Hace algunos días, Lou-Sin festejó calladamente su aparición en este plano de la existencia. Y digo calladamente no sólo porque así es él, sino porque se nos olvidó que había asomado en cierta esquina (¿o era un rincón?) de blogolandia antes de presentarse oficialmente acá en la pocilga.
Cuando el personal amenazaba con las tradicionales mañanitas, el maestro pidió que mejor le pusieran esta canción. Quizás porque ya nos ha oído cantar.
El cuento de los tres cerditos y el lobo feroz. Una memorable (aunque algo dispareja) versión en español y la “prueba” de que en el otro mundo TIENE que haber música… no necesariamente de arpa.
Para rematar el año, es mi turno de diciembre en Escribidores y Literaturos.
Esta vez, un texto muy especial, desde la infancia y de la mano de múltiples recuerdos, ante la magia de un nuevo espectáculo imborrable, igualmente lleno de sensaciones y enseñanzas.
Si parecía que andábamos de vacaciones, no era tan cierto. Hoy es Lunes, reaparición de Ivanius en Escribidores y Literaturos.
Decir verdad. Enseñe a pensar a sus hijos, pero no demasiado.
OH, SÍ. AVISOS PARROQUIALES.
UNO: Hace mucho, mucho tiempo, en esta pocilga comenzó un cuento. O una cuenta. En el próximo post, el metro llega a Tláhuac. Digo, la pocilga alcanza su bicentenario.
DOS: ¿Cuándo? A más tardar lo antes posible, como dicen los que le causan migrañas a Cervantes. Haga su reservación, sivuplé. Ps’esque luego no alcanzan los tacos. Con champaña, o con champurrado… para no errarle. Estéi tuned.
EDIT ALBERTO:
Así es mi querido hermano marrano, que el duechento nos ha alcanzado.
Y no sé ustedes, pero parece que agosto nos agarra como en curva.
Postes van, postes vienen, comentantes que hacen lo propio; aniversarios, cumpleaños, renuncias irrevocables y otras no tanto. Lo cierto es que en este gran vecindario no hay nada escrito -vaya ironía chingá-.
Pronto, la RCP anunciada desde hace mil años a una aventurilla chanchesca y las consabidas ardiciones que trae como dijera alguien “este oficio” globero.
Sin alusiones, ¿oquei?
Acá seguimos.
Otro Edit más: Vean ustedes que esto sí es serio.
Solamente tenemos los mismos 199 postes en el horno. Y es que hasta hoy en la tarde no había mucho en claro.
UNO. En el post anterior los comentarios totales recibidos hasta la fecha por este changarro superaron la increíble cifra de MIL. Por supuesto, sin contar los exabruptos del personal de intendencia. Un aplauso para todos los contribuyentes y amigos, especialmente a Sonia y Un Hombre Mirando al Sudoeste, que desde sus respectivos espacios rompen el listón e inician el camino al nuevo milenio. Gracias, de verdad, a todos.
DOS. Pronto, otro número cabalístico, acompañado de una reaparición (o más) y los resultados de exhaustiva investigación internáutica no patrocinada por National Geographic ni encabezada por Jaime Maussán.
WHAT? La pocilga ha recibido MIL comentarios. O la locura es pandémica, o la humanidad tiene aún esperanzas.
ÉSTE ES UN AVISO PARROQUIAL. Todos aquellos que así lo deseen pueden pasar al changarro colectivo Escribidores y Literaturos a leer en esta ocasión un cuento de Ivanius casi para todo público.
“Propina no incluida”. Media luz, coctelería, botanas. Dejen huella, pero lávense las manos.
ÉSTE TAMBIÉN. La pocilga está en proceso de remodelación: los arquitectos sólo dibujan y los ingenieros no saben sumar, así que el trabajo quedó en manos de los albañiles, que acomodan cosas raras por donde sea. Asómense bajo su propio riesgo.
Muévanse, que el chofer de la limosina tiene harta chamba. Nomás me pongo los lentes oscuros y una manzana en la boca. Digo, una flor en la solapa.
Corbata de moño, y un listón en el tobillo derecho, el de jabugo. Para que no me digan que lo pongo muy alto. Una gorra de gala para la foto oficial; no es para el pasaporte, así que vale tener las orejas medio cubiertas (pero no cerradas).
Organícense como quieran, pero lleguen. La entrada es por la puerta grande, porque el personal de la pocilga (y la Granja) trae más de una sorpresa.
Si no me creen, es que son nuevos aquí. No digan que no se los advertí.
Y rimó, qué tal. Va a resultar que hasta… quién sabe; todo puede suceder.