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Corriente Explicaciones Marranadas

Libro interruptus

«… no existen razones legítimas que justifiquen la dificultad o el aburrimiento de los libros (…). La sabiduría no requiere un vocabulario o una sintaxis especializados ni se deriva para los lectores beneficio alguno del aburrimiento. Si se maneja con cautela, el aburrimiento puede servir de valioso indicador del mérito de los libros. Aunque nunca puede ser suficiente para emitir un juicio (y, en sus modalidades más degeneradas, deriva hacia la indiferencia y la impaciencia deliberadas), el tener en cuenta el grado de aburrimiento puede atemperar la tolerancia, por lo demás excesiva, a los disparates. Quienes no prestan atención a su aburrimiento al leer, al igual que los que no hacen caso del dolor, pueden estar incrementando su sufrimiento de manera innecesaria. Sean cuales fueren los riesgos de caer en el aburrimiento sin motivo, no menos peligroso resulta el hecho de no permitirnos jamás perder la paciencia con nuestras lecturas.»

«Toda obra difícil nos enfrenta a la disyuntiva de tachar de inepto al autor por su falta de claridad, o de estúpidos a nosotros mismos por nuestra incapacidad de captar de qué va la cosa. Montaigne nos anima a echar la culpa al autor. Existen muchas posibilidades de que una prosa incomprensible sea fruto de la pereza antes que de la inteligencia. Lo que se lee con facilidad rara vez ha sido sencillo de escribir. O bien pudiera suceder que un estilo semejante enmascarase la ausencia de contenido. La ininteligibilidad ofrece una protección incomparable a quien nada tiene que decir.»

Alain de Botton, Las consolaciones de la filosofía.

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