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Corriente El rincón insólito

Rincones insólitos: Un recuerdo para siempre

Para conmemorar el inicio del segundo centenario de este su chiquero predilecto, nada mejor que un diamante.

Esta vez, la tecnología ha encontrado una manera digamos especial de conservar las joyas de la familia… o algo así. LifeGem. Para amores de 24 quilates.

Con este rincón insólito, la pocilga regresa a su programación habitual.

By Ivanius

Intérprete de sueños, devoto de las palabras, adicto a la imaginación. Lector irredento y escribidor repentino. Ciudadano y no me canso.

8 replies on “Rincones insólitos: Un recuerdo para siempre”

No era algo así como: “Polvo eres y en polvo te convertirás”, no en piedra… Ok, y entonces, vale uno más muerto que vivo… y definitivamente puedes terminar “en las manos de otro”… por otro lado, ahí está la vida eterna que tanto que se busca a través de la megalomanía y la adoración a la materia… y además… AAAAAAAYYYYYYYYYYGHHHHHHHHHHHHHHHH!!! Cómo dijera el buen Guille: “Paareeen el mundooo que me quierooo bajaaaaar! 🙁

Fíjate que me hiciste recordar el día en el que mi novio (ahora ex) me entregó mi anillo de compromiso.

Primero, me envió a mi correo una liga a una página de Tiffany. Me escribió: “elige el que quieras”. La liga me mandaba directamente a los rings de compromiso… Casi muero porque estaban re bonitos.

Escogí el que quería y ya después pasó lo que tenía que pasar: dejamos de ser prometidos, terminamos la relación, le regresé el anillo y todo mundo me regañó por la devolución, jajaja.

Todo esto en relación al comentario de Mara, en donde, y con toda razón, alude a lo mucho que adoramos a la materia…

Mara: ¿A poco no es “rebonito” pensar que vale uno más muerto que vivo?
Lau: La elección del anillo de compromiso es chamba del galán, que tendría que tomarse el tiempo para saber cuál es el gusto de la destinataria. Digo yo. Y lo del regaño… digamos que me recordó algunos chistes sobre el tema.

Recién llego luego del mega-reven… (estaba reponiéndome y todavía estoy hecha un trapo, jeje).
¡Órale! Menudo rincón insólito… La mera verdad, los diamantes nunca me han gustado porque siempre los he considerado cuestión de status (ostentosísimos… hay que ver lo que cuesta una de las piedritas); eso sí, cada quien puede elegir qué hacer con sus muertos o sus mechones de pelo de la peluquería; yo, paso. Y todavía me gustan menos a partir de que se ha hecho pública la historia de cómo los diamantes se volvieron símbolo del amor (magnífica campaña publicitaria que se hizo hace un buen de años y todavía rinde sus frutos al por mayor) y de todo lo que ocasionan en diversos países. Para mí, es mucho más precioso el alimento o los arbolitos y conste que no soy ecologista, es una mera cuestión de apreciación. No obstante, celebro lo insolitísimo del rincón, besos al chanchipar, suya de ustedes, yo.

Lic: No la rompa, basta con 8 onzas de ceniza…
Paloma: A mí lo que no me gusta es la publicidad, precisamente porque contribuye a crear apasionados extremismos. Como bien dices, los símbolos que conmemoran una historia pueden ser tan vivos como un árbol o tan baratos como una taza de café. Pero la memoria, dictador democrático si los hay, los aquilata siempre con toda precisión.

De hecho fue elección de él porque nomás no me dio el que a mí me había gustado…

Por cierto, estoy empezando a pensar que es buena idea empeñar varias cosas materiales que nomás me traen malos recuerdos…

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