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Lecturas 2010 (II. Reencuentros y regodeos)

Cada año de lectura es distinto. Este que terminó me trajo muchas letras familiares, “viejos conocidos” que siempre transportan a épocas más simples.

Contra las “condiciones” del reto de los 50 libros, que exige que la mayoría sean nuevas páginas, en 2010 casi la tercera parte fueron relecturas, aunque hubo algún ingrediente extra. Como ejemplo, está David Copperfield, un entrañable Dickens que leí hace muchos ayeres resumido y adaptado para niños. Esta vez enfrenté su versión completa en el idioma original, y aunque me llevó más tiempo del que supuse, fue muy agradable recordar pasajes y personajes.

Algo parecido sucedió con Cuore, mejor conocido en mi tierra como Corazón, Diario de un niño, uno de los primeros libros que recuerdo haber leído. Conseguí su edición en italiano, y (sorpresa) resultó bastante fácil, sobre todo porque sus personajes e historias los conozco casi de memoria. También algo tuvieron que ver Lou-Sin y las clases de baile, pero esa es otra historia.

Julio Verne, además de presencia siempre obligada en mis relecturas, fue motivo para un grato intercambio epistolar con dos sabios y queridos amigos allende los mares en la Ciutat Comtal.

También reaparecieron, con absoluto placer, el heroico policía anarquista Gabriel Syme, de El hombre que fue Jueves, y otra novela imprescindible, Las llaves del Reino, de A.J. Cronin.

Morris West (con un libro que habla del gusto por los idiomas), Jean M. Auel (gracias a un recordatorio del LicCarpilago), Louise May Alcott (por puro ocio), Donald James (por casualidad) y Malachi Martin (por algo de morbo) completan la gran lista de los releídos, casi todos llegados a mi biblioteca para quedarse. Espero.

Pero lo mejor de todos estos reencuentros llegó al fin del verano, cuando, al hacer limpieza pre-otoñal, descubrí una caja donde había guardado algunas de las novelas que leí en mi temprana adolescencia, entre ellas las aventuras de la “Pandilla de Sherlock Holmes”, de Terrance Dicks, y las muy recomendables andanzas de la familia Larsson, escritas por Edith Unnerstad, que volví a disfrutar con voracidad y alegría.

Así concluye el recuento de la cacería de letras 2010. Ha comenzado ya la temporada 2011, así que, como dirían en ciertos barrios, “ce aseptan sujerensias”. Gracias a todos.

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Explicaciones

Sombra aquí y sombra allá

Este blog nació como los diamantes: de un montón de material oscuro y bajo presión. Aún ahora, a veces parece más lleno de cenizas que de fulgores, y más pleno de dureza que de calor. Pero se ve bien.

Todos los caminos que se han cruzado en la pocilga tienen una razón propia, principalmente decir algo, aunque no necesariamente esperado o elevado: lo que se ve, se vive o se lee, las imágenes mentales, las impresiones, lo que repele, lo que atrae, lo que pasa en la calle. Letras y miradas.

Las marcas que recuerdan la necesidad de maquillaje son huellas; a veces signo de riesgo, a veces rastro viejo de dolor. Lunares y cicatrices, que bien dispuestos o bien aderezados son solamente testigos de la vida… o rastros de la navaja inexperta.

Las páginas y las palabras son la vestimenta preferida de este espacio y sus habitantes; los abalorios y cadenas son música y comentarios, no siempre patentes, pero siempre presentes.

Por esa misma razón, el cursor y la tinta, la poesía y la prosa, más que maquillaje para las ideas, son el vehículo preferido de la imaginación, intento (casi siempre desesperado) de poner en orden a la “loca de la casa”.

En este chiquero se huye de las etiquetas, aunque sus habitantes la llevamos con orgullo, presumiendo a veces el garfio cromado y a veces el jaquet, una pata de caoba o guayacán y un listón en el tobillo derecho (para no ponerlo muy alto). El punto de partida es el blanco, suma de todas las luces, y el punto de llegada es el negro, confluencia de todos los colores. Así se arman las palabras sobre la página.

El producto no huele mal. Es verdad o mentira, pero intenta ser bien contada, para que –lejos del olor de santidad– deje por lo menos buen sabor de boca.

Todo esto para que el correr de las páginas parezca más un festival de dibujos animados que una película digna de palmas de oro. Al ponerle orégano a una taza de palomitas con mantequilla, lo importante no es sólo aprender, sino también divertirse.

Como Julio Verne, o como Phileas Fogg, aquí lo valioso no es acumular sellos en el pasaporte, sino aprendizajes y experiencias. Al movimiento del espíritu le basta un solo instante.

Así queda respondido, aunque no lo parezca, un regalo de Pelusa. Gracias a ella, y a ustedes por leer estos (y tantos otros) desvaríos.

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Corriente

A volar, joven

Tengo algo que decir, pero no sé si soy yo quien debe decirlo, o sólo parece que lo digo, pero sin saber si dije lo que debía decir en el momento que debía decirlo.

Tal vez ustedes puedan ayudar. Los espero en Escribidores y Literaturos para leer a Diana Solano, invitada de noviembre, con “El grandísimo caballo volador”… o algo así.

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Corriente

I Java Dream XV

Cada semana tiene un viernes como recompensa para que, en dos horas de respiro (más exactamente, al son de tres o cuatro campanadas), llegue puntual el carruaje de los recuerdos.

Quizás sea porque las cinco o seis o siete letras de tu nombre sirven para planear y construir fantasías interminables. Después de las ocho, un poco más tarde, sin saber nunca dónde porque “el lugar de costumbre” invoca lugar común, rutina y poca cosa…

Así cada encuentro era distinto. Como cuando te dije que creer en la reencarnación quizás significaría volver como gatos siameses callejeros hasta recuperar, poco a poco, nueve vidas.

Eso, dijiste; nueve vidas necesarias para fabricar una mezcla de coincidencias con diez de calificación. Luego nos fuimos a merodear en busca del regalo perfecto… nunca te decidiste, entre once opciones. Prefieres la libre inspiración de la compra impulsiva.

Después, la media noche del reloj me despertó. O tal vez fue el aroma de la cafetera, que velaba mi sueño como siempre, puntual y sorpresiva.

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Corriente Happy-Happy

Breve historia en placeres fugaces

Escribir “para leer algo que antes no haya leído nadie” (Hemingway).

Reír con los ojos abiertos.

Soñar sin esperar a la noche.

Experimentar con una receta de cocina.

Ver una película sin pedir opiniones.

Contar un cuento favorito en público.

No elegir entre la zorra y la rosa.

Abrir un buen vino y no saborearlo sólo en la copa.

Usar cinco, seis o siete letras para decir tu nombre… antes de que amanezca.

(Para el concurso del imprescindible Diario de la Pelusa, y en recuerdo de otra lista de placeres fugaces allá en los inicios de la pocilga)

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Corriente Disculpitas Explicaciones Marranadas

Miradas

Tras presenciar una acalorada discusión entre dos de los monjes, uno de los discípulos preguntó al maestro: ¿qué es más difícil: defender la verdad o superar la mentira?

Lou-Sin levantó los ojos y dijo: Lo más difícil es conservar la serenidad, tanto al sostener una opinión como al aceptar sus consecuencias.

AVISOS PARROQUIALES:

UNO. La ausencia virtual de los titulares de este espacio se debe a una ligera (pero imprescindible) molestia llamada vida real, que a veces se pone un poco exigente.

DOS. Los ajustes derivados del cambio de imagen de la pocilga aún no terminan con la paciencia, pero sí con el tiempo.

TRES. Por cierto, este es el post 299. Lo que sigue nadie lo sabe… pero ya llegará. Estéi tuned.

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Corriente

I Java Dream XII

Despierto, las sombras líquidas que me rodean no apagan la sed ni calman el calor, así que es mejor enfrentarlas a ciegas.

El tanteo amodorrado no acierta a encender mi lámpara: eso me ayuda a cerrar los ojos.

Percibo un matiz acompasado en el silencio. Espero, sin embargo, que alguien NO me deletree; el somnus interruptus no es buen conciliador.

Hace calor, aunque no haya sol. Sé que suena infantil, pero detesto abandonar los dominios de Morfeo cuando el líquido negro estaba a punto de abrazar la escarcha. Pocas cosas hay mejores para enfrentar –o remediar– las altas temperaturas que un frappé (y chispas) en compañía de las hadas.

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Corriente

Rincones Insólitos: El Bardo del tuít

Aunque me divierte, tuíter no logra convencerme del todo, por la misma razón de exigencia y falta de tiempo que le achaco a féisbuc. Sin embargo, aparte del diálogo con algunos ilustres amigos de la granja (gracias al #cuentoalvapor), a veces es posible encontrar cosas interesantes.

Esta no la esperaba: Romeo y Julieta en tuíter. Una iniciativa (nada menos) de la Royal Shakespeare Company que, sin saberlo, le copia a cierta historia en capítulos de #sietepalabras, conocida por aquí hace algunos ayeres.

Shakespeare y @estradalberto: Bard Brothers.

Cosas veredes, @chanchopensante.

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#cuentosalvapor Corriente

Entre vigilias

Tal vez después de cerrar los ojos no reconozca lo que me rodea, pero a pesar de eso, no me siento intruso. El desorden resulta familiar, casi acogedor.

La huida es sencilla porque no requiere carátulas de color con sellos, rúbricas y escudos; tampoco aparatos con sonido melódico o irritante, o una carretera abierta al desbocado estruendo de los cilindros.

La travesía no incluye el equipo que el ambiente exige, pero las herramientas no son improvisadas ni –como en los comics o historietas– aparecen milagrosamente en el bolsillo, con todo e instrucciones listas para usarse.

Mi prisa no necesita un boleto definido, un asiento cómodo o un horario preciso. A veces, ni siquiera una página o una historia que me sirva de guía.

Lo menos importante es estar despierto o no. Para invocar las palabras e imágenes que me alimentan sólo debo mover mis párpados.

Ah, tomar café puede ponerles fronteras… pero nunca impedirá creer en los sueños.

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#cuentosalvapor Corriente

Adivina qué vienen a cenar

La noche cuando llegaron los no-muertos, Marlin Ducruot no les dio importancia.

En aquella velada, su pequeño Bistro (capacidad: veintiséis comensales) sería reconocido con una estrella en la guía Michelin. Todo debía ser perfecto. Por eso le extrañó encontrar en la cocina sólo a Lolek, el sous-chef, con la mirada extraviada y más monosilábico, torpe y pálido que de costumbre.

Nadie más del personal se había presentado, pero Monsieur Ducruot estaba decidido a servir él mismo si fuera necesario. Su única obsesión era lograr el aplauso con un platillo principal inolvidable.

Fue mientras daba los últimos toques a su atuendo de trabajo cuando Lolek intentó sorprenderlo con una dentellada a la garganta. El chef enfureció… y, según los detectives, también contrajo el virus zombie, justo cuando el comedor se hallaba repleto.

La orgía de sangre que siguió fue indescriptible, aunque parece ser que Ducruot conservó, incluso en la locura, su motivación profesional.

Dentro del cráneo vacío del inspector de la guía Michelin, el forense encontró dos dedos del sous-chef y una sustancia blanca y agusanada: casu marzu, legendario queso de Cerdeña que hizo por fin famoso a Marlin Ducruot, autor de un memorable banquete de ultratumba.

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