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Corriente Explicaciones

Polvareda de letras

En un muro de libros, descubrí nuevamente una novela que leí hace años, de no importa qué tema. Quien me la regaló tampoco es importante.

No resistí la tentación de asomarme a las páginas, como para verificar que los personajes seguían allí tal como los recordaba. Ya se sabe lo que pasa después, cuando junto a un libro hay otro, y otro…

rune_i_bokhyllan_6_wikimediacommonsAl paso de páginas y minutos, volví a visitar a Lovecraft, a Stephen King y a Theodore Sturgeon, y por asociación remota vía Robert E. Howard me puse a buscar a John Kennedy Toole, hasta que recordé que ese libro fue solamente un préstamo, ya reintegrado a la biblioteca ajena. Tomé una franela para desempolvar las repisas y encendí la luz.

Al acomodar de nuevo la Trilogía de Nueva York, de Paul Auster, en la fila de pendientes (junto al Maestro y Margarita, cuya lectura he interrumpido ya tres veces), recordé por qué empezó todo: alguien me pidió recomendarle un libro sobre la segunda Guerra Mundial que le recordara menos a Ana Frank y más a Maus.

Con eso en la mente, tras una nueva desviación que me llevó a Ged el Archimago, encontré a Jorge Semprún. Pero no hubo razón para moverme hasta que el sonido del celular me arrancó del laberinto literario que se adueñó del suelo, el pasillo y la tarde.

Al cerrar la puerta, el reflejo de mi cara en el reloj de péndulo parecía ser del conejo de Alicia. No llegué tarde a la cena, pero nadie  quiso creerme cuando dije que había pasado el día como un canario: visitando a algunos viejos amigos, allí donde siempre me esperan.

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Corriente Explicaciones

Mexicano a mucha honra II

sarape_wikimediacommonsTiempo después de publicar un cuestionario sobre la nacionalidad mexicana que, además de instructivo, permitió sano esparcimiento en la pocilga (y nos puso en el radar de los buscadores de respuestas), Mara volvió a la carga hablando sobre  (y desde) la experiencia de ser extranjero en la propia tierra o en tierra extraña.

La reflexión que siguió no tuvo resultados tan divertidos, pero llegó más allá de lo meramente anecdótico. Para mí, la identidad no es tanto cosa de banderas o fronteras, sino más bien de hogar y vecindario: ¿dónde (y con quiénes) me siento bien, construyo, aprendo? Las reuniones sirven para abrir los ojos a otras maneras de ser y de ver el mundo, preferiblemente en un entorno amigable, variado y abierto.

angel_de_la_independencia_mexicognuwikimediacommonsCuando no es así, la clave para salir adelante no está en la fuerza de las propias convicciones, ni en mis (o sus) malas o buenas experiencias, sino (creo yo) en la capacidad de compartirlas. Eso, en otros tiempos, se llamaba “modales”, o (sin eufemismos) “buena educación”. Los modales sirven para que las personas convivan de modo que no resulten una carga, ni ocasionen un daño, sino que las vivencias se transformen en aprendizaje.

Vivir en el país o la región que sea y parecer “de fuera” puede provocar insultos o halagos. Lo malo es que los estereotipos sirven porque es más fácil asumir que estudiar, rechazar que convivir: tengo amigos de regiones y países (y colores y costumbres) muy diferentes, y yo no me parezco a Jorge Negrete ni a Cantinflas.

agave_tequilanagnuwikimediacommonsLo cierto es que los estereotipos no resisten la convivencia, y esa es la pregunta: ¿qué tan dispuesto estoy a convivir? Nadie es tan tonto como para no tener algo qué enseñar, ni nadie tan listo que no tenga ya que aprender.

Estoy convencido de que “lo folklórico” es casi totalmente anécdota, y sé que la realidad es mayor que los prejuicios o los complejos.

El ser humano está lleno a rebosar de esas paradojas: la naturaleza chancha (el “temperamento”, el patrioterismo –que no patriotismo– o las puras tripas) se lleva de corbata a la naturaleza pensante que, paradójicamente, después del desahogo es la que debe limpiar el tiradero, vendar las heridas o levantar los ánimos. ¡Tan divertido que es unificar el ser chancho y el ser pensante!

La bronca es la disposición y el hábito de aprender: a hablar, a escuchar, a cooperar. A elegir. Aunque no tenga siempre la última palabra.

A convivir, pues, que la vida ya tiene drama suficiente.

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Disculpitas Explicaciones

¿El reencuentro?

La imagen del día
La imagen del día

En un día como hoy, pero de 1821, se dió el famosísimo Abrazo de Acatempan.
Iturbide y Guerrero sellan la consumación de la Independencia y ai queda para los anales de la historia el asunto.

Vaya un abrazo a todos los que cumplen años hoy, y ya fin.
¿Eeeehh? a ver, ¿quién pone más de tres “Yes” en una frase.

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Corriente Explicaciones Marranadas

Cómo el tiempo (no) cambia las cosas

La mayor parte de la llamada nación británica del rey Arturo estaba formada por esclavos, pura y simplemente, conocidos con ese nombre y agobiados por un collar de hierro, y el resto eran esclavos de hecho, aunque se consideraran hombres libres y así se llamaran a sí mismos. Pero la verdad  es que la nación entera tenía un solo propósito en este mundo: postrarse ante el rey, la iglesia y la nobleza, esclavizarse a su servicio, sudar sangre para que ellos se beneficiaran, pasar hambre para que ellos comiesen bien, trabajar para que ellos pudiesen divertirse, apurar la copa de la miseria hasta las heces para que ellos no perdiesen la alegría, verse reducidos a la desnudez para que ellos ostentasen sedas y joyas, pagar sus impuestos para que no tuviesen que hacerlo ellos, practicar durante toda su vida un lenguaje degradante y una actitud aduladora para que ellos pudiesen exhibir su orgullo y considerarse los dioses de este mundo. Y a cambio de todo esto, la retribución consistía en bofetadas y desprecio, y eran tan pobres de espíritu que consideraban un honor incluso este tipo de atención.

Las ideas heredadas son algo curioso, interesante de observar y examinar. Yo tenía las mías; el rey y su gente, las suyas. En ambos casos se trataba de rutinas que habían sido profundamente inculcadas por el tiempo y el hábito. Quien intentase eliminarlas, valiéndose de razones y argumentos, tendría entre manos una empresa monumental. Aquella gente, por ejemplo, había heredado la idea de que todos los hombres sin título y sin una larga genealogía, tuviesen o no conocimientos o dotes naturales, merecían menos consideración que un animal cualquiera, un bicho, un insecto, mientras que yo había heredado la idea de que las cornejas humanas que consienten en disfrazarse con el ostentoso y falso plumaje de las dignidades heredadas y los títulos inmerecidos sólo sirven de hazmerreír.

Mark Twain, Un Yanqui en la Corte del Rey Arturo (1889).

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Disculpitas Explicaciones

Pasa después de los 34.

 

 

No hay mucho qué decir.
¿Se siente el desinfle del espacio después del 100?

Tal vez. Pero ahora estamos en reconstrucción. De cara al primer aniversario, se me hace que nos apresuramos en las fiestas; aún no pasa la cruda cuando ya tenemos encima la siguiente fiesta.

 

De cualquier forma, queridos lectores, esperen noticias nuestras pronto.
1o. de enero 2009, el siguiente capítulo de “post a cuatro pezuñas con dedicatoria”.

Listo. Y neta, lloro con Alex Ubago.

Shit.

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Corriente Explicaciones

Cartas Vagabundas

No quiero aburrirte con descripciones ociosas. Tampoco te abrumaré con el recuerdo de aventuras, conjuros, juramentos y escapatorias en medio de la noche.

Nada ha cambiado, aunque ya no quieras reconocerlo.

No te hablaré de tus recuerdos. Quiero hablar de tus olvidos, pegados al fondo de tu memoria. Esos olvidos que pelean por un lugar en tu presente, por recuperar el lugar que ahora es del auto último modelo, de ese departamento de académico exitoso, de esa tertulia forrada de indiferencia y seda, de tantos aburridos “eventos” paliativos del dolor propio y ajeno.

Yo soy, como tú, un viejo guardián disfrazado. Pero no paseo mis puntiagudos zapatos como un desafío, ni me manicuro una vez a la semana. Al contrario: me muerdo las uñas, y mis pies distinguen el suelo vivo del asfalto inerte. Me levanto con el cantar del gallo, porque me da la bienvenida; no conozco el tictajeo de la oscuridad insomne.

Me propongo devolverte la sonrisa, aflojarte los tirantes, despojarte de tu entintado orgullo, para cambiar por la brisa marina el agua embotellada de lavanda. Soy quien todos los días te espera con su primera caña de pescar, y adivino lo que pasa en tu alma.

Sé que quieres retozar en el prado de tu imaginación, y que sabes hilvanar palabras como caricias. Por eso estoy aquí, encerrado en una página, para que de una vez eches a andar como ese vagabundo, gozoso y lleno de empeño, que lucha por ser feliz.

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Corriente Explicaciones Inspiración pura

Las coincidencias de la vista (III y última)

Cuando por fin pensé que me había resignado a ser para siempre amigo de los ojos de vidrio, los “avances de la ciencia” me llevaron a la consulta de nuevo. Luego me hice estudios y me propusieron prótesis y operaciones. Por supuesto me mandaron al diablo para la cirugía láser, pero me dieron otras opciones. Yo me negué, apoyado por uno de mis oftalmólogos de siempre, miope también, y orgulloso de sus anteojos que le habían permitido operar con éxito a miles de pacientes.

Después me di cuenta de que no era más que una larga y tonta defensa, para dejar que mis ojos dieran hasta donde fuera sin ser intervenidos. Me hice a la idea de que eso no iba a cambiar, al menos no para bien. Seguí leyendo y escribiendo; compraba mis libros y películas favoritas y corría a los estrenos de cine y escribía palabras y más palabras pensando que tal vez sería lo último que vería o leería.

Un día, mi otro oftalmólogo me dijo: “Mira, acércate a ver esto”. Al principio me pareció que mostraba un par de recortes de uña para ponerme a prueba, pero como mi ceguera y mi imaginación me habían hecho ya ese tipo de jugadas muchas veces, puse un poco más de atención.

El mentado “procedimiento quirúrgico” que me enseñó se centraba en unos como miniparéntesis “que se insertan en la córnea para blablabla…. y entonces el ojo ya no tiene punta y bla bla bla… y vas a ver qué bien vas a ver”. Yo no entendía mucho, porque pensaba que en vez de fulminar mi ojo con un rayo láser le iban a meter cuchillo. Y así como el láser suena a siglo XXI, el bisturí me recordaba a Jack el destripador y a Naranja Mecánica.

Al  final,  me dijo, el ojo se ve normal, y los implantes “biónicos” pueden ser excelente tema de conversación. El cambio en la visión hace que un ojo con, por ejemplo, 15 dioptrías físicas, termine con dos o tres, que es como pasar de la ceguera total a una visión que no será de águila, pero impide confundir a la novia con la suegra, permite usar lentes de contacto blandos, e inaugura un campo visual que incluye objetos y sujetos más interesantes que yo mismo, mi nariz y mis zapatos. Bueno, eso digo yo.

Hoy mis “últimos” anteojos descansan en lugar de honor junto a la computadora, mientras trato de no pensar en Joyce y Borges y Homero y Sartre y Pulitzer y Milton y Quevedo (y Diana, quien me envió un correo que disparó todo este rollo). Argh, quisiera ese talento, para ya no tener que preocuparme.

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Explicaciones

Para abuelas voladoras y otros sin alas.

Para hacer el pan de natas consígase los siguientes ingredientes:

– 1 taza de harina de trigo

– 1/4 de kilo de natas, desas de rancho vendidas en alguna panadería de panchinoybisquetscalentitos

– 1 taza de azúcar, morena de preferencia

– 5 ó 6 huevos, según vea si la masa estás espesa o aguada

– Una cucharada de royal o polvo para hornear desas para ponerle el azúcar al café; no se confunda, cucharada chica.

Cómo se le hace:

– Revuelva todos los ingredientes en un bóul o recipiente lo suficientemente ancho, profundo y resistente para meterle batidora con mucha fe

– Dele dele dele con la batidora hasta que tenga una masa bastante elástica y término medio entre el aguado y espeso. Si nota que está muy aguada, agregue harina pa corregir; si está espesa, métale otro huevo

– Retire los globos de la batidora, y si hay alguien cerca, alárguele uno de ellos y vean quién lo lame-limpia más rápido. Si no tiene a nadie cerca, acérquese una ranitidina, embucháquesela y después proceda a lamber ambos globos hasta dejarlos rechinando de limpio

– Unte mantequilla en su recipiente horneable favorito (sea de silicón, lámina, cristal, molde milagro, etc y enharínelo encima con unas dos cucharadas de harina

– Vierta la mezcla en el recipiente y hornéelo o cuézalo a fuego lento. Yo por ejemplo, uso molde milagro y lo dejo con las ventanitas cerradas los primeros veinte minutos; después le abro y lo dejo hasta que evapora toda el agua. Para saber la hora en que está listo, meta un cuchillo en el pastel y si sale limpio, retire del horno, fuego, lumbre o lo que resulte. Eso será más o menos a los 30 minutos de haberle abierto las ventanitas.

– Espere a que enfríe, desmolde y disfrute.

Pal chocolate abuelita, no hay receta.
Salud y que lo goce.

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Corriente Explicaciones Inspiración pura

Las coincidencias de la vista (II)

Hace unos cuantos años intenté usar lentes de contacto, de esos que son como un pellejo con rayitas para dar la ilusión de otro tono.

¿El color? Ni azul, ni gris, y (por supuesto) violeta menos; lo que quería era divertirme, no parecer una especie de mutante borracho (el pretexto fue una fiesta de disfraces). Me decidí finalmente por el verde, con el que ya me sentía cómodo y acostumbrado. Aunque el color “se me veía bien”, mis ojos, sin sus fondos de botella, eran tan de adorno como los pellejos coloridos. Allí acabó el experimento.

Después llegó el ultimátum: lentes de contacto rígidos, o transplante; de láser, ni hablar. Se supone que un  minicontacto detendría la deformación en el ojo izquierdo, que amenazaba con agravarse. Pero no me pude adaptar: aunque los usé algunas veces, sentía un chirrido, algo en los ojos como arena después de jugar todo el día en la playa. Además, ni hablar de salir a la calle o manejar con ellos, porque nunca aprendí a quitármelos con facilidad, así que después de usarlos parecía salido de una pelea de box, del velorio de mi mejor amigo, o haber intentado extirparme los ojos con una cuchara. Entonces los dejé secar en su estuche plano y volví a los lentes de siempre, un poco más delgados (y sin armazón de pasta) porque ya había evolucionado la tecnología.

Había (y hay) cosas imposibles, como bucear, por razones de equilibrio más que de visión, pero sin vista ¿cómo admirar los peces de colores? …mucho menos perseguir sirenas. Al nadar sin lentes me entró la angustia porque no veía bajo el agua. Pensé que el mar me iba a tragar y que algún tiburón miope me podría confundir con su cena mientras yo, pensando ver a un delfín, me acercaba para tomarlo confianzudamente de la aleta. Los defectos oculares pueden ser paralizantes para la vida, pero no para la imaginación, que es la vista alternativa de los miopes. (concluirá)

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Corriente Explicaciones Inspiración pura

Las coincidencias de la vista (I)

Soy una de esas personas que nacieron miopes, provisto de ideas inciertas acerca de cómo funciona eso de ver la realidad. La familia dice que me pusieron mis primeros lentes a los siete años, pero yo recuerdo que fue después de una operación a los ocho cuando se convirtieron en mis compañeros.

A eso debo (digo yo) la pequeñez de mis ojos, que cumplen su cometido a pesar de que parecen ocultar la mirada más que facilitarla. La verdad es que desde antes me había aficionado a la lectura, y los lentes me dieron el pretexto perfecto para cultivarla sin pudor alguno y con voracidad tan creciente como mis dioptrías.

Los lentes eran pantalla y refugio para mi timidez ante los múltiples apodos que reciben los niños con anteojos. Eso antes, porque ahora todos los escuincles traen lentes y hasta los gozan. Yo, a pesar de los apodos, gocé un poco los lentes por ser casi el único que los usaba, igual que zapatos ortopédicos y peinado con raya a la izquierda.

El asunto es que si en aquel entonces alguien me hubiera propuesto prótesis, más operaciones, lentes de contacto, ojorrobot, yo hubiera aceptado de inmediato; sobre todo porque para mí el hospital era un lugar de trabajo y sanación, no un sitio lleno de miedos y dolores, y no tanto por odiar los lentes. Luego llegó un momento en que ya no pude entender mi vida sin esos anteojos de pasta, con vidrios de ligero tinte verde y estilo fondo de botella.

A veces me preguntaba cómo sería usar lentes oscuros y ver todo negro, aunque me decían que también ayudaban a ver mejor, que filtraban los brillos. Yo asentía sin entender, porque me daba por contento con distinguir los rasgos de mis seres queridos sin confundirlos con otras personas, cosa que alguna vez sucedió. Me preguntaba qué tan gruesos llegarían a ser mis lentes antes de tener que usar no bifocales, sino binoculares… ¿Alguien dijo transplante de córnea? (continuará)

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