El sudor tibio desmiente las buenas condiciones que hacen posible esta carrera. Hay quienes dicen que está sobrevaluada, que es una presunción inútil, un arcaísmo. Yo continúo.
El mayor obstáculo suele ser ese: la opinión ajena. Muchos que en algún momento gozaron sobre la misma pista, luego abandonan ocultando a medias su alivio, y prometen nunca más dejarse atrapar por esta adrenalina.
Dicen que el terreno y los participantes han cambiado. Su defensa es que la tecnología resulta más atractiva que el método rupestre… y quizás sea cierto, pero aún hay sensaciones primarias no reemplazables, como bien lo sabemos unos cuantos. Sigo avanzando. Mientras, llegan más recuerdos, nuevas reflexiones y más obstáculos.
El entrenamiento cotidiano también distrae. Los movimientos, fluidos por repetición, casi pasan inadvertidos. Ese trance ayuda a recorrer grandes distancias en una superficie que sólo a veces obedece al clima para cambiar de soporte.
El tiempo escasea, pero no me doy cuenta porque todavía hay luz suficiente para ver lo que hago. El sudor hace rato no molesta, porque es inevitable.
Falta poco, aunque este último tramo es más prueba de resistencia que de velocidad. Ahora es cuando cualquier interrupción puede ser mortal.
Entonces, un mosquito me rompe la concentración precipitándose en mi ojo izquierdo: parpadeo haciendo juego con el atardecer, que oculta algunas cosas y resalta otras. Las sombras exigen paso libre, y los insectos buscan su comida. No quiero ser el plato principal, así que me retiro.
A pesar de todo, aún es grato leer a la intemperie.
6 replies on “Larga Marcha”
… desprovista de artillería a la intemperie y ya sin gota de sudor me dispongo a disfrutar de la tarde, a falta de libro creo que hay artilugios varios aunque a decir verdad tengo una pila que acomodar que yace en mi buró…
vaya lío ahora aqui afuera en la terrazita ya estoy pensando en pendientes que dejé
que será mejor ser rupestre o silvestre? por momentos me acordé de una carrera de obstáculos, tan cierto que en medio de rutinas uno debe llegar bien apostado con zapatos cómodos inclusive a las ventas nocturnas de librakos
Me encantó esta entrada porque justo describe las sensaciones de un latinoamericanista. Jejeje.
Abrazo de casi viernes.
Una que es quejumbres, no sabe si temerle más al implacable sol o a los voraces mosquitos… y sin embargo, estoy de acuerdo, leer al aire libre en una tarde tibia (o fresca), es un placer enorme.
Abrazos sin piquetes de mosco, jeje
Ay Chanchito es que debes entender que a los moscos también les gusta la sangre culta, déjate picar.
Besos.
Yo no puedo leer outdoors
me distraigo mucho… prefiero leer en mi casa sin soles, personas y naturalezas, me divierten y por lo tanto no me dejan concentrarme. Soy como gato que pasa un bicho y pierde atención a lo que hacía previamente.
Abrazo
Jo: Terraza, artilugios y una tarde para disfrutar. Buena idea, con o sin libros.
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GA: Latinoamericanista, de los que no llevan R, o no la pronuncian. Un honor. Abrazo de antilunes.
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Marichuy: Nada que temer, con un buen libro y tibieza próxima. Abrazos refrescantes.
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Malquerida: Los moscos van a lo suyo, aunque uno sea culto. O se oculte. Beso.
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MV: Así pasa; cuando la diversión impide concentrarse, es mejor concentrarse en la diversión. Los gatos no pierden la atención: a ellos les gusta divertirse siempre. Abrazo.