Hace ya un año lancé una invitación a compartir lecturas como parte del reto de los 50 libros.
Tras una cacería intensa y problemática, me dio gusto ver a todos los participantes en la lista (subjetiva, pero muy satisfactoria) de lo mejor del año.
Estos son algunos sucedidos del memorable “safari”:
a) Don Alberto, fanfromhell de Cortázar, insistió en recomendarlo a pesar de mi resistencia. Tiempo después, Luciano, primer comentante de la lista 2008, visitó el barrio del autor de Rayuela; lo tomé como casualidad del ciberespacio hasta que la tercera llamada (el video citado en el centésimo post de la pocilga) me llevó a Historias de cronopios y de famas. La experiencia me animó a repetir autor y cerrar con él mis 90 lecturas de 2008.
b) Después de buscar sin éxito algún libro de Steven Pressfield, recomendado por Won-Tolla, encontré Mundo Anillo, de Larry Niven, y lo compré sin darme cuenta (conscientemente) de que también era una recomendación. Como resultado, Niven y Cortázar son los clásicos de 2008.
c) El fin de año parecía propicio: largas horas de reposo y festín, necesarias para leer a los rusos. Pero la pachanga y el convivio fueron tales, que no hubo tiempo ni para un libro. Eso dejó un pendiente que me gustaba para rematar el año: El Maestro y Margarita, recomendado por Diana. Ya está en la cabecera.
d) El cuarto recomendante fue Lemdel, el desaparecido. Su lista puso en el radar a No es país para viejos, que también llegó muy arriba.
Ahora, mientras comienzo la vigésima lectura del reto 2009, ofrezco a ustedes mis sugerencias para este año, excluyendo los que ya abordé en mis reseñas selectas de 2008.
a) Filosofía a mano armada, Tibor Fischer.
b) León el Africano, Amin Maalouf.
c) Cuentos de Invierno, Isak Dinesen.
d) El miedo a los animales, Enrique Serna.
e) La princesa prometida, William Goldman.
Como el año pasado, la lista incluye un libro para niños (aunque igual de provechoso para adultos) y otro de un autor de mi país; todos, creo yo, dignos de relectura, regalo o reto.
Suplico a los comentantes inundar esta pocilga con el lodo sabio (Lau dixit) de su experiencia. Eso sí: por favor tengan piedad de la avidez recomendando libros disponibles. Gracias y… ¡a leer!