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Corriente Happy-Happy Inspiración pura

Aventuras bucaneras I

treasure_island-scribners-1911wikimediacommonsEn la oficina, junto a las revistas de siempre, encontré un libro. Nada me sorprende tanto como los susurros inesperados que se avivan entre números y comas, entre pausas y capítulos, de línea en línea, cuando encuentran un lector apropiado.

Es una edición pequeña y huele a nuevo, pero no me puedo equivocar. El título es el mismo; hasta las ilustraciones, a la manera de los «viejos tiempos». Ese regusto a sal y confitura que dejaba en la boca no ha desaparecido. Antes, me ocupaba de esas lecturas en el agradable ocio después de la cena; ahora, sólo algunas veces, robándole tiempo (y a veces también comida) a la hora de comer.

El endurecimiento de mi alma no se desvanece, como entonces, al calor de las primeras letras. Ahora hace falta más leña, más fuego, más silencio. Pero siguen allí los escalofríos. Ya no dejo de leer para ir a preguntar, con ceño de niño serio, por las «palabras raras»: los diccionarios ocupan el lugar de conversaciones en que aprendí tantas cosas.

A cada página, recuerdo el negro sonido del polvo en la ventana, aquella tarde gris y llena de ventisca cuando subí, solo, al desván de mi abuelo, y encontré una novela de aventuras. (continuará)

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Corriente

Clamores

…Si me recuerdas, con sólo sostener entre tus manos mis palabras podrás escucharlas también. Cuando te hable de mis visiones y encuentros, si  te importo (como dices), sentirás el olor del pasto en el rocío de la mañana y te hará estornudar.

van_eyck_003wikimediacommonsEntonces será como si estuvieras junto a mí. Me escucharás decirte que jugar con la luz se parece a perseguir un mechón de tus cabellos, siempre cerca, siempre lejos, huyendo de mis dedos que quieren asirte con esa rabia que un día me hizo mirar fijamente al sol y congeló para siempre la rebeldía en mis retinas.

Sé que tus horizontes se dilatan con los míos. Por eso escribo esta carta después de caminar todo el día; por eso me recuesto rodeado de flores, junto al arroyo que sació mi sed con una carrera de cristal que sonríe. ¿Verdad que es deliciosa el agua fresca? Bálsamo inigualable para los pies, para el alma que invoca.

Por eso, cuando llegues al final de la página, perdona el impaciente trazo de mis letras-tuyas: piensa que las manos de un rapsoda ciego no se han acostumbrado aún al punzón. Y si acaso quieres besar mi nombre, no te extrañe encontrar un poco de sal en tus labios; es sólo una lágrima de mi torpeza, de mi amor, de mi cansancio…

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Corriente

Variación sobre el tema

Cada día que pasa en esta contingencia sanitaria (me niego a llamarla epidemia o amenaza mortal) parece que el infierno -o la influenza- fueran los otros. No hay mucho contacto visual, los saludos son meras inclinaciones de cabeza. El pequeño teórico de la conspiración que todo chilango lleva consigo está despierto.

En la calle, el tapabocas se ha convertido en accesorio omnipresente: desde el indígena oaxaqueño o poblano que pide ayuda a través de papelitos hasta dos asaltantes a un Sanborns. Enmedio, los demás. Quien no tenga qué hacer, mejor no salga. Pero los otros no son el infierno, sino quizás la solución.

El  temblor de ayer me recuerda el 19 de septiembre de 1985, señal “legendaria” de la paranoia chilanga y de otras cosas. Creo que hoy como entonces sirve combatir la confusión y el alarmismo con buena información y sentido común: la influenza porcina es una nueva enfermedad, que exige a todos cuidarnos un poco mejor de como lo hemos hecho hasta ahora frente a otras enfermedades, tanto personal como mutuamente.

Los investigadores, epidemiólogos y autoridades tienen su propio quehacer. Pero todos podemos hacer algo más que alimentar rumores, parálisis o indiferencia.

Quien no quiera que su estornudo o tos provoque un literal encogimiento del prójimo, debe aprender a usar siempre por lo menos un pañuelo desechable para taparse la boca, y tirarlo en la basura, no en la calle. En vez de no dar importancia a lavarnos las manos con regularidad, y no sólo “cuando se vean sucias”, es momento de aprender.

A cuidar la propia salud y respetar a los demás. A salir un poco de la burbuja personal para ser solidario o pedir ayuda. A ejercitar la sensatez.

El temblor del 85 nos enseñó a muchos qué significa la solidaridad para estar más seguros. Espero que la influenza porcina sirva para aprender que la solidaridad en la higiene personal y la salud es básica para convivir como lo necesitamos siempre: con, sin, o a pesar de las emergencias.

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Corriente

Pasmus Linguae: Esa es la cuestión

cervantes-de-cabezaEn un semáforo: Estoy vivo sólo por falta de costumbre.

(La paranoia tiene más efectos secundarios de los que yo creía).

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Explicaciones

Influenza porcina

chanchA mí no me metan, que mis fiebres son distintas.

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Corriente El rincón insólito

Rincones Insólitos: A salto de ranas

Este video, junto al de ManáManá, también es un clásico (y no por Paul McCartney).

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Corriente

Cría cuervos…

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Corriente Inspiración pura

I Java Dream V

Sólo puedo ver que mis manos tiemblan.

Acabo de cerrar el libro bajo la “lámpara de biblioteca” con su pantalla verde y luz cálida. No quería que terminara.

Tampoco me di cuenta de la hora; supongo que por eso prendí la luz… pero de pronto, no me hace tanta falta. ¿Estará amaneciendo? Pero si solamente quería terminar de leer un capítulo; no puedo haberme pasado toda la noche leyendo. Sé que fui por el diccionario para buscar una palabra que creí francesa y resultó de inglés antiguo. Ahora ya no recuerdo cuál, pero era algo original y simpático, relacionado con arroba.

cafecito_WikimediaCommonsYa está: avoirdupois. Debo usarla pronto, para que ya no se me olvide. Lo que quería era aprender un poco más de francés o italiano, para poder leer algo más que cuentos sencillos. Pero esta música no me deja concentrarme: “Love Me Tender, Mamacita“.

Algo pasa. No puedo moverme y las manos siguen temblando. Un momento; estas manos no pueden ser las mías: azul verdosas, con uñas puntiagudas… ¿qué es ese olor? ¿moho? Lo que creí pantalla de lámpara es un techo cóncavo que está demasiado cerca de mi rostro… y tiene algo… ¿tela? ¿terciopelo? Un momento, ya sé que no me bañé antes de dormir, pero ¿por qué hiede tanto a sudor… o a terror?

Ya sé: no estaba dormido, sino leyendo a Lovecraft, a Lucy Maud Montgomery y a Federico Arana. Entonces, esto debe ser un sueño. Será mejor despertar, antes de que aparezca por aquí el doctor House con ganas de realizar una autopsia. Gracias, esta vez americano sin azúcar, por favor.

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Corriente El rincón insólito

Rincones Insólitos: No se vale jugar

Con imaginación, un palo de escoba puede ser espada; un poco de pintura  hace una cicatriz sanguinolienta;  un trozo de tela con gis y un gancho de  alambre le dan el toque final a un auténtico pirata.

coconut_tree_with_weird_shape_at_atlantiswikimediacommonsSin embargo, parece que eso puede ocasionarte problemas si eres un adulto que usa juguetes para contar historias. Aunque el público te aplauda.

Escenas bíblicas. No pongo la marca, pero el sacerdote que las armó fue demandado por los fabricantes de los muñequitos, que dicen que no fueron hechos para ser alterados.

Explíquenme, para saber si tengo que ir a despintar mi Batimóvil… digo, mi patineta.

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Corriente Disculpitas Explicaciones Marranadas

Pasmus Linguae: No son razones

cervantes-de-cabezaEn el aeropuerto: “Lamentamos informarles que sufrimos un retraso por cuestión de repercusiones.”

Eso significa que la causa de las consecuencias fue consecuencia, no causa. ¿O al revés?

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