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Corriente

Sólo porque leo

El interruptor encendido cuando aprendí a leer se quedó trabado, ojalá, para siempre. Las letras desfilan sin cesar con acompañamientos, y no sólo la música de Cri-Cri.

Un día, huyendo de extraños en la escuela, encontré un fichero alfabético. Lo abrí con curiosidad, y el profesor que vigilaba mis movimientos desde lejos dijo: Busca los datos de un libro que te guste, y podrás llevarlo a casa unos días. Cuando lo termines, tráelo para cambiar por otro, hasta que te canses.

¿Cansarme? Más bien quedé pasmado y febril, presa de la sed de letras. A cambio de una cartulina con foto tamaño infantil, devoré colecciones enteras. Conocí a Héctor Servadac, a Honorata de Van Guld y a Winnetou; supe que D’Artagnan y sus amigos tenían aventuras más largas y tenebrosas que la historia (adaptada para niños) que me cautivó cuando mi edad apenas llenaba un dígito. También deseé llamarme de otro modo cuando descubrí que un malvado llevaba mi nombre.

Esa biblioteca no existe hoy: fue absorbida, despojada y transformada en otra cosa por el paso de los años, los maestros y los lectores. El fichero, supongo, se alimenta de electrones, y los lectores no se registran a mano en una tarjeta de cartón. Pero las letras siguen.

Aún traen sorpresas, como que el creador del agente secreto más famoso del cine escribió también uno de los primeros cuentos que leí, sobre un loco inventor y su carcacha voladora. Continúa el asombro.

Tengo ojos, pero ahora sé que aprendí a explotarlos realmente mucho tiempo después de abrirlos por primera vez: eso es leer. A partir de allí, como dijo Borges (Jorge Luis), evolucionó un lector agradecido.

Mirar, ver y observar se conjuntaron gracias a las palabras, que así dejan sedimentos, haciendo menos soso mi seso, renglón tras renglón. Benditas sean.

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Corriente

Sin acertijo

Como ya lo dije en la casa de los trinos, lo pongo aquí completo en su idioma original (inglés). El diálogo-acertijo que acompañó el post anterior y mi turno en EyL pertenece a la novela Catch-22 de Joseph Heller. La traducción, retocada para eliminar los nombres de los personajes, que romperían el encanto, es de este su servilleta. Helo aquí:
«Yossarian says, “You’re talking about winning the war, and I am talking about winning the war and keeping alive.”
“Exactly,” Clevinger snapped smugly. “And which do you think is more important?”
“To whom?” Yossarian shot back. “It doesn’t make a damn bit of difference who wins the war to someone who’s dead.”
“I can’t think of another attitude that could be depended upon to give greater comfort to the enemy.”
“The enemy,” retorted Yossarian with weighted precision, “is anybody who’s going to get you killed, no matter which side he’s on.”» Joseph Heller, Catch-22

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Corriente Disculpitas

Acertijo, comillas y aparición

Hoy es mi turno agosteño (como dirían por allí en la blogósfera) de aparecer en Escribidores y Literaturos.

Para acompañarlo, les propongo (como ya hemos hecho alguna vez) un pequeño acertijo. ¿A qué personajes pertenece este diálogo, y quién lo registró?

“–Tú hablas de ganar la guerra, y yo hablo de ganar la guerra y sobrevivir.
–Exacto. ¿Qué crees que sea más importante?
–¿Para quién? A un muerto le importa muy poco distinguir entre ganadores y perdedores.
–Creo que tu actitud solamente beneficia al enemigo.
–¿El enemigo? Enemigo es todo aquel que busca ocasionar tu muerte, sin importar en qué bando esté.”

La respuesta, en el próximo post. Les espero en EyL con Guardador de puercos… sin parentescos.

 

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Corriente

Leer es maravillarse

“He intentado analizar este poema tan bien como me es posible con el poco tiempo que tuve para hacerlo, pero nada de lo que he dicho puede explicar, o dejar de explicar, el placer que me provoca. Eso es en última instancia inexplicable, y precisamente por ser inexplicable es que amerita una crítica detallada. Los científicos pueden estudiar el proceso vital de una flor, o inventariar sus componentes y disectarla; sin embargo, cualquier científico dirá que no por ello una flor deja de ser maravillosa, sino que lo es aún más cuando se sabe todo de ella”. George Orwell, The Meaning of a Poem. (traducido “al vuelo”)

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