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I Java Dream

Los primeros instantes del día (es decir, cuando despierto) son para mí una maraña de confusiones y semi-sonambulismo. Pero también están entre los momentos más extrañamente creativos.

En los minutos que transcurren entre el sonido del despertador y el momento en que A FUERZAS tengo que levantarme, han aparecido, por ejemplo: las penumbrosas palabras de muchos de mis escritos, algunos gozosos sueños repetitivos (al grado de levantarme entre carcajadas), e incluso (como manda el cliché) la solución de algún problema que el día anterior le encargué a la almohada.un cafecito -- imagen tomada de Wikimedia (GPL)

Por supuesto, esto sería genial y maravilloso… si pudiera controlarlo a voluntad. La mayoría de las veces, sólo es posible descender a la normalidad con un café, preferiblemente caliente, y cien por ciento cafeinado.
Mientras encuentro la manera de domesticar “Pavlovianamente” la creatividad, no he encontrado nada mejor para alinear las neuronas.

Qué decir de los ocasionales y no tan ocasionales desvelos maratónicos, por trabajo o por otras causas más, digámoslo así, pedestres. En esas ocasiones, el café sigue siendo la bebida energética por excelencia, una que además es fácil de conseguir donde quiera, en todo tipo de variedades, desde el más exótico (y costoso) café gourmet hasta el humilde y eficaz instantáneo.

Elíxir maldito, hidromiel oscuro, aromático brebaje. Que viva el café.

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