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Corriente Happy-Happy Inspiración pura

Aventuras bucaneras II

La penumbra no me asustaba… decía yo. A los seis o siete años era dueño absoluto del mundo desde la fantasía invulnerable de los juegos. Mi trabajo actual de escribiente no se parece mucho a las andanzas que tuve como el más intrépido corsario de los siete mares: hoy prefiero el abrazo del sillón a la caricia del agua encharcada… una copa de vino es tan irresistible como ayer las nueces verdes que recogía del patio y comí siempre sucias.

pyle_barbe_noire_wikimediacommonsA estas alturas no puedo borrar la sonrisa de mi cara; las carcajadas del héroe siguen allí, aunque la portada sea de cartón barato y el lomo esté engomado. Sólo importa pasar las páginas; no existe diferencia entre el lector y el protagonista.

Recuerdo que dejaba de leer para ensayar fintas y mandobles. Por culpa de las burlas sobre mi redondo vientre (que no lo era tanto), dejaba de ser Galahad y me vestía de Sancho Panza, o Pancino, recordando las andanzas del escudero vuelto agricultor, yo, pirata arrepentido hecho «intelectual».

El flaquísimo Rucio era un palo de escoba sobre el que podía cabalgar por horas. Hoy ruego al cielo que no aparezca alguna proeza pendiente para poder apearme de la silla y huir en busca de un café que rompa la rutina.

La agudeza mental, ayer siempre oportuna para desconcertar al enemigo, hoy exprime las neuronas para convertir una colección de anacronismos, redundancias y cacofonías trepidantes en frases fluidas y párrafos comprensibles. (continuará)

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Corriente El rincón insólito

Rincones insólitos: Encuentre el bicho

coconut_tree_with_weird_shape_at_atlantiswikimediacommonsEn beneficio de la humanidad doliente y la perpleja comunidad científica, presentamos una herramienta que puede ser útil y al mismo tiempo evitar el racismo animal. Tal vez así aparezca el causante de esta zoopidemia.

Beast Blender. Si no conoces el bicho, imagínalo.

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Como una ola

buenassssssComo una ola

tu amor

llegó a mi vida,

como una ooooOlaaaa…

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Aventuras bucaneras I

treasure_island-scribners-1911wikimediacommonsEn la oficina, junto a las revistas de siempre, encontré un libro. Nada me sorprende tanto como los susurros inesperados que se avivan entre números y comas, entre pausas y capítulos, de línea en línea, cuando encuentran un lector apropiado.

Es una edición pequeña y huele a nuevo, pero no me puedo equivocar. El título es el mismo; hasta las ilustraciones, a la manera de los «viejos tiempos». Ese regusto a sal y confitura que dejaba en la boca no ha desaparecido. Antes, me ocupaba de esas lecturas en el agradable ocio después de la cena; ahora, sólo algunas veces, robándole tiempo (y a veces también comida) a la hora de comer.

El endurecimiento de mi alma no se desvanece, como entonces, al calor de las primeras letras. Ahora hace falta más leña, más fuego, más silencio. Pero siguen allí los escalofríos. Ya no dejo de leer para ir a preguntar, con ceño de niño serio, por las «palabras raras»: los diccionarios ocupan el lugar de conversaciones en que aprendí tantas cosas.

A cada página, recuerdo el negro sonido del polvo en la ventana, aquella tarde gris y llena de ventisca cuando subí, solo, al desván de mi abuelo, y encontré una novela de aventuras. (continuará)

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Clamores

…Si me recuerdas, con sólo sostener entre tus manos mis palabras podrás escucharlas también. Cuando te hable de mis visiones y encuentros, si  te importo (como dices), sentirás el olor del pasto en el rocío de la mañana y te hará estornudar.

van_eyck_003wikimediacommonsEntonces será como si estuvieras junto a mí. Me escucharás decirte que jugar con la luz se parece a perseguir un mechón de tus cabellos, siempre cerca, siempre lejos, huyendo de mis dedos que quieren asirte con esa rabia que un día me hizo mirar fijamente al sol y congeló para siempre la rebeldía en mis retinas.

Sé que tus horizontes se dilatan con los míos. Por eso escribo esta carta después de caminar todo el día; por eso me recuesto rodeado de flores, junto al arroyo que sació mi sed con una carrera de cristal que sonríe. ¿Verdad que es deliciosa el agua fresca? Bálsamo inigualable para los pies, para el alma que invoca.

Por eso, cuando llegues al final de la página, perdona el impaciente trazo de mis letras-tuyas: piensa que las manos de un rapsoda ciego no se han acostumbrado aún al punzón. Y si acaso quieres besar mi nombre, no te extrañe encontrar un poco de sal en tus labios; es sólo una lágrima de mi torpeza, de mi amor, de mi cansancio…

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Variación sobre el tema

Cada día que pasa en esta contingencia sanitaria (me niego a llamarla epidemia o amenaza mortal) parece que el infierno -o la influenza- fueran los otros. No hay mucho contacto visual, los saludos son meras inclinaciones de cabeza. El pequeño teórico de la conspiración que todo chilango lleva consigo está despierto.

En la calle, el tapabocas se ha convertido en accesorio omnipresente: desde el indígena oaxaqueño o poblano que pide ayuda a través de papelitos hasta dos asaltantes a un Sanborns. Enmedio, los demás. Quien no tenga qué hacer, mejor no salga. Pero los otros no son el infierno, sino quizás la solución.

El  temblor de ayer me recuerda el 19 de septiembre de 1985, señal “legendaria” de la paranoia chilanga y de otras cosas. Creo que hoy como entonces sirve combatir la confusión y el alarmismo con buena información y sentido común: la influenza porcina es una nueva enfermedad, que exige a todos cuidarnos un poco mejor de como lo hemos hecho hasta ahora frente a otras enfermedades, tanto personal como mutuamente.

Los investigadores, epidemiólogos y autoridades tienen su propio quehacer. Pero todos podemos hacer algo más que alimentar rumores, parálisis o indiferencia.

Quien no quiera que su estornudo o tos provoque un literal encogimiento del prójimo, debe aprender a usar siempre por lo menos un pañuelo desechable para taparse la boca, y tirarlo en la basura, no en la calle. En vez de no dar importancia a lavarnos las manos con regularidad, y no sólo “cuando se vean sucias”, es momento de aprender.

A cuidar la propia salud y respetar a los demás. A salir un poco de la burbuja personal para ser solidario o pedir ayuda. A ejercitar la sensatez.

El temblor del 85 nos enseñó a muchos qué significa la solidaridad para estar más seguros. Espero que la influenza porcina sirva para aprender que la solidaridad en la higiene personal y la salud es básica para convivir como lo necesitamos siempre: con, sin, o a pesar de las emergencias.

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Pasmus Linguae: Esa es la cuestión

cervantes-de-cabezaEn un semáforo: Estoy vivo sólo por falta de costumbre.

(La paranoia tiene más efectos secundarios de los que yo creía).

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Rincones Insólitos: A salto de ranas

Este video, junto al de ManáManá, también es un clásico (y no por Paul McCartney).

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Cría cuervos…

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I Java Dream V

Sólo puedo ver que mis manos tiemblan.

Acabo de cerrar el libro bajo la “lámpara de biblioteca” con su pantalla verde y luz cálida. No quería que terminara.

Tampoco me di cuenta de la hora; supongo que por eso prendí la luz… pero de pronto, no me hace tanta falta. ¿Estará amaneciendo? Pero si solamente quería terminar de leer un capítulo; no puedo haberme pasado toda la noche leyendo. Sé que fui por el diccionario para buscar una palabra que creí francesa y resultó de inglés antiguo. Ahora ya no recuerdo cuál, pero era algo original y simpático, relacionado con arroba.

cafecito_WikimediaCommonsYa está: avoirdupois. Debo usarla pronto, para que ya no se me olvide. Lo que quería era aprender un poco más de francés o italiano, para poder leer algo más que cuentos sencillos. Pero esta música no me deja concentrarme: “Love Me Tender, Mamacita“.

Algo pasa. No puedo moverme y las manos siguen temblando. Un momento; estas manos no pueden ser las mías: azul verdosas, con uñas puntiagudas… ¿qué es ese olor? ¿moho? Lo que creí pantalla de lámpara es un techo cóncavo que está demasiado cerca de mi rostro… y tiene algo… ¿tela? ¿terciopelo? Un momento, ya sé que no me bañé antes de dormir, pero ¿por qué hiede tanto a sudor… o a terror?

Ya sé: no estaba dormido, sino leyendo a Lovecraft, a Lucy Maud Montgomery y a Federico Arana. Entonces, esto debe ser un sueño. Será mejor despertar, antes de que aparezca por aquí el doctor House con ganas de realizar una autopsia. Gracias, esta vez americano sin azúcar, por favor.

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