En un medio día caluroso, uno de los monjes, harto de su mala letra, fabricaba criaturas de papel con trozos del pergamino de apuntes. Su manto estaba lleno de fragmentos minúsculos que intentaba sacudir a manotazos.
El viejo maestro se acercó entonces y tomó algunas de esas figuras. Enseguida se quitó el hábito y entró caminando en el estanque del patio, donde las puso a navegar, dentro de un cuenco de madera que hacía las veces de barquito.
Al salir, el anciano mojó un pincel en el agua del cuenco, ahora oscura, y se puso a trazar en un nuevo pliego historias absurdas y fábulas fantásticas.
Cuando el pasmado discípulo le preguntó por qué había hecho eso, Lou-Sin contestó que al sacudirse el ombligo descubrió una borra de algodón entintada, que sirvió a la vez de inspiración para refrescarse y pretexto para practicar su caligrafía.
4 replies on “Destrezas”
La sublimación del arte de rascarse el ombligo.
Ahora sólo falta que Lou-Sin vea porno por internet.
Saludos Chancho, cuídate, luego nos leemos.
¿Y si Lou sin se hubiera lavado bien el ombligo?
Unir lo práctico a lo divertido, o en otras palabras: matar dos pájaros de una pedrada…
Saludos Ivanius!!!
El maestro se puso exquisito esta vez… *carcajada* Un beso grande para él y 2011, ya sabe.