jess: Hamlet a mí me trae otras asociaciones, también muy gratas, por cierto, pero en un entorno diferente.
Eso de que me hagas caso por las noches 😉 combinado con Seda, me parece otro halago. Abrazo.
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Jo: es que a veces cuando leemos, importa más lo que nos dicen que quién lo dice (o a través de quién). La frivolidad también es buen ingrediente para escribir. O para mirar.
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Mr. 7w7: Not exactly what I meant, but still…
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Diana: Bien dices, presentar a Fernando es buena manera de hacerse un invitado… aunque debo decir que la poesía de Octavio, para mí más que sus ensayos, también tiene lo suyo. Abrazo.
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FotoMadrina: Las sonrisas siempre son bienvenidas. Beso.
Hermoso post de homenaje, don Ivanius… Dicen (y yo lo creo a pie juntillas) que aquel que traduce sabe escribir muy bien, sirvan de ejemplo sus voces indirectas. Y si hablamos de amistades, yo de momento, sigo muy divertida con Edmundo, presentado por un cerdo refinado con el que comparto los gustos literarios y momentos estelares de la humanidad. A’i nomás. Hartos besos y 2010 abrazos.
[…] y suelen caer (desplomarse) en manos de traductores que no los respetan y menos los entienden. Hay magníficas excepciones, pero hallarlas puede ser […]
[…] a aquellos buenos traductores que, por ser además buenos escritores en su idioma nativo, conocían la importancia de respetar la […]