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Corriente

¿70% dices?

¡Alberto! ¡ven, ven rápido!
Creo que me encontraba a la mitad de una operación de esas para salvar el mundo, pero la dejé ante la jugosa promesa…

¡Ven que se está cambiando los calzoneees!

Patinando, llegué guiado por los aullidos del castor viajero.
Efectivamente, en el departamento de enfrente estaba la recién llegada vecina parándose de la cama y con un movimiento más rápido que la enredadera del ‘Dandy’ se puso unos calzoncitos blancos muy monos. Lo demás ya lo hizo rápido, y ps el chou acabó.

Aaa, pero por supuesto tuvimos la gloriosa oportunidad de conocerle la raya a la vecina, y claro está, lograr el consiguiente atisbamiento de sus rosadas mejillas.

El castor y yo nos volteamos a ver y cruzando una mirada de inteligencia, sonreíamos plácidamente. Como el gato que se comió al canario.
Y ya sabes. Esas miradas casi siempre catalizan los pensamientos, por lo que a mi mente llegó una palabra que mi amigo Charly aplica en estos casos:

‘gordibuena’ dije yo.
“¿Uh?”
‘Gordibuena. Tu vecina es la gordibuena.’

Esta vez la mirada ya se acercó más a un cambio de luces guei, y pudimos terminar en un beso atascado si no es porque la ahora ‘gordibuena’ estaba volteando nuevamente a la ventana para checar la cara de su público conocedor.
Con una sonrisilla picarona, tomó su suéter y salió de la habitación.

Ahora éramos un coro de aullidos. Y si no es porque el castor se puso abusado y volteó nuevamente nos hubiéramos quedado así.

“¡Vente! ¡vámonos!”
‘Pero si la junta es a las 4, todavía hay tiempo.’

Esto ya se lo dije a la pared, porque sentí la brisa del castor pasando y cuando volteé, lo único que vi fue la puerta del departamento abierta.
Corrí escaleras abajo y este güey ya estaba en la acera; atisbando como perro de carnicería.

‘¿Qué onde, pinche Vic?’

Y que pasa. La ‘Gordibuena’ en VFM o sea, en vivo, caminando hacia donde estábamos.

“Mmmm… ¿por dónde será bueno que nos vayamos?” decía el castor aplicando acá, el rostro talibán a su mejor ángulo.
No sé porqué hasta se paró como mister mundo y sacó el bíceps mientras se frotaba la frente.

La escuincla marrana pasó como a 3 centímetros del castor; obvio echándole una mirada como de aprobación y con esa sonrisilla en la boca.
Ya nomás vimos cómo se alejaba.

* * * * * * *

Y ¿que porqué me acuerdo de esto?
Ps nada. Ahora sentado en un estarbúc acá por mi hogar, me doy cuenta que sí hay un trabajo más gacho que el de ser policía: ser promotora de “Slim Center”.

¿En qué consiste?
Ps la chica en cuestión está ahí parada; como viendo pasar la vida en un centro comercial.
Cuando ve a ‘alguien’ que cumple con el perfil, se le acerca y “amablemente” lo invita “a conocer los tratamientos para adelgazar que tenemos en Slim Center. Son tratamientos naturales y 100% seguros. Ándele, anímese”.

Más de uno, obvio, la voltea a ver con cara de “muérete, perra” y sigue su camino. Ella, claro está, sigue “haciendo su trabajo” y esperando al siguiente gordo, digo, prospecto.

Aitá, es ella.
Aitá, es ella.

Chale. No sé si es más impúdica la ‘gordibuena’ o esta chica que vende tratamientos de SlimCenterr.
No sé. Pero que vamos a sufrir el día que pongan conrtinas en el depa de enfrente, sí que lo vamos a hacer.

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