Hace unos cuantos años intenté usar lentes de contacto, de esos que son como un pellejo con rayitas para dar la ilusión de otro tono.
¿El color? Ni azul, ni gris, y (por supuesto) violeta menos; lo que quería era divertirme, no parecer una especie de mutante borracho (el pretexto fue una fiesta de disfraces). Me decidí finalmente por el verde, con el que ya me sentía cómodo y acostumbrado. Aunque el color “se me veía bien”, mis ojos, sin sus fondos de botella, eran tan de adorno como los pellejos coloridos. Allí acabó el experimento.
Después llegó el ultimátum: lentes de contacto rígidos, o transplante; de láser, ni hablar. Se supone que un minicontacto detendría la deformación en el ojo izquierdo, que amenazaba con agravarse. Pero no me pude adaptar: aunque los usé algunas veces, sentía un chirrido, algo en los ojos como arena después de jugar todo el día en la playa. Además, ni hablar de salir a la calle o manejar con ellos, porque nunca aprendí a quitármelos con facilidad, así que después de usarlos parecía salido de una pelea de box, del velorio de mi mejor amigo, o haber intentado extirparme los ojos con una cuchara. Entonces los dejé secar en su estuche plano y volví a los lentes de siempre, un poco más delgados (y sin armazón de pasta) porque ya había evolucionado la tecnología.
Había (y hay) cosas imposibles, como bucear, por razones de equilibrio más que de visión, pero sin vista ¿cómo admirar los peces de colores? …mucho menos perseguir sirenas. Al nadar sin lentes me entró la angustia porque no veía bajo el agua. Pensé que el mar me iba a tragar y que algún tiburón miope me podría confundir con su cena mientras yo, pensando ver a un delfín, me acercaba para tomarlo confianzudamente de la aleta. Los defectos oculares pueden ser paralizantes para la vida, pero no para la imaginación, que es la vista alternativa de los miopes. (concluirá)
7 replies on “Las coincidencias de la vista (II)”
También lo intenté, con blandos claro… pero perdía 45 minutos de mi día tratando de ponérmelos, y me sentía en la escena de “Un perro Andaluz” de Buñuel irremediablemente. Espero el desenlace para sentirme reivindicada.
Alguien me dijo alguna vez que los lentes de contacto eran comodísimos. Es cosa de costumbre pero a mí nunca me lo han parecido. Recuerdo que en la universidad tenía un compañero de ojos negros que un buen día, se puso unos contactos verdes fosforescentes (recién salían) y a partir de aquel entonces juraba a todo el mundo que era su color verdadero… huelga decir que nos reímos mucho de esta actitud irreverente. Besos sin mocos (me esmeré para dejar todo limpio acá).
Mara: Vuelvo a decir algo que la cofradía de la pocilga (y me refiero a la granja) demuestra sin problemas: no hay necesidad de reivindicarse; ya quisieran los de visión quesque de águila tener la agudeza y percepción de, por ejemplo, los miopes de la granja. He dicho.
Paloma: La irreverencia es un elemento clave para disfrutar algunas situaciones que pueden ser, de otro modo, ridículas. Los lentes de contacto rígidos son una monserga; después de ellos, los blandos son un pasatiempo insignificante. Abrazo.
yo si use de los blanditos por un tiempo y casi sin problemas… digo “casi” porque los primeros días si fueron realmente un martirio…. no imagino los rígidos!!!
y del laser? cuéntanos la razon de esa negacion al uso de la tecnología de punta.
y si… yo si pude bucear con los lentes suaves…. como ojos nuevos bajo el agua.
Yo siempre he querido ver en blanco y negro… Mis fotografías así lo son y me da gusto ver así… Un poco gris, dicen muchos que así es mi vida… Los que no me conocen, claro 🙂
Lic: Su pregunta será respondida en la próxima entrega, con creces.
Lau: A mí también, sobre todo después de ver la película “Rumble Fish” de Coppola… Je, vida gris. (Pausa. Carcajadas). No sólo no la conocen: no captan.