A veces me gusta imaginar colores que no importan.
Como los dinosaurios. No hace falta que tengan color. No sé siquiera si existieron como nos han dicho que eran.
Pero eso a los dinosaurios no les importa, y menos a mi dinosaurio favorito, que nunca se parece a Barney ni a Godzilla.
Sí, sé que ninguno de los dos existe y ni siquiera son dinosaurios de verdad. Pero no hablo de ellos. Hablo de los que imagino sólo por divertirme sin que importe que los dinosaurios y los hombres nunca coexistieron.
Por eso digo que los colores no importan, al menos éstos, los que son de seres imaginarios.
Pero tampoco los colores de los seres que conozco: Esos me importan porque SON.