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Rincones Insólitos II: El comic es Cooltura

lo que se encuentra al no seguir la línea recta

Debo confesar que este me hizo reír.

El Capitán Cooltura y el Agente Moleskine. Lenguaje re-finado, humor nerd. Ya están advertidos. Para mejores efectos, empezar desde el principio.

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Corriente

Visiones I

Antes de la primera llamadaÉl era tímido. Sobre todo en público y ante las mujeres olvidaba lo que tenía que decir: aunque en su cabeza sonaba muy inteligente y melodioso, en cuanto abría la boca todo se hacía pedazos.

Un día llegó ella y se acabó la paz, porque al ser presentados, ella decidió que él tenía talento para el teatro, y le hizo aprender páginas y páginas de diálogo, donde él estaba casado (con otra, pero eso era parte de la obra), tenía que ir a una cena y aparentar conversaciones mundanas. Era un breve cuadro navideño: cinco actores, escenario y público.

Él ensayó interminablemente porque aunque sufría al pensarse centro de las miradas, lo que más temía era olvidar sus diálogos, los cuidadosos piropos, las órdenes al mayordomo, o las anécdotas de viajes y dinero que eran parte de sus líneas. Por eso las repetía en su cabeza una vez tras otra. Muy tímido, nervioso, pero eso sí, tenía excelente memoria. Ella estaba segura de que la obra sería “aplastante”. Acertó.

La presentación fue un éxito, pero sin él, que olvidó la fecha y la hora del estreno. El actor sustituto se robó la escena con sus improvisaciones.

Desde entonces, cada vez que se encuentran, ella piensa que él es un pelmazo. Él… no ha logrado olvidarla, pero ya no le importa ser tímido.

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Corriente El rincón insólito

Rincones insólitos: Lost Zombies

lo que se encuentra al no seguir la línea recta

Hay un nuevo experimento en esta pocilga.

A partir de hoy los lectores y visitantes de este espacio podrán encontrar periódicamente la liga al rincón insólito, donde aparecerá (por elección unilateral y probablemente efímera de los Chanchospensantes) algún lugar extraño, exótico, extravagante o curioso en la maraña de la Güeb.

O sea, uno de esos sitios que nos topamos en la vagancia internáutica sin saber cómo. No son enlaces pagados, ni adsense ni ná. Simplemente “sucedencias”. Así como le pasó a Caperucita Roja por no ir directo a casa de la abuelita.

En esta ocasión, el rincón insólito es Lost Zombies, dedicado a todos aquellos que ni muertos se separan de las redes sociales.

Manéjese con precaución.

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Corriente

Navegante III

beach_sandEn alguna caja encontré hace poco un trozo de foto, entre los sobres viejos de las antiguas musas.

Junto a ella, en lo que pensé que era una carta pero resultó un sobre vacío cuidadosamente doblado, leí un nombre de mujer junto al de un país que no era el mío, y encontré un mechón de cabello no tan misterioso, que me hizo sonreír primero sin malicia.

Pero me costaba trabajo recordar por qué ese fragmento de foto, donde sólo aparece un poco de arena.

¿Significa que la rompí, o que la guardé por algo? Ni idea.

Mientras intentaba pensarlo, poco a poco la escena se me presentó cuando no era imagen. Cuando estuve allí. Entonces, es verdad, nada me importaba más que esa esquina de la playa.

La arena no era blanca, sino… color arena, como dicen quienes no conocen el Caribe.

A partir de entonces sólo pude contemplar ese fragmento de recuerdos, hasta que Benedetti se entrometió en mi memoria y desperté.

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Borrones Corriente

Palabrería cotidiana III

Escribir es una actividad de minero, de talador, de alquimista, de jardinero. Exige manchar las manos en el frío del oficio, esculpiendo a golpe de tinta y electrón algo que no sé bien a qué o a quién se parece… hasta que termina. Sólo entonces, al final de la obra perseguida.

plumafuentePor ese instante es todo el afán. Para eso gasto  sueños y sangre: para construir refugios de palabras.

A veces, el agotamiento de vivir en todo lo que no son letras me impide pensar en ellas. Pero el cuaderno es implacable con su estridente coro de vacío. Aun cansado, hay que escribir otra sílaba, una línea, una frase… para que la fatiga se diluya.

Por culpa de ese breve instante, ese fulgor y otros detalles y gestos me transforman (desde una sonrisa hasta las carcajadas torrenciales del “chiste local”; desde un saludo envuelto en éter hasta el inescapable abrazo). Entonces experimento una felicidad que agoniza en su mismo nacimiento.

Dura muy poco: lo suficiente para exprimirle un par de letras al silencio… y seguir adelante.

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Corriente

The clock is tickin’

And today’s the meetin’. Good luck.

(Dedicado al 7w7 y a las NP)

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Corriente Explicaciones

Desdoblamiento

reflejos_wikimediacommonsDetrás de mis ojos, en ese tramo del librero que se pandea solamente cuando me acerco, descansa un libro olvidado. Esto empieza a ser frecuente; antes, mis lecturas eran más voraces y veloces, quizás porque, por deformación profesional, más que leer los libros me injertaba en ellos.

Ayer sucedió por fin. Contemplaba las páginas de un libro cuando me di cuenta de que mis dedos se habían manchado de tinta. Uno de ellos, el que maquinalmente deslizaba entre las páginas para no perderme o para avanzar en la lectura, se quedó pegado de pronto.

Horror, y es un libro prestado, caray. Un libro de esos que sí devolveré. Entre otras cosas, porque me ha gustado tanto —es decir, pretendo releerlo— que ya lo compré, y ahí está, nuevecito, apilado y celoso mientras termino de leer a su gemelo de otro padre.

Bueno, no importa; si le pasa algo a éste, entrego el otro al prestamista. Como está nuevo, y es el mismo libro, no le molestará. A lo mejor ni se da cuenta. ¿Y si no lo regreso? Bueno, no sé. Mejor lo termino de leer, a ver qué pasa.

Debo haberme distraído pensando porque no he cambiado de página en un rato. Es cierto: al parpadear, veo el libro comprado en el librero, aún cubierto de celofán y polvo, y su gemelo sobre mis piernas.

Mi mano sigue dentro del libro. Y al abrirlo, entiendo por qué: lo que leo es mi propia historia, y el libro que leo soy también yo.

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Corriente Explicaciones Marranadas

Libro interruptus

«… no existen razones legítimas que justifiquen la dificultad o el aburrimiento de los libros (…). La sabiduría no requiere un vocabulario o una sintaxis especializados ni se deriva para los lectores beneficio alguno del aburrimiento. Si se maneja con cautela, el aburrimiento puede servir de valioso indicador del mérito de los libros. Aunque nunca puede ser suficiente para emitir un juicio (y, en sus modalidades más degeneradas, deriva hacia la indiferencia y la impaciencia deliberadas), el tener en cuenta el grado de aburrimiento puede atemperar la tolerancia, por lo demás excesiva, a los disparates. Quienes no prestan atención a su aburrimiento al leer, al igual que los que no hacen caso del dolor, pueden estar incrementando su sufrimiento de manera innecesaria. Sean cuales fueren los riesgos de caer en el aburrimiento sin motivo, no menos peligroso resulta el hecho de no permitirnos jamás perder la paciencia con nuestras lecturas.»

«Toda obra difícil nos enfrenta a la disyuntiva de tachar de inepto al autor por su falta de claridad, o de estúpidos a nosotros mismos por nuestra incapacidad de captar de qué va la cosa. Montaigne nos anima a echar la culpa al autor. Existen muchas posibilidades de que una prosa incomprensible sea fruto de la pereza antes que de la inteligencia. Lo que se lee con facilidad rara vez ha sido sencillo de escribir. O bien pudiera suceder que un estilo semejante enmascarase la ausencia de contenido. La ininteligibilidad ofrece una protección incomparable a quien nada tiene que decir.»

Alain de Botton, Las consolaciones de la filosofía.

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Marranadas

Telaraña mental

El sueño de la razón«Mira, querida mía… Hace dos mil años, para ser tolerante, bastaba con estar en contra de la aniquilación sistemática de ladrones y criminales. La mayoría de la gente encontraba normal la pena de muerte, la sumisión de las mujeres, la esclavitud, la ley de los religiosos y la del caudillo local. El que proponía que ejecutaran a los ladrones sin torturarlos primero pasaba ya por ser un espíritu tolerante o, para los encargados de mantener el orden, por un loco utopista cuyas ideas progresistas serían la perdición de la sociedad. Hoy, cuando cualquier gilipollas canta las virtudes de la tolerancia, resulta cada vez más difícil ser su abanderado y es imposible distinguirse de la masa moral. Los tolerantes ya no escandalizan a nadie, ya nadie los critica ni los elogia. Antes la tolerancia era una especie de aristocracia de los espíritus más vanguardistas; hoy, en cambio, como se ha popularizado, esos aristócratas, para no perder su posición, tienen que llevar su tolerancia hasta extremos que hace un siglo no habrían ni imaginado. Buscan otros límites, en el sexo, el arte, las drogas, van allí donde estén solos, lejos de los bienpensantes, que marcan el límite que ellos han de traspasar. Necesitan la moral mayoritaria para oponérsele, para gritar “No a la censura” y sentirse herederos de los que antaño se jugaron la vida combatiéndola. Pero no arriesgan nada, y, además, así ganan más dinero y tienen más fama.»
Martin Page, El vuelo de la libélula.

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Inspiración pura Marranadas

Irracional

Mi locura es el convencimiento de que una parte de mí siempre está buscando un modo original de ser libre.

(Chispazo producido por una vista al blog de Ga, La señorita escritora)

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