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Corriente Happy-Happy

I Java Dream IV

cafecito_WikimediaCommonsA veces me canso de pasar las páginas y si no he tomado café (últimamente es la norma), sueño dormido. Será poco original, pero funciona.

Las lecturas habituales se filtran y casi siempre entregan un personaje secundario. Esos sueños son reparadores a secas y sin incidentes ni créditos.

La diversión comienza cuando aparecen personajes de las películas, porque entonces, por ejemplo, el omnisciente chanchoprotagonista recibe lecciones de agudeza, elegancia y buena conducta de Woody (Harrelson), mientras intenta que Yul Brynner decida qué es mejor: no quedarse calvo o dejar de fumar. En su hombro derecho, John McClane; en su hombro izquierdo, Bruce Lee.

A veces es más divertido, como cuando Harpo Marx imparte clases de solfeo pautando el manual de Carreño con la voz en off de la narradora de los cuentos de Disney. En esas ocasiones, mis propias carcajadas me despiertan. Como no puedo volver a dormir de inmediato, tomo un libro hasta que alguna página me invita a soñar… o a tomar un café.

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Corriente Happy-Happy

I Java Dream III

cafecito_WikimediaCommonsVereda poderosa, el camino amarillo. Ese, el que lleva a alguna parte.

Al centro, un niño con el mágico poder de contemplar claramente su futuro inmediato decide que no le basta; quiere más.

Busca un espejo que le ayude a mirarse la nuca en la esquina de la pared, un tenedor que pueda trinchar pasta recocida, o una lengua suficientemente larga para lograr lamerse el codo.

Al correr tropieza con una pelota en forma de hongo, o quizás era un conejo con chaleco junto a un gusano fumador que recita a Oscar Wilde, pero no tiene tiempo de fijarse porque el libro de Ciencia Ficción que está leyendo resulta en verdad interesante. Después descubre que lo de no poder lamerse el codo no es cosa suya: nadie es capaz de hacerlo.

En otra parte, el Minotauro se aburre porque ha descubierto que en realidad prefiere ser vegetariano, con tal de que alguien se quede un rato a platicar, pero la naturaleza o la costumbre siempre le ganan, y él, debil ante sus debilidades, se resigna. Después, regresa al centro del laberinto a intentar ponerle esquinas al tiempo, o engarzar los minutos en flores como ofrendas.

Debo dejar de tomar tanto café en las tardes.

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Happy-Happy Joy-Joy Marranadas

100

Dale clic a las imágenes así como van. Alberto

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Las plenitudes (in)conscientes

Los cerdos no tienen glándulas sudoríparas, por eso se quitan el calor revolcándose en el lodo. Para los demás mamíferos, sacudirse la tierra y quitarse el lodo es algo instintivo, sobre todo al sentir que se endurece y, secándose, nos inmoviliza.

Igual que los seres humanos, el chanchopensante sabe que, después de jugar en la tierra, darse un buen baño es placentero, educado y necesario, aunque desde que era solamente un lechoncito descubrió que también le gusta la arena, a pesar de que es más difícil quitársela de encima. (Diálogos con Linneo)

El ChanchoPensante fue… una ocurrencia cierta, más que presunción o genialidad. Definirlo es como estar entre cronopio y fama.

Hace como tres años, yo sabía más o menos lo que era un blog, pero por falta de tiempo y exceso de timidez, me había limitado a la parte más técnica, a un universo conocido. La convivencia era algo que sucedía solamente “en directo”. Si con pocos hablo más de 5 minutos por teléfono, era impensable pasar horas y horas navegando historias personales (y menos comentarlas en donde cualquiera, o todos, pudieran verlo). Pero siempre hubo algo, en parte humor, en parte morbo, que pedía un espacio.

Desde el hijo pródigo hasta hoy, nadie ha querido darse cuenta de que los chanchopensantes no vivimos de la basura. Y tampoco la consumimos voluntariamente. (Diálogos con Kalimán)

Lo que sí recuerdo es haber descubierto un par de blogs que rompieron con mi timidez porque eran testimonio de amistades, proyectos y quehaceres: espacios para asomarse y compartir. Como los dueños de esos sitios habían compartido ya vida y trincheras conmigo, me sentí en confianza. En uno de ellos, mis palabras cobraron la fuerza de hablar de lo que me gustaba (y me daba de comer). En el otro, lo contado, ameno y divertido casi siempre, era un retrato desenfadado pero fiel de la realidad. Los comentarios, aunque esporádicos, empezaron a ser diálogos verdaderos. Aquí un fragmento:

“Regresar de vacaciones.
Es un tormento chino. Una muerte lenta por envenenamiento.
Si estás de viaje, el cansancio es lo único que lamentas. Dolor de pies, quemaduras en la cara y cuerpo; pero eso sí, bien cargado de nuevas experiencias.
Hasta ese día. El día antes de regresar.
Es como pararse al borde del precipicio. Los “pendientes” te asaltan, todo lo que hay que hacer empieza a tomar su lugar en la cola de trabajo. Arranca la máquina multitasking y… oficialmente se acabó.
Gueim ouber. ¿Y la cruda?
Evita la depre post-viaje. Piensa en el siguiente.”

“Para mí hay otro remedio parcial —o paliativo— para esa nostalgia macabra, ese vértigo existencial que es el fin de las vacaciones.
La crónica. Sí, esa plática gozosa, que puede ser por teléfono, o a golpe de cuartilla (electrónica o en papel).
La crónica por escrito permite contarlo de nuevo y releerlo, o compartirlo así, como lanzado al ciberespacio, para que a ver quién lo lee. Y si nadie, no importa; y si alguien, también. Al fin, lo bailado nadie me lo quita. Ese (el goce de leerescribir) es uno de mis favoritos.
Pero hay otro a la par: convocar a los amigos, a los seres queridos, al calor de un brebaje predilecto o una vianda común, y dejar fluir las palabras y los asombros, para cruzarlos con el aderezo de las anécdotas, con el condimento de los comentarios. Con la envidia que entonces se palpa, pero que se disipa en las historias compartidas…
Luego —entonces sí— la pregunta inevitable: Y el próximo viaje, ¿a dónde y cuándo?”

El contraste funcionaba, porque no era tanto. Pero un día llegó lo que para mí, Ivanius, es el verdadero Génesis de la Pocilga:

“Creo que es hora de que usté derrame o embarre las tripas en algo más personal o sentido —como aquello del pie izquierdo— en beneficio de la comunidá… digo, pa ponernos igual ¿no? Ea”. –10 de septiembre de 2007 1:58

La clave fue eso de ponernos igual. No lo de embarrar las tripas, pues la timidez (en mi caso) prevalece, sino la oportunidad de compartir, abiertamente en teoría, pero sobre todo con unos cuantos, esos cómplices que (anónimos o conocidos) nos visitan.

Que tenga pezuñas no significa que no tengo tacto. Sólo que no uso las manos (o los pies) para lo mismo que ustedes. O tal vez sí. Pies tengo, aunque sean pezuñas. (Diálogos sin métrica)

El caso es que a partir de ese intercambio empezó un cruce de mensajes y correos cuyo resultado es esta pocilga y su benévolo demiurgo: una entidad que cobraba solidez y se hacía presente, como siempre, en casi todo, especialmente el trabajo.

Lo único para lo que las pezuñas no sirven es para trepar a los árboles. (Diálogos con Darwin)

El resto, como dicen, es historia. Una historia que hoy empieza su andadura de tres cifras. Y que me ha hecho imaginar, pero (sobre todo) reír. Por eso es que es el ChanchoPensante, que puede parecer sucio, pero no lo es tanto.

Yo soy herbívoro ocasional por convicción y con criterio propio: eso de que las margaritas no están para la boca de los cerdos es mentira, ¿verdad, Margarita? (Diálogos con Fausto)

Hoy, en medio de la basura y las cosas que nos agobian, la reflexión y la alegría tienen un lugar, al mismo tiempo solemne y profundamente humano. Su nombre, para mí, es el espíritu Chancho…y Amén.

Gracias a todos los lectores, visitantes y comentantes de este su chiquero. Especialmente a Don 7p alias Alberto, “párdner in chanch”, como diría él, junto a los amigos y familia, que saben quiénes son… con derramamiento de sangre o sin ella. ¡Seguimos adelante!

Ivanius
Noviembre 2008

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Corriente Happy-Happy Joy-Joy

Reaparece Nils Holgersson

Por fin viernes, hora de ponerle pausa a las lecturas talacheras contrarreloj para llegar a las del ocio gozoso, esas que no me paga nadie pero que aderezan mi conversación y hacen más transparente el alma.

Viernes de albricias, porque después de varias décadas de inexistencia, de ignorancia editorial (nunca mejor dicho), reaparece en México un libro de los poquísimos que considero piedra angular de mi biblioteca y releo siempre con gusto: El maravilloso viaje de Nils Holgersson.

La historia de Nils, el duendecillo de los patos, es entrañable porque cuando la leí por primera vez (a los diez años, creo) decidí portarme mal a sabiendas, esperando ser víctima de un hechizo que me permitiera correr tantas aventuras como ese personaje. Porque a los niños siempre les pasan cosas extraordinarias (ese es el punto).

En ese libro descubrí, entre otras cosas, que la geografía de un país desconocido (Suecia) podía ser muy interesante; que todos los animales, especialmente los patos y los zorros, pueden tener una personalidad mucho más agradable que la retratada en las fábulas de Esopo, y que las cigüeñas y hasta los ratones pueden ser muy sabios. La forma de narrar, a medio camino entre la novela de fantasía y el libro de viajes, me recuerda a Mowgli (el de Kipling) , a Bambi (el de Félix Salten) y a las Mil y una Noches. También recuerdo que, con los años, cada nueva visita a estas páginas era distinta: primero me atrajo la fantasía, luego las leyendas y finalmente incluso la geografía y la historia, materias que (por culpa de los los libros de texto) nunca aprecié demasiado hasta que (años después) empecé a leer novelas históricas.

La autora, Selma Lagerlöf, fue la primera mujer que recibió el premio Nobel de Literatura, aunque eso es lo que menos importa y puede no ser garantía, considerando algunos receptores del premio (como Winston Churchill) y otros que nunca lo recibieron, como Borges (y conste que sólo dije uno).

Es mi deber recomendar plenamente las aventuras de Nils a los visitantes de esta pocilga… y aprovecho para anunciar que en mi cuenta personal del año he superado los 75 libros precisamente a la vista del post número 100. Seguiremos informando.

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Corriente Happy-Happy Joy-Joy

Reaparece Nils Holgersson

Por fin viernes, hora de ponerle pausa a las lecturas talacheras contrarreloj para llegar a las del ocio gozoso, esas que no me paga nadie pero que aderezan mi conversación y hacen más transparente el alma.

Viernes de albricias, porque después de varias décadas de inexistencia, de ignorancia editorial (nunca mejor dicho), reaparece en México un libro de los poquísimos que considero piedra angular de mi biblioteca y releo siempre con gusto: El maravilloso viaje de Nils Holgersson.

La historia de Nils, el duendecillo de los patos, es entrañable porque cuando la leí por primera vez (a los diez años, creo) decidí portarme mal a sabiendas, esperando ser víctima de un hechizo que me permitiera correr tantas aventuras como ese personaje. Porque a los niños siempre les pasan cosas extraordinarias (ese es el punto).

En ese libro descubrí, entre otras cosas, que la geografía de un país desconocido (Suecia) podía ser muy interesante; que todos los animales, especialmente los patos y los zorros, pueden tener una personalidad mucho más agradable que la retratada en las fábulas de Esopo, y que las cigüeñas y hasta los ratones pueden ser muy sabios. La forma de narrar, a medio camino entre la novela de fantasía y el libro de viajes, me recuerda a Mowgli (el de Kipling) , a Bambi (el de Félix Salten) y a las Mil y una Noches. También recuerdo que, con los años, cada nueva visita a estas páginas era distinta: primero me atrajo la fantasía, luego las leyendas y finalmente incluso la geografía y la historia, materias que (por culpa de los los libros de texto) nunca aprecié demasiado hasta que (años después) empecé a leer novelas históricas.

La autora, Selma Lagerlöf, fue la primera mujer que recibió el premio Nobel de Literatura, aunque eso es lo que menos importa y puede no ser garantía, considerando algunos receptores del premio (como Winston Churchill) y otros que nunca lo recibieron, como Borges (y conste que sólo dije uno).

Es mi deber recomendar plenamente las aventuras de Nils a los visitantes de esta pocilga… y aprovecho para anunciar que en mi cuenta personal del año he superado los 75 libros precisamente a la vista del post número 100. Seguiremos informando.

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Corriente Happy-Happy Joy-Joy

Sobre el buen uso del correo electrónico

El día de hoy ha sido memorable para mi buzón, donde recibí dos motivos de alegría.

1. Los Oompa-Loompas y sus benéficos efectos.
Curioseando en busca de algún rincón insólito para ofrecer a ustedes, encontré (y envié por correo) la “canción de los Oompa-Loompas” obra de Roald Dahl, que pone a la televisión “como lazo de cochino” y defiende con éxito la lectura.

Algunas de mis corresponsales mamás contestaron haciéndome ver que sus respectivos vástagos conocen el tema, lo aprueban y lo disfrutan (una de ellas escribe su blog aquí). Eso, por si algo faltaba, es un mérito más de la dedicación  materna (sin albur) y alienta mi esperanza en “las nuevas generaciones”, o por lo menos, en algunos de sus representantes. Visiten acá el texto completo de ese poema en inglés (titulado “Television” o “Mike Teavee”), seguido de una traducción aproximada al español.

2. Las coincidencias de la vista (o de la miopía).
Con ocasión de una pregunta lanzada hace algunos días por una ilustre escritora (“¿A que no adivinan la graduación de mis anteojos?“) mantuve un diálogo electrónico que confirmó (y no es que tenga dudas) la enorme calidad de mi interlocutora, además de algunas semejanzas biográficas que algún día comentaremos aquí (tal vez).  Sin caer demasiado en la indiscreción, puedo decir que logré superar el reto con respuestas sobre oftalmología (!) y otras disciplinas, lo cual agrega una especialidad más a mi divertido currículum como afanoso recopilador de conocimientos y datos a veces útiles y a veces intrascendentes.

Ya sabía yo que el correo electrónico puede ser fuente de gozo, en viernes y con un buen filtro antibasura.

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Corriente El rincón insólito Happy-Happy Inspiración pura Joy-Joy

Rincones Insólitos: La versión extraviada de Maná Maná

Esta vez no es necesario abandonar la pocilga para encontrar el rincón insólito, que hoy presenta una de las canciones más emblemáticas en el mundo ¿a poco no?

Pero seguramente no conocen la versión original (que además proviene de una historia muy poco infantil). Aquí tienen tres opciones para elegir su favorita.

La de Plaza Sésamo (1969)

La del Show de los Muppets (1976)

La original, de Piero Umiliani – Remix de The Karmissky Experience (1968, sólo audio)

Sin duda es una buena manera de empezar la semana. Aunque el misterio persiste: ¿qué significa Maná Maná (o cómo se escribe)? Seguiremos informando…

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Happy-Happy

Brindis IV

Y el Castor pidió otro chile..

La dieta no pudo, tráiganme otro chile.

Vic.

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Happy-Happy

Este es bueno… ¿Será?

if I had one of these...

Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete.

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Happy-Happy

Gracias.

Me puso de buenas tu blog, GA.

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