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Fotos Inspiración pura Joy-Joy

Las mil y una noches

Tango era un perro finoli. Y digo era porque de pedigrí nunca ha sido, pero vivía en el mismo edifcio en el que Azcárraga Jr. ahí en Santa Fe.

Lo tenía todo, además de tener todo lo que un perro necesita para sobrevivir:
Una nana para el solo, ropita, juguetes y el permiso de hacer lo que le viniera en gana siempre y cuando no desaguara ni desalojara el colon en algún lugar de aquel magnífico departamento.

Recuerdo la forma tan a la de sin susto en la que llegó a nuestras vidas.
Un sábado en la mañana sonó el teléfono, era el Pika diciendo si queríamos un perrito. Lis sin pensarlo, y obvio sin siquiera tomarme opinión lo aceptó y tranzó la entrega para la siguiente semana.

Como nuestra agenda de recién casados daba para todo, ese siguiente sábado teníamos comprometido un partido de boliche, dos comidas, una peda en Xochimilco y la entrega del can.

Obviamente a las 3 de la tarde nos quedamos atorados en las trajineras y la agenda se echó a perder.
Pero no lo del perrito; como había quedado en un ‘ai nos hablamos’ pues con voz aguardientosa e ideas nebulosas, pedimos direcciones y nos dispusimos a ir al encuentro.
Ya en el edificio, que más bien parecía un resort de esos de playa -con alberca y todo- un elevador privado nos llevó a un piso, no se cuál, pero altísimo en la torre; y al abrir la puerta, ahí estaba.
En los brazos de la dueña viendo al elevador con mucha desconfianza.

Y que me ve. Y que lo veo.

Y que se suelta a ladrar.
Como loco.

Le pasaron la pelota, los juguetes; nada parecía funcionar. Yo creo que el güey ya sabía a qué íbamos.

Después de una sesión muy lacrimosa de despedidas, nos entregaron su ajuar: un impermeable, una cama de lana, una cobija finísima también de lana Irlandesa, una pelota, un paquete de croquetas de las caras y algunas otras chucherías.

Y llegó.
Y se apoderó del reven.

Hasta hoy.
Este chinche perro ha estado en todos -literalmente- los eventos importantes de este clan, y no como espectador. Ha tomado parte activa en todo, tanto que hasta el mote de ‘interventor’ se ganó a pulso.

*****

Hoy mi hija quiso que pasáramos por donde era la florería.
A varios meses del cierre el lugar está muy cambiado.
La plaza comercial, ahora si lo lograron; les quedó gachísima. Tiene rejas por todos lados, y es oscuuura oscura, y ahí donde era el local más rosa y alegre del lugar se lee: “La raíz del diablo” – Tattoo – Piercing.

Sentí gachón.
Pero con las preguntas de Nina me llegó una idea; ¿y si me hago un tatuaje?

Temas e ideas sobran.
Además lo he dicho, yo no soy un “tattoo guy”, como que no me iría

Pero como alguna vez oí en P&A en la serie esa de los tatús: “un tattoo es para siempre y algo personalísimo. No se piensa, nomás se siente y se hace.” Y queda para la posteridad.

Ahora que Tango tiene casi diez, me empieza a rondar la idea de lo que será vivir sin él.
Maldita sea, ¿porqué los canes viven tan poco tiempo?
Y ahí está la idea: podría inmortalizar a mi hijo y esas mil y una noches que hemos salido a caminar las calles, todos esos silencios, las corretizas, los muebles rotos, los corajes, las búsquedas desesperadas, los cachorros, las peleas, las madrizas… Su irrestricto amor.

Su amistad.

Snif.

Mi amigo fiel
Mi amigo fiel

Sí me voy a hacer un tattoo.

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