En días lejanos, cuando el monasterio era mucho más nuevo, Lao-Shi era el viejo maestro. Corpulento como un buey y testarudo como una mula, su voz se hacía oír de un lado a otro del monasterio, donde se desplazaba con agilidad a pesar de estar sentado siempre en una tabla con ruedas, por un accidente del que jamás hablaba.
Lao-Shi elegía a sus discípulos de modo extraño y los instruía con fiereza, exigiéndoles largas jornadas de meditación y otros ejercicios mentales y físicos a los que no estaban habituados. Sus métodos de enseñanza hacían fruncir el ceño a más de uno en el Consejo de maestros, pero aquel coloso indomable se reía. Así lo conooció un joven novicio, que con el tiempo llegaría a ocupar lugar propio entre los monjes.
En un rincón del monasterio hay un pequeño nicho de madera y piedra. Algunos dicen que, si guarda el debido silencio, el visitante puede oír el rumor de los espíritus antiguos.
Allí acude Lou-Sin frecuentemente a encender el pebetero. No se lo ha dicho a nadie, pero lo que escucha siempre, más que la voz, es la risa de su viejo maestro.
11 replies on “Resonancias”
Un gusto haber conocido a Lao-Shi. Sin duda de métodos poco ortodoxos y lleno de secretos, al tiempo que era bondad la que irradiaba. Hoy Lao-Shi no descansa, sino corre a donde se visualizó estar, seguramente espera encontrarnos ahí, nuevamente, para embriagarnos de alegría y risas.
¡¡Gran tributo!! Logró grandes cosas que ningún otro en el consejo de maestros imaginó. Nos quedamos con la risa del coloso indomable, que probablemente no se escucha sólo en el nicho de madera y piedra sino en lo más profundo del ser de sus discípulos.
Qué gusto saber que Lao-Shi ha dejado una huella profunda en varias personas. Yo también rindo homenaje a él, gran maestro que logró hacer de la experiencia del dolor, una experiencia de fecundidad hasta el último respiro. Descanse en paz.
Y a veces, no hay nicho, por grande que sea, que alcance para guardar tanto silencio.
Ojalá Lao-Shi me pasara su secreto.
Abrazo silencioso
La risa es la recompensa del sabio.
Lao-Shi no era tan buey entonces, porque saber reír no es un atributo de cualquier burro.
Lo bueno es que no hay ninguna cura contra la adicción a la imaginación, cuídate Maestro, que estés muy bien y te vaya mejor cada día, luego nos leemos.
Lou-Sin aprendió muy bien las enseñanzas de su maestro, así no lo extraña tanto.
Besos IvaniUS, deberé seguir el ejemplo de Lou-Sin para no extrañarte tanto maestro.
Only the good things transcend us.
Cheers!
Lou Sin escucha a su viejo maestro, porque lleva dentro su enseñanza. Y asi, como alguna vez me hizo ver, con sus palabras le recuerdo: su maestro vive en el. Por eso lo escucha.
Un gran abrazo 🙂
Eduardo: Corre y salta, sin duda. Abrazo.
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Marcos: Mientras no suene a hueco, que bueno es ese eco. Un abrazo, bienvenido.
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Gu-Shi: Esa es la definición de un buen dolor: el parto espiritual. Abrazo con estafeta.
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Marichuy: El silencio es aliento para las palabras, diría Lao-Shi (y Lou-Sin con él). Abrazos clamorosos.
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Don Pherro: No era buey, además de que pocos se atrevían a torearlo. Y también era adicto a esa imaginación. Un abrazo, nos leemos.
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Malquerida: Si no las aprendió muy bien, aún le quedan apuntes y recuerdos. Beso.
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Mr. 7w7: And our mentors stay with us always. Cheers!
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Luna: Así sea. Gracias; un abrazo.
No sabría qué podría darme más miedo a mí.
Si el silencio o risas de espíritus.
Yo la verdad, paso sin ver y sin oír.
:/
Saludossssss Ivaniusssssss!
Jess: También hay visiones y palabras gratas. No te las pierdas. ¡Saludos!