«Es extraño si uno lo piensa bien. Por todas partes hay oportunidades para delinquir. La constitución del estado de Texas no establece ningún requisito para ser sheriff. Ni uno solo. No existen leyes de condado. Un cargo que te confiere casi tanta autoridad como Dios y para el cual no se exige ningún requisito y que consiste en preservar unas leyes inexistentes, ya me diréis si eso es o no es peculiar. Porque yo digo que lo es. ¿Funciona? Sí. El noventa por ciento de las veces. Gobernar a los buenos cuesta muy poco. Poquísimo. Y a los malos no hay modo de gobernarlos. Al menos que yo sepa.
(…). Hace un par de años Loretta y yo fuimos a una conferencia en Corpus Christi y a mí me tocó sentarme al lado de una mujer, era la esposa de no sé quién. Y no paró de hablar, que si la derecha esto que si la derecha lo otro. No estoy seguro ni de lo que quería decir con eso. (…) Al final me dijo, dijo: No me gusta dónde va este país. Yo quiero que mi nieta pueda abortar. Y yo le dije, mire, señora, no creo que a usted le preocupe en realidad adónde va este país. Tal como yo lo veo no me cabe ninguna duda de que su nieta podrá abortar. Es más, creo que además de abortar también podrá hacer que le practiquen a usted la eutanasia. Lo cual puso fin a la discusión».
Cormac McCarthy, No hay lugar para viejos.