Harry Potter tuvo mejor suerte que Mowgli al emigrar al cine, gracias sobre todo a la vigilante presencia de su autora y a millones de entusiastas de la comunidad Hogwarts. En cambio, quién sabe qué diría Kipling si hubiera visto a la ranita de Raksha como lo dibujó Walt Disney. Probablemente (esa es mi opinión), habría disfrutado el extraordinario doblaje al español, encabezado por Tin-Tan, Pelayo y Flavio. La música de esa película (que en CD es “cuento musical” narrado por Bagheera) es un antídoto para el mal humor. Pero ese no es mi punto de hoy.
Kipling cultivó un fino sentido de la ironía. Todos los libros que le conozco incorporan algo de esto, desde la broma ligera hasta el sarcasmo. Pero hay uno que puede serle grato a quienes, por haberlo conocido en Hogwarts, quieran saber cómo es la vida “real” de interno en un colegio tradicional británico: Stalky y Compañía.
En el centro de la historia (que transcurre a finales del siglo XIX) está un trío de amigos adolescentes: Stalky, aristocrático y rebelde; M’Turk, impulsivo y fuerte, y Beetle, tímido e inteligente. Juntos, reciben formación basada en principios muy simples: el honor (de mi Casa) es lo más importante, los alumnos existen para aprender, y las mejores herramientas pedagógicas son experiencia, intelecto e impacto. Físico, principalmente.
En tan sólida institución, los personajes se las arreglan con imaginación, aprovechan la ingenuidad propia y ajena, y se gradúan evitando darse a conocer demasiado. Por lo menos algunos. Eso sí: quienes enseñan no siempre son los que tienen un título para hacerlo. Y los alumnos del colegio llevan al extremo su devoción por la Casa, sin necesidad de varitas mágicas.
Stalky y Cía. es una novela fiel a su época y a las características de la educación preuniversitaria de entonces, lo cual significa que no necesariamente es para el mismo público que ha leído a Harry Potter. También es un poco autobiográfica, porque los tres protagonistas existieron en realidad, aunque no se llamaban exactamente como en el libro, y uno de ellos llegó a Nobel. El texto en inglés es fácil de encontrar por Internet.
De algo estoy seguro: Jo Rowling debe haberlo disfrutado mucho, y aunque los personajes de Kipling no se parecen del todo a los del universo Potteriano, cuando un libro es bueno, hasta Walt Disney puede aprovecharlo, si aprende a buscar lo más vital.