Es demasiado fácil ceder paso al instinto
que ante el encierro oxida la esperanza,
pero con voluntad yo también puedo
reanimar con acciones la confianza.
Confío en mi cuerpo, el traje donde habito
desde que sé que soy, y aun antes de saberlo;
en el silencio, hoy más me maravillo
de que a pesar de mí, lo sigo siendo.
Cuanto a mi alrededor hoy me cobija
es obra humana y obra del esfuerzo;
en la vigilia y en el sueño encuentro
algo qué aprovechar, y lo agradezco.
Afuera, a lo ancho de los puntos cardinales
el día se enfila desde que el mundo es mundo,
y hoy como siempre, o no tan como siempre,
las criaturas y las cosas afinan su conjunto.
No es simple la lección: tampoco es imposible
atender al cuidado que todos nos debemos,
y habitar como prójimos y como seres vivos
este mundo que todos compartimos.