Se apareció el genio y me dijo: “Aquello que me habías pedido está listo, ya terminaron la obra del segundo piso del periférico”. Uf. Escuchar eso me hizo el hombre más feliz de la tierra, o al menos de Izcalli y sus alrededores.
Brinque, flipé, lloré y cuando me iba a arrancar con el eskimbombori, me dijo: “lo único malo, es que, como no me pediste que quitara el tráfico a la bajada, pues falto eso”.
Heme aquí en la fila para incorporarme. Gracias genio.