En una esquina olvidada de mi cuarto, una caja de zapatos junta ese polvo que pudre los recuerdos.
Las manos de las musas, algunas de carne y hueso, depositaron los retazos de magia que conserva.
Una cosa no hay: fotos. Sólo fragmentos de escenas y palabras; ningún rostro, porque no puedo olvidarlos.
En la noche, cuando dejo de escuchar la respiración junto a mi almohada, algo se mueve. Sé que es la tapa de la caja, pero cuando me levanto a mirar todo parece estar igual que antes.
Como no sucede con frecuencia, quienes me oyen decir que las musas rondan mis zapatos creen que estoy loco. Pero lo cierto es que cada mes debo cambiar la caja, porque las ideas son inquietas y voraces, y el archivo donde intento guardar las versiones finales de mis sueños siempre amenaza con desbordarse.
7 replies on “Musas en la caja”
Tus musas habitan todo lo que tocas, y todo lo que te rodea; las que están en la caja son las que vuelven a formarse para buscar la suprema oportunidad de revivir, una vez más, siendo parte de tus letras, fundiéndose con la tinta de tu pluma y los caracteres ascii de tu ordenador, que, magnánimo, nos regalas.
Déjalas que se desborden, ojalá nos inunden un poquito.
Hacía mucho (desde el año pasado, claro) que no nos regalabas poesía y celebro con creces que lo hayas hecho, lo disfruto como no tienes una idea. Nomás una discrepancia: el polvo no pudre los recuerdos, los esconde, porque al ser parte de nosotros y parte de estrellas, nos confunde y nos hace no ver lo evidente. ¡Que siga la caja dando! Manda a las musas besos de mi parte y recibe otros tantos, pa’ tí.
Mara: Para fortuna de todos, las musas no sólo habitan esa caja. Y tampoco son seres con efectos imaginarios. Eso, por lo menos, alienta una esperanza para este 2009 que empieza tan a golpes: 2009, el año de la imaginación. Así sea.
Paloma: Gracias; tu comentario me hace ver que logré lo que buscaba: el polvo oculta, y lo que se esconde bajo el polvo se pudre, pero (como la vitamina D) los recuerdos que se comparten a la luz del sol no se marchitan.
Reciban ambas un agradecido abrazo a sus comentarios siempre “adicionados con vitaminas y hierro”. 🙂
De pequeña, y es algo que estoy confesando en este momento, tenía una caja de madera. Cada que pensaba en algo excelso entonces tomaba la cajita, la abría y soplaba mis deseos para que cuando fuera el momento oportuno, los sacara a la luz…
Nunca llegó el momento, pero cada que la abro es entonces cuando me doy cuenta que la esperanza nunca la he perdido.
P.S. Ya trabajo en “El hombre en la Luna”.
Lau: Gracias por compartir. Espero que ahora tu caja esté llena de proyectos cumplidos y uno que otro sueño nuevo… Esperamos también con alegría anticipada al hombre en la luna… abrazo.
Lindas las musas que te arrullan, cuando depiertas escribes Re bonito…
Gracias, Clau. 🙂