Categories
Corriente

Magne(t)sia

Water_drops_on_spider_web_detail_WikimediaCommonssi Breton me mirara

quizás se daría cuenta
de que es posible estar más loco
o tan irremediablemente
cuerdo
que la luz no importa
aunque no sepa dibujar
como un pintor
ni tenga que llenar paredes

serían suficientes
poco menos
de trescientas palabras

pegajosas

mórbidas

promiscuas y chorreadas
como lágrimas

sólo (eso sí)
harían falta mi nombre
otro nombre
que no quiero nombrar
porque se (b)gasta
y cobrar
la entrada
para
ver
leer
el panorama

mis herramientas
una placa de metal
que casi dice algo
y un frasco cuyo nombre
esconde mal cuatro letras
casi es mala palabra

así
aunque las voces
a veces no conecten
no harán
daño

no sobran

(tampoco
me daré cuenta
si faltan)

(ca. 08/2009)

Categories
Corriente El rincón insólito

Rincones insólitos: Instrumentos (casi) naturales

coconut_tree_with_weird_shape_at_atlantiswikimediacommonsA la hora de escribir me gusta sentir que escribo. Ya sé que la computadora tiene sus ventajas y que las tabletas y los micro, mini o maxi celulares son lo de hoy, aunque eso darle dedazos a un vidrio o aplastar teclas que parecen chicles no me hace muy feliz. Agradezco —eso sí— la tendencia a lo inalámbrico, pero el plástico sigue siendo frío (suena a canción de Miguel Ríos o Lady Gaga).

Ajá. Pues no hay muchas alternativas, ni en esta pocilga semos ultrafánses de loúltimoloúltimo (para muestra, las chancholibretas).

Pero los muchachos de Orée Design  han demostrado que es posible un teclado para quedar bien con el diseño, la tecnología, la naturaleza…  y hasta la globalización. Habrá que romper el cochinito. (¡Ouch!)

AVISO PARROQUIAL: Sí, los rincones insólitos están de vuelta. Estéi tuned for mor sorpráises. Or not.

Categories
Corriente Happy-Happy

De fogón y hogar (II. El fogón bien temperado)

Ändamålsenlig_matlagning_p_1-wikimedia_commonsLas incansables fauces de lumbre recibían de todo, pero especialmente carbón y leña, junto a los cantos rodados y otras piedras empleadas para amasar o para mantener caliente desde un biberón en baño María hasta las tortillas en su trayecto a la mesa. Todo el conjunto daba a la cocina un aroma peculiar e inolvidable, disperso por la casa a caballo del calor húmedo, bajo un cielo tan liso y tan azul como el peltre de la jarra cafetera.

El tránsito de los niños comenzaba “en el almuerzo, porque desayuno es cuando el sol asoma“. Luego, quienes no teníamos ocupación o edad para estar en la cocina nos íbamos a jugar, cada quien en su mundo, hasta la hora de comer.

No tengo demasiada memoria, pero el pan bronceado a la lumbre con un poco de mantequilla, y las tortillas de mano y con manteca hacen que mi paladar errante persiga rastros de aquellos sabores en cada cocina que encuentro.

Así como Nana, todas las abuelas eran expertas, pero cada una tenía su sazón especial para cada cosa, desde la sopa de fideo hasta cierto flan (perdón, Nana: Queso de Nápoles) cuya información nutricional haría palidecer a una gelatina light de las de ahora, pues podía enfrentar en duelo calórico a cualquier plato principal. Las recetas eran casi secreto de familia no por estar ocultas, sino porque había que aprenderlas en la trinchera; los libros de cocina sólo son referencia, pues la instrucción la recibimos siempre, literalmente, en la línea de fuego.

Para que cualquier alimento merezca un lugar en la mesa (y –antes de eso– sobre, entre o bajo las brasas), hay que saber elegir ingredientes y herramientas, todos impecables y de calidad: desde el ajo y la cebolla (junto al tomate y el chile dulce) base de cualquier sofrito, hasta la cazuela de vapor donde reposarán su última etapa los (sudorosos, les decía yo) tamales.

DiegoVelazquez_Viejafriendohuevos-wikimedia_commons

Con el tiempo, los aprendices (en general rebasados –y de lejos– por las aprendices) superaban los ensayos, y aunque no todos logramos llegar a la línea de banderines, nos queda claro que cocinar (al menos pasablemente) es un derecho humano, base del amor propio. Si no saber cocinar deprime, tener que alimentarse con engendros de indigestión (para colmo, autoinfligidos) bien vale un Prozac… o algo más fuertecito (como un tequilazo). Porque una cosa son los ocasionales desastres culinarios y muy otra la eutanasia episódica. En la trinchera del “fogón bien temperado” –bendita seas, Nana– también se lucha contra la extinción humana.

Anécdotas e historias hay muchas, pero única entre ellas aparece siempre la confección de un inefable pavo pibil, lustroso y dorado como laca de Oriente, cierta vez que tuve el privilegio de probarlo antes que nadie por gracia especialísima de la cocinera.

Después de tanta magia de hornilla, la llegada de la estufa y el horno de gas “modernizó” los desayunos haciendo más fácil la confección de un huevo frito o revuelto, aunque las cocineras de siempre decían (y eso que no había aparecido el microondas) que aquello sólo servía para hervir agua, recalentar o fabricar palomitas de olla… esas que crepitaban queriendo imitar, sin conseguirlo, la rumorosa y chispeante melodía del fogón.

[Las imágenes para estos posts provienen de Wikimedia Commons, y el empujón para unir los ingredientes (en parte piratería legítima), intersecta con algo aparecido en La Barandilla. Por supuesto, todas las anécdotas y sucedencias son irresponsabilidad de quien suscribe y de la pocilga, que dedican estas líneas, siempre, a la familia y a todos los discípulos y herederos de tan legendaria tradición.]

Categories
Corriente Happy-Happy

De fogón y hogar (I. La Comunidad de la Hornilla)

La_cocina_(Ramón_Bayeu)-wikimedia_commonsDesde muy pequeño, la curiosidad (y el hambre) me acercaron a una escuela de magia inesperada, sólo que yo no sabía que lo era a pesar de que allí surgieron muchas de mis preguntas (y a veces obtenía respuestas). Allí hice mis primeras incursiones, guiado por la nariz, que aprendió en eso antes que mis ojos y mi lengua. Era un lugar especial, por igual limpio, acogedor y peligroso.

Aquí no hace frío; aquí nace la magia“. Esas palabras, creo que de Nana, anticipaban los prodigios y delicias que brotaban luego al amor del fogón. Primero fue un lugar de ronda y misterio, de ansiedades y hurtos más o menos solapados, hasta que alguien descubrió mi olfato, más sutil y preciso que la infantil torpeza de mis manos. Desde entonces, las cosas han cambiado un poco, pero aunque las manos han recibido entrenamiento, mi nariz sigue siendo instrumento primario.

Así fui recibido en La Comunidad de la Hornilla.  Todos me enseñaron poco a poco breves y sencillas (mágicas, decía yo) “recetas”, en realidad procesos de la cocina, que alguien de mi estatura podía hacer, como “untos” (aplicación de mantequilla o mayonesa), “pan (y tortillas) a la lumbre” (tostadas), jugo de limón o naranja, y “el aliño base” de la ensalada (limón, sal y pimienta). Estoy seguro de que al mismo tiempo las figuras de lumbre me revelaron alguna de mis primeras historias, aunque el calor de la imaginación haya seguido desde entonces otros caminos para no quemar (al menos, no literalmente) mis dedos.

El simple fuego combate los inviernos, pero además “hace centro”. Congregar a los que saben hacer las cosas ante el fogón es más que suficiente: aunque las luces y “la fiesta” estén allá en la sala, lo que surge de la cocina hace la reunión, con todo y su pretexto; después de todo, “El hogar es el fogón, el calor del corazón“.

Medieval_kitchen-wikimedia_commonsEn una de las casas legendarias (donde dicen que todavía hoy circulan murciélagos y algún fantasma) la estufa de gas no era como tal parte de la cocina: La Cocina, así con artículo, pausa y mayúsculas, eran la hornilla y el fogón de leña y carbón, en un recinto de techos altos y amplia ventana al patio. Allí circulaban los gatos, los patos y los platos (cada quien en su lugar, no piensen mal) y el fuego solamente descansaba en la noche, entre brazos de ceniza y brasas anaranjadas.

Muy temprano, una jarra de peltre era la primera señal: allí aparecía el café, que nos atrapaba por la nariz antes que por la vista: negro y fuerte para los mayores, con azúcar o piloncillo para las abuelas, con leche para casi todos los demás, familia, amigos y visitantes. (continuará)

 

Categories
Chispazos Corriente

Letra sin pesar de pausa

A veces, olvido atender el guión del personaje más importante, ese que acecha desde el fondo de los ojos y espera una oportunidad para asomarse al espejo.

Emulando al comegalletas, se alimenta de letras y de libros, de luces y sombras; arropado con tinta y toga de hojarasca, conjura periódicamente a las musas… de preferencia ante las mesas y las mozas, patronas todas de las horas inconclusas.

Jan Van Eyck (Wikimedia Commons)Leer y escribir, en el orden que sea o se pueda, tiene momentos definitorios, a medias entre pánico escénico y  bloqueo. Pero viviendo en el imperio de lo instantáneo también vale “en la duda, abstente”… entonces la reflexión desaparece, y la oportunidad de escribir también; releer un borrador es tedioso, y apuntar una frase del libro que ahora mismo estoy leyendo parece complicado.

Sin embargo, las pausas —en estos tiempos donde todo es reactivo e inmediato— que antes eran señal de fatiga, fatalidad y alarma, ahora sólo ocasionan parpadeos. Hasta que una palabra, una imagen, una señal cualquiera-pero-no-cualquiera hace contemplar el camino, tomar aire… y zambullirse de nuevo.

Así ya no hay altos, sólo espacios en blanco; no espejismos, sino retazos que alguien debe atreverse a llenar, zurcir, componer, ensartar. Si el ímpetu no alcanza para trazar las palabras, hay que salirles al encuentro. Los vehículos (y las herramientas) sobran.

Así decía cierto filósofo: el movimiento se demuestra andando. Pero más me gusta cantar, con José Alfredo, aquello de una piedra en el camino.

En este oficio, llámenle como quieran, qué más da si el horizonte es o parece inalcanzable: por lo regular, basta con que sea punto de referencia.

Categories
Corriente Ocio movil

El puerco sabio dice…

20130427-123917.jpg

Categories
Corriente

Brisa

EyL3aCon el calor primaveral, muchas cosas pueden suceder, y a veces basta con un poco de papel y algo más.

Acompáñenme a levantar la vista al cielo en mi turno de abril para el colectivo Escribidores y Literaturos.

Recado al vuelo. Para que (esta vez) a las palabras se las lleve el viento.

 

Categories
Corriente Inspiración pura

Música para un (no) lunes

Michael Rüber (solista) y la Mandolinenorchester Ettlingen tocan Shine On You Crazy Diamond, de Pink Floyd. Oh, sí.

Favor de no toser.

 

 

Categories
Corriente Disculpitas

Ensueños

En un mundo donde los zombies y el insomnio están de moda, el mullido territorio de un colchón puede no ser noticia, pero sí refugio y algo más.

EyL3aLes invito a visitar, puertas adentro, un dormitorio en mi turno de marzo en el colectivo Escribidores y Literaturos.

Campo de sueños, o las tribulaciones de alguien que ya no lee en la cama.

AVISO PARROQUIAL

No estaba muerto, ni era tanta la parranda. Es decir: estamos de vuelta; no apaguen la luz. Gracias.

 

Categories
Corriente

Casi siempre

A veces parece que todo lo que sucede sigue un guión. Tal vez sí.

Esa es la idea de mi nuevo turno en Escribidores y Literaturos.

“Cita”. Roces y encuentros con final feliz. Más o menos.

 

Content Protected Using Blog Protector By: PcDrome.