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Disculpitas Happy-Happy Inspiración pura Joy-Joy Marranadas

200

Después de que publicamos el cien en estas páginas, han acontecido algunas asombrosas sucedencias que cuál Ripley, vamos, ni el Holiday on Acid habría imaginado. Sólo unas cuantas a continuación.

Primero, que el selecto público haya aguantado hasta acá sin desmoronarse (excepto probablemente de la risa) es lo más admirable. Que persista en comentar, visitar y abrumar al personal (gozosamente siempre), aparte de multiplicarse, es increíble. Sobre todo porque para multiplicarse hay procedimientos mucho más gratos, que a veces tienen instrucciones.

Segundo, que los desvaríos marranos hayan merecido invitación para enlodar periódica e insistentemente un espacio de letrerosa imaginación y fotografístico asombro, colectivo en donde debe existir un bizarro (en francés) excedente (dije exceDente) que es quien esto escribe. Es que me agarraron en curva, por el punto ciego y de la lonja.

Tercero, que la vida virtual a veces sea demostración de progresivo e irremediable desplome mental en la blogósfera, y otras veces haga ver (como lo dijimos aquel más lejano día uno) que las mejores marranadas son las que enseñan a jugar, no las que enlodan porque sí.

En este bicentenario, los agradecimientos no son obligados, sino razón de ser de esta pocilga, y deben incluir a los cómplices comentantes, colegas blogueros y amigos de la Granja. Ustedes saben quiénes son; nosotros también. Gracias, desde el infinito al más acá, a todos y cada una. Y a todas y cada uno.

Gracias, desde luego y ante todo, al reaparecido Alberto, alias sietepalabras, colega, amigo y BróderInChanch.

Pa terminar diré que lo que viene está bastante más disparatado que lo que ya vino. Y hablando de vino… Salud, y buen colesterol para todos.

Amén.

Ivanius
Agosto 2009

———————-

Oquei, llegó el momento de ponerse personal.
Chingá, esto me pasa cada vez en tanto; y suele ocurrir en las ocasiones especiales.

Soy del tipo que sin alcohol ni anestesia de por medio, si estoy de buenas; me confieso con la gente, y hasta netas termino tirando. 
Aprovecho el duechento para netear y -¡ay!, pinche morboso aprovechado del público ajeno- platicar un poco de mí.

Yo siempre fui el de las ideas. 
Cómo olvidar aquella tarde de 1980, cuando le dije a mi inseparable amigo de aventuras “hagamos un club”.
Corrimos a su casa emocionados con la idea, y cuando me di cuenta, ya hasta los papás estaban firmando las credenciales que nos acreditaban como miembros del club. Chale, como que eso no era lo que me estaba imaginando, pero bueno. Estaba chido de cualquier forma.

Al final, creo que esa experiencia marcó la infancia de más de uno en esa famosa calle de Tlalnepantla. Esníf.

Cieerto. Nunca fui ni líder nato, ni físicamente prodigioso. Pero “listo” sí. 
Ocurrían cosas memorables de repente, y aunque nadie terminaba dándome crédito, sabía que había sido “mi idea”.

Y hasta hoy; si esto fuera la túg de fgáns, yo iría en el paquete. Ahí con Fignon, Alegría, Treviño, Calcavante; esos que luchan luchan luchan e impulsan a los compañeros de equipo. Síi cómo no; algunas veces alcanzo suéter rosa, el suéter a puntos, el negro… y contadas el amarillo. 
Pero no salgo en la foto, y mi cara no está en los titulares.

Y pues nada, que el otro día que leía la versión onlain del Universal, que me hallo una nota hablando de la maravillosa idea que tuvo un escritor al publicar una “novela” colaborativa. A través de tuiter, el tipo y sus fologüers construyeron el texto. Él escribió las primeras cuatro entradas, y los fologüers las subsecuentes por medio de respuestas…
Ufff.

Magaazo.

Y que le contesto al reportero: “pues sí carnal, pero eso a mí ya se me había ocurrido“; y que el tipo me ignora, y mis comentarios jamás aparecieron en la nota.
 Aquí está. Chéquele, chéquele, querido lector: este es el ejercicio que hicimos hace ya como dos años en aquel bonito blog que alguna vez tuve y que a la postre, desembocó en esta pocilga, cuando Ivanius y yo quedamos en que nos apoderaríamos del mundo, él pensando y yo marraneando y el marraneando y yo también.
Damn it.

Y no es que a mí se me haya ocurrido; nel. Ya ven a los pachecos esos del cadáver exquisito, fueron los primeros que se tenga noticia en hacer una cosa colaborativa con toda la intención, la cosa es que deveras me ardió ser ignorado y no tener por supuesto un amigo reportero que me diera mis 15000 jits de fama
 Y lo que eso haya significado.

Entonces, para resaltar esta famosa fecha, y en el marco de nuestro post 200 (gracias queridos amigos lectores) les presento lo que espero sea el desempance y cierre de un círculo más en mi chancha existencia: el prometido –en aquella ocasión– cómic búc, edición limitada para güeb de la aventura colaborativa a masomenos 16 manos de los 41 minutos de la latitud 19 norte por Alberto y sus camaradas. Las entregas –porque va a ser en entregas– se publicarán con la misma aleatoriedad que ha caracterizado este espacio, hoy, en este póst la primera.

Espero les guste, y como dijo mi compañero de fórmula gracias mil a todos por su tiempo, sus comentarios, ánimos, y sobre todo su colaboración, como es que haya sido para ayudarme a revivir esta cosquilla de de ciber-marranear.

Alberto
Agosto 2009.

Aclaración: si llega usted a la página del experimento y quiere ver el desarrollo de la historia original, oprima “Entradas más recientes” en la parte de abajo de la página para ir al siguiente capítulo. Gracias, bai.


Otra aclaración: Seguro seguro usted sabe de algún otro experimento así. Díganos, plis; pa que se me quite primero la ardición, y después la idea necia que deveras deveras soy la neta.

Oquei, llegó el momento de ponerse personal.
Chingá, esto me pasa cada vez en tanto; y suele ocurrir en las ocasiones especiales.
Soy del tipo que sin alcohol ni anestesia de por medio, si estoy de buenas; me confieso con la gente, y hasta netas termino tirando.
Aprovecho el duechento para netear y -¡ay!, pinche morboso aprovechado del público ajeno- platicar un poco de mí.
Yo siempre fuí el de las ideas.
Cómo olvidar aquella tarde de 1980, cuando le dije a mi inseparable amigo de aventuras “hagamos un club”.
Corrimos a su casa emocionados con la idea, y cuando me di cuenta, ya hasta los papás estaban firmando las credenciales que nos acreditaban como miembros del club.
Cieerto. Nunca fuí ni líder nato, ni físicamente prodigioso. Pero “listo” si.
Ocurrían cosas memorables de repente, y aunque nadie terminaba dándome crédito, sabía que había sido “mi idea”.
Y hasta hoy; si esto fuera la túg de fgáns, yo iría en el paquete. Ahí con Fignon, Alegría, Treviño, Calcavante; esos que luchan luchan luchan e impulsan a los compañeros de equipo. Sii cómo no; algunas veces alcanzo suéter rosa, el suéter a puntos, el negro… y contadas el amarillo.
Pero no salgo en la foto, y mi cara no está en los titulares.
Y pues nada, que el otro día que leía la versión onlain del Universal, que me hallo una nota hablando de la maravillosa idea que tuvo un escritor al publicar una “novela” colaborativa. A través de tuiter, el tipo y sus fologüers construyeron el texto. Él escribó las primeras cuatro entradas, y los fologüers las subsecuentes por medio de respuestas…
Ufff.
Magaazo.
Y que le contesto al reportero: “pues sí carnal, pero eso a mí ya se me había ocurrido”; y que el tipo me ignora, y mis comentarios jamás aparecieron en la nota.
Aquí está. Chéquele, chéquele; querido lector: este es el ejercicio que hicimos hace ya como dos años en aquel bonito blog que alguna vez tuve y que a la postre, desembocó en esta pocilga, cuando Ivanius y yo quedamos en que nos apoderaríamos del mundo, él pensando y yo marraneando y el marraneando y yo también.
Damn it.
Y no es que a mí se me haya ocurrido; nel. Ya ven a los pachecos esos del cadáver exquisito, fueron los primeros que se tenga noticia en hacer una cosa colaborativa con toda la intención, la cosa es que deveras me ardió ser ignorado y no tener por supuesto un amigo reportero que me diera mis 15000 jits de fama
Y lo que eso haya significado.
Entonces, para remarcar esta famosa fecha, y en el marco de nuestro post 200 (gracias quediros amigos lectores) les presento lo que espero sea el desempance y cierre de un círculo más en mi chancha existencia: el prometido -en aquella ocasión- cómic búc, edición limitada para güeb de la aventura colaborativa a masomenos 16 manos de los 41 minutos de la latitud 19 norte por Alberto y sus camaradas.
Espero les guste, y como dijo mi compañero de fórmula gracias mil a todos por su tiempo, sus comentarios, ánimos, y sobre todo su colaboración, como es que haya sido para ayudarme a revivir esta cosquilla de de ciber-marranear.
Alberto
Agosto 2009.
Aclaración: si llega usted a la página del experimento y quiere ver el desarrollo de la historia original, oprima entradas más recientes en la parte de abajo de la página para ir al siguiente capítulo. Gracias, bai.
Otra aclaración: Seguro seguro usted sabe de algún otro experimento así, díganos plis; pa que se me quite primero la ardición, y después la idea necia que deveras deveras soy la neta.

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Happy-Happy Joy-Joy

Ponerse de acuerdo

… puede cambiar el mundo. O hacerlo un poco más divertido, al menos unos minutos.

Sound of Music – Central Station Antwerp

 

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Corriente Explicaciones Happy-Happy Joy-Joy

E y L: Todo listo

Muévanse, que el chofer de la limosina tiene harta chamba. Nomás me pongo los lentes oscuros y una manzana en la boca. Digo, una flor en la solapa.

Corbata de moño, y un listón en el tobillo derecho, el de jabugo. Para que no me digan que lo pongo muy alto. Una gorra de gala para la foto oficial; no es para el pasaporte, así que vale tener las orejas medio cubiertas (pero no cerradas).

Organícense como quieran, pero lleguen. La entrada es por la puerta grande, porque el personal de la pocilga (y la Granja) trae más de una sorpresa.

Si no me creen, es que son nuevos aquí. No digan que no se los advertí.

Y rimó, qué tal. Va a resultar que hasta… quién sabe; todo puede suceder.

Vayamos a enterarnos todos. ¿Me acompañan?

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Corriente Happy-Happy Joy-Joy

Duendes

A media conversación creí sentir que alguien nos observaba, pero desde mi lugar sólo pude captar un borrón de movimiento.

duendes_de_papel_publicdomain_wikimediacommonsLuego descubrí que se habían escondido en la coladera, junto a la silla que me negaba a mover para no poner a prueba su firmeza. No dije nada, porque aunque mis amigos están habituados a mi locura, hago cuanto puedo para no subrayarla, o al menos lo intento.

Poco tiempo antes había terminado un libro de Cortázar, el primero que (finalmente) me animé a leer. Debe ser mi imaginación, dije. Así que pedí calma y otra copa de vino. Al levantarme, puse una pata de la silla sobre la tapa de la coladera, sólo como precaución. De pronto, por un instante sentí mareo, como si súbitamente fuera una pulgada más alto.

Los duendes querían ser parte de la fiesta. Además, algo saben de magia… tal vez el cielo sea más azul, o la comida más sabrosa, o la compañía más grata, o las travesuras más divertidas entre los humanos que en los túneles donde merodean los duendes.

Lo cierto es que, a partir de entonces, cuando empiezo a sentirme aburrido, o cansado, o harto… algo me hace voltear hacia la coladera más cercana, y todo cambia.

Una vez liberados, los duendes aprenden a contagiar la magia. Por eso estoy seguro de que la próxima vez lograré mirarlos a los ojos. No quiero ser un delator: simplemente espero devolverles la sonrisa.

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Corriente Joy-Joy

Entonces qué

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Happy-Happy Joy-Joy Marranadas

100

Dale clic a las imágenes así como van. Alberto

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Las plenitudes (in)conscientes

Los cerdos no tienen glándulas sudoríparas, por eso se quitan el calor revolcándose en el lodo. Para los demás mamíferos, sacudirse la tierra y quitarse el lodo es algo instintivo, sobre todo al sentir que se endurece y, secándose, nos inmoviliza.

Igual que los seres humanos, el chanchopensante sabe que, después de jugar en la tierra, darse un buen baño es placentero, educado y necesario, aunque desde que era solamente un lechoncito descubrió que también le gusta la arena, a pesar de que es más difícil quitársela de encima. (Diálogos con Linneo)

El ChanchoPensante fue… una ocurrencia cierta, más que presunción o genialidad. Definirlo es como estar entre cronopio y fama.

Hace como tres años, yo sabía más o menos lo que era un blog, pero por falta de tiempo y exceso de timidez, me había limitado a la parte más técnica, a un universo conocido. La convivencia era algo que sucedía solamente “en directo”. Si con pocos hablo más de 5 minutos por teléfono, era impensable pasar horas y horas navegando historias personales (y menos comentarlas en donde cualquiera, o todos, pudieran verlo). Pero siempre hubo algo, en parte humor, en parte morbo, que pedía un espacio.

Desde el hijo pródigo hasta hoy, nadie ha querido darse cuenta de que los chanchopensantes no vivimos de la basura. Y tampoco la consumimos voluntariamente. (Diálogos con Kalimán)

Lo que sí recuerdo es haber descubierto un par de blogs que rompieron con mi timidez porque eran testimonio de amistades, proyectos y quehaceres: espacios para asomarse y compartir. Como los dueños de esos sitios habían compartido ya vida y trincheras conmigo, me sentí en confianza. En uno de ellos, mis palabras cobraron la fuerza de hablar de lo que me gustaba (y me daba de comer). En el otro, lo contado, ameno y divertido casi siempre, era un retrato desenfadado pero fiel de la realidad. Los comentarios, aunque esporádicos, empezaron a ser diálogos verdaderos. Aquí un fragmento:

“Regresar de vacaciones.
Es un tormento chino. Una muerte lenta por envenenamiento.
Si estás de viaje, el cansancio es lo único que lamentas. Dolor de pies, quemaduras en la cara y cuerpo; pero eso sí, bien cargado de nuevas experiencias.
Hasta ese día. El día antes de regresar.
Es como pararse al borde del precipicio. Los “pendientes” te asaltan, todo lo que hay que hacer empieza a tomar su lugar en la cola de trabajo. Arranca la máquina multitasking y… oficialmente se acabó.
Gueim ouber. ¿Y la cruda?
Evita la depre post-viaje. Piensa en el siguiente.”

“Para mí hay otro remedio parcial —o paliativo— para esa nostalgia macabra, ese vértigo existencial que es el fin de las vacaciones.
La crónica. Sí, esa plática gozosa, que puede ser por teléfono, o a golpe de cuartilla (electrónica o en papel).
La crónica por escrito permite contarlo de nuevo y releerlo, o compartirlo así, como lanzado al ciberespacio, para que a ver quién lo lee. Y si nadie, no importa; y si alguien, también. Al fin, lo bailado nadie me lo quita. Ese (el goce de leerescribir) es uno de mis favoritos.
Pero hay otro a la par: convocar a los amigos, a los seres queridos, al calor de un brebaje predilecto o una vianda común, y dejar fluir las palabras y los asombros, para cruzarlos con el aderezo de las anécdotas, con el condimento de los comentarios. Con la envidia que entonces se palpa, pero que se disipa en las historias compartidas…
Luego —entonces sí— la pregunta inevitable: Y el próximo viaje, ¿a dónde y cuándo?”

El contraste funcionaba, porque no era tanto. Pero un día llegó lo que para mí, Ivanius, es el verdadero Génesis de la Pocilga:

“Creo que es hora de que usté derrame o embarre las tripas en algo más personal o sentido —como aquello del pie izquierdo— en beneficio de la comunidá… digo, pa ponernos igual ¿no? Ea”. –10 de septiembre de 2007 1:58

La clave fue eso de ponernos igual. No lo de embarrar las tripas, pues la timidez (en mi caso) prevalece, sino la oportunidad de compartir, abiertamente en teoría, pero sobre todo con unos cuantos, esos cómplices que (anónimos o conocidos) nos visitan.

Que tenga pezuñas no significa que no tengo tacto. Sólo que no uso las manos (o los pies) para lo mismo que ustedes. O tal vez sí. Pies tengo, aunque sean pezuñas. (Diálogos sin métrica)

El caso es que a partir de ese intercambio empezó un cruce de mensajes y correos cuyo resultado es esta pocilga y su benévolo demiurgo: una entidad que cobraba solidez y se hacía presente, como siempre, en casi todo, especialmente el trabajo.

Lo único para lo que las pezuñas no sirven es para trepar a los árboles. (Diálogos con Darwin)

El resto, como dicen, es historia. Una historia que hoy empieza su andadura de tres cifras. Y que me ha hecho imaginar, pero (sobre todo) reír. Por eso es que es el ChanchoPensante, que puede parecer sucio, pero no lo es tanto.

Yo soy herbívoro ocasional por convicción y con criterio propio: eso de que las margaritas no están para la boca de los cerdos es mentira, ¿verdad, Margarita? (Diálogos con Fausto)

Hoy, en medio de la basura y las cosas que nos agobian, la reflexión y la alegría tienen un lugar, al mismo tiempo solemne y profundamente humano. Su nombre, para mí, es el espíritu Chancho…y Amén.

Gracias a todos los lectores, visitantes y comentantes de este su chiquero. Especialmente a Don 7p alias Alberto, “párdner in chanch”, como diría él, junto a los amigos y familia, que saben quiénes son… con derramamiento de sangre o sin ella. ¡Seguimos adelante!

Ivanius
Noviembre 2008

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Corriente Happy-Happy Joy-Joy

Reaparece Nils Holgersson

Por fin viernes, hora de ponerle pausa a las lecturas talacheras contrarreloj para llegar a las del ocio gozoso, esas que no me paga nadie pero que aderezan mi conversación y hacen más transparente el alma.

Viernes de albricias, porque después de varias décadas de inexistencia, de ignorancia editorial (nunca mejor dicho), reaparece en México un libro de los poquísimos que considero piedra angular de mi biblioteca y releo siempre con gusto: El maravilloso viaje de Nils Holgersson.

La historia de Nils, el duendecillo de los patos, es entrañable porque cuando la leí por primera vez (a los diez años, creo) decidí portarme mal a sabiendas, esperando ser víctima de un hechizo que me permitiera correr tantas aventuras como ese personaje. Porque a los niños siempre les pasan cosas extraordinarias (ese es el punto).

En ese libro descubrí, entre otras cosas, que la geografía de un país desconocido (Suecia) podía ser muy interesante; que todos los animales, especialmente los patos y los zorros, pueden tener una personalidad mucho más agradable que la retratada en las fábulas de Esopo, y que las cigüeñas y hasta los ratones pueden ser muy sabios. La forma de narrar, a medio camino entre la novela de fantasía y el libro de viajes, me recuerda a Mowgli (el de Kipling) , a Bambi (el de Félix Salten) y a las Mil y una Noches. También recuerdo que, con los años, cada nueva visita a estas páginas era distinta: primero me atrajo la fantasía, luego las leyendas y finalmente incluso la geografía y la historia, materias que (por culpa de los los libros de texto) nunca aprecié demasiado hasta que (años después) empecé a leer novelas históricas.

La autora, Selma Lagerlöf, fue la primera mujer que recibió el premio Nobel de Literatura, aunque eso es lo que menos importa y puede no ser garantía, considerando algunos receptores del premio (como Winston Churchill) y otros que nunca lo recibieron, como Borges (y conste que sólo dije uno).

Es mi deber recomendar plenamente las aventuras de Nils a los visitantes de esta pocilga… y aprovecho para anunciar que en mi cuenta personal del año he superado los 75 libros precisamente a la vista del post número 100. Seguiremos informando.

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Corriente Happy-Happy Joy-Joy

Reaparece Nils Holgersson

Por fin viernes, hora de ponerle pausa a las lecturas talacheras contrarreloj para llegar a las del ocio gozoso, esas que no me paga nadie pero que aderezan mi conversación y hacen más transparente el alma.

Viernes de albricias, porque después de varias décadas de inexistencia, de ignorancia editorial (nunca mejor dicho), reaparece en México un libro de los poquísimos que considero piedra angular de mi biblioteca y releo siempre con gusto: El maravilloso viaje de Nils Holgersson.

La historia de Nils, el duendecillo de los patos, es entrañable porque cuando la leí por primera vez (a los diez años, creo) decidí portarme mal a sabiendas, esperando ser víctima de un hechizo que me permitiera correr tantas aventuras como ese personaje. Porque a los niños siempre les pasan cosas extraordinarias (ese es el punto).

En ese libro descubrí, entre otras cosas, que la geografía de un país desconocido (Suecia) podía ser muy interesante; que todos los animales, especialmente los patos y los zorros, pueden tener una personalidad mucho más agradable que la retratada en las fábulas de Esopo, y que las cigüeñas y hasta los ratones pueden ser muy sabios. La forma de narrar, a medio camino entre la novela de fantasía y el libro de viajes, me recuerda a Mowgli (el de Kipling) , a Bambi (el de Félix Salten) y a las Mil y una Noches. También recuerdo que, con los años, cada nueva visita a estas páginas era distinta: primero me atrajo la fantasía, luego las leyendas y finalmente incluso la geografía y la historia, materias que (por culpa de los los libros de texto) nunca aprecié demasiado hasta que (años después) empecé a leer novelas históricas.

La autora, Selma Lagerlöf, fue la primera mujer que recibió el premio Nobel de Literatura, aunque eso es lo que menos importa y puede no ser garantía, considerando algunos receptores del premio (como Winston Churchill) y otros que nunca lo recibieron, como Borges (y conste que sólo dije uno).

Es mi deber recomendar plenamente las aventuras de Nils a los visitantes de esta pocilga… y aprovecho para anunciar que en mi cuenta personal del año he superado los 75 libros precisamente a la vista del post número 100. Seguiremos informando.

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Corriente Happy-Happy Joy-Joy

Sobre el buen uso del correo electrónico

El día de hoy ha sido memorable para mi buzón, donde recibí dos motivos de alegría.

1. Los Oompa-Loompas y sus benéficos efectos.
Curioseando en busca de algún rincón insólito para ofrecer a ustedes, encontré (y envié por correo) la “canción de los Oompa-Loompas” obra de Roald Dahl, que pone a la televisión “como lazo de cochino” y defiende con éxito la lectura.

Algunas de mis corresponsales mamás contestaron haciéndome ver que sus respectivos vástagos conocen el tema, lo aprueban y lo disfrutan (una de ellas escribe su blog aquí). Eso, por si algo faltaba, es un mérito más de la dedicación  materna (sin albur) y alienta mi esperanza en “las nuevas generaciones”, o por lo menos, en algunos de sus representantes. Visiten acá el texto completo de ese poema en inglés (titulado “Television” o “Mike Teavee”), seguido de una traducción aproximada al español.

2. Las coincidencias de la vista (o de la miopía).
Con ocasión de una pregunta lanzada hace algunos días por una ilustre escritora (“¿A que no adivinan la graduación de mis anteojos?“) mantuve un diálogo electrónico que confirmó (y no es que tenga dudas) la enorme calidad de mi interlocutora, además de algunas semejanzas biográficas que algún día comentaremos aquí (tal vez).  Sin caer demasiado en la indiscreción, puedo decir que logré superar el reto con respuestas sobre oftalmología (!) y otras disciplinas, lo cual agrega una especialidad más a mi divertido currículum como afanoso recopilador de conocimientos y datos a veces útiles y a veces intrascendentes.

Ya sabía yo que el correo electrónico puede ser fuente de gozo, en viernes y con un buen filtro antibasura.

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Corriente El rincón insólito Happy-Happy Inspiración pura Joy-Joy

Rincones Insólitos: La versión extraviada de Maná Maná

Esta vez no es necesario abandonar la pocilga para encontrar el rincón insólito, que hoy presenta una de las canciones más emblemáticas en el mundo ¿a poco no?

Pero seguramente no conocen la versión original (que además proviene de una historia muy poco infantil). Aquí tienen tres opciones para elegir su favorita.

La de Plaza Sésamo (1969)

La del Show de los Muppets (1976)

La original, de Piero Umiliani – Remix de The Karmissky Experience (1968, sólo audio)

Sin duda es una buena manera de empezar la semana. Aunque el misterio persiste: ¿qué significa Maná Maná (o cómo se escribe)? Seguiremos informando…

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