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Corriente

Todo vuela

Como el tiempo y con el tiempo, ha llegado abril.

Esta extraña primavera de lluvia y sol trae un turno para posar palabras y apariciones en Escribidores y Literaturos.

Flechazo. Lo que provoca Cupido tiene alas.

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Corriente

Rincones Insólitos: El Bardo del tuít

Aunque me divierte, tuíter no logra convencerme del todo, por la misma razón de exigencia y falta de tiempo que le achaco a féisbuc. Sin embargo, aparte del diálogo con algunos ilustres amigos de la granja (gracias al #cuentoalvapor), a veces es posible encontrar cosas interesantes.

Esta no la esperaba: Romeo y Julieta en tuíter. Una iniciativa (nada menos) de la Royal Shakespeare Company que, sin saberlo, le copia a cierta historia en capítulos de #sietepalabras, conocida por aquí hace algunos ayeres.

Shakespeare y @estradalberto: Bard Brothers.

Cosas veredes, @chanchopensante.

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#cuentosalvapor Corriente Marranadas

Barrenos

Paul Valéry afirmó que un poema no se termina, se abandona, y de esto se hizo eco Octavio Paz. Creo lo contrario: el poema abandona al poeta en el desierto de su deseo no saciado.”  — Juan Gelman, al recibir el premio Reina Sofía.

Este lento consumo de  silencios parece, casi todo, un gemido sordo, entrecortado, maloliente, como trazo de gas pimienta en este aire que decimos –tú y yo– que respiro.

Día tras día, despepitar hasta que sólo quede eso: un rastro de semillas donde nada crece, ni siquiera la carne que alojaba esa esperanza en forma de goteras. Desvelo tras desvelo, una enorme pesadilla inatrapable que asfixia.

Encuentro descanso en la confiable tinta negra (ya sabes que la azul puede ser peligrosa) y temo, creo que con razón, la visita de mi albacea, pues ahora sus afectos tienen un guardián implacable, y yo, apegado a la nostalgia y a los viejos usos, utensilios y costumbres, cada vez quedo más en desventaja.

Lo único que me mantiene cuerdo es el insomnio, cruelmente destruido por el sueño, disipado al poco rato (una hora más temprano) por la luz que inaugura la vigilia.

Ah, pero siempre llega la noche. No estoy loco; sólo escucho con un poco más de cuidado este nuevo silencio. Las voces nunca respetan mis deseos.

Los habitantes de la imaginación entran y salen en un torbellino de letras que nadie puede advertir.

Antes de que amanezca, el caos de mi cerebro persigue una palabra que le dé sentido al sacrificio, a la morbosa violación de una página blanca.

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#cuentosalvapor Corriente

Entre vigilias

Tal vez después de cerrar los ojos no reconozca lo que me rodea, pero a pesar de eso, no me siento intruso. El desorden resulta familiar, casi acogedor.

La huida es sencilla porque no requiere carátulas de color con sellos, rúbricas y escudos; tampoco aparatos con sonido melódico o irritante, o una carretera abierta al desbocado estruendo de los cilindros.

La travesía no incluye el equipo que el ambiente exige, pero las herramientas no son improvisadas ni –como en los comics o historietas– aparecen milagrosamente en el bolsillo, con todo e instrucciones listas para usarse.

Mi prisa no necesita un boleto definido, un asiento cómodo o un horario preciso. A veces, ni siquiera una página o una historia que me sirva de guía.

Lo menos importante es estar despierto o no. Para invocar las palabras e imágenes que me alimentan sólo debo mover mis párpados.

Ah, tomar café puede ponerles fronteras… pero nunca impedirá creer en los sueños.

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Corriente

Música para lunes

A veces, una sonrisa boba es lo que necesitamos para contrarrestar, puertas adentro, la rutina y los monstruos del lunes.

Éste va con una orquídea para la FotoMadrina, que me lo envió.

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Corriente Inspiración pura

Las voces indirectas

Sus nombres por poco me pasaron inadvertidos.

Eran –para mí– cuatro amigos, ahora muertos, que me abrieron la puerta de un panteón creciente e inagotable. Finito, porque todo lo que ocurre en este mundo tiene límite y pausa, pero no por eso aburrido.

Alfonso me presentó a Gilberto, quien me llevó por el camino irrenunciable del humor, la ironía y la buena mesa. Julio, contradictorio y enigmático, trajo consigo a Daniel y a Edgar, porque sabía que ellos y yo nos llevaríamos bien, y que me servirían de referencia tanto para la valentía ante lo desconocido como en el miedo a lo inminente. Octavio, casi por casualidad, invitó a Fernando. JorgeLuis, al final y con cierta desidia, trajo a Jack, aventurero y enamorado del aire libre, para darle color al bronceado de oficina. Luego insistió en que Julio (nada dijo entonces de Alfonso) conocía menos a Gilberto que él.

Cada uno me presentó amigos que hablaban con voces distintas, pero entonces no se me ocurrió preguntarles, ni me hacía falta saberlo, si además de hacer hablar a otros ellos tenían las propias.

Así fue como descubrí, tras vocablos prestados, a Alfonso Reyes, Julio Cortázar, Octavio Paz y Jorge Luis Borges, antes (o casi al mismo tiempo) de saber que esos tan buenos traductores de Chesterton, Defoe, Pessoa, London  y Poe supieron cultivar, con oficio insuperable, voces propias de resonancias inmortales.

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#cuentosalvapor Corriente

Adivina qué vienen a cenar

La noche cuando llegaron los no-muertos, Marlin Ducruot no les dio importancia.

En aquella velada, su pequeño Bistro (capacidad: veintiséis comensales) sería reconocido con una estrella en la guía Michelin. Todo debía ser perfecto. Por eso le extrañó encontrar en la cocina sólo a Lolek, el sous-chef, con la mirada extraviada y más monosilábico, torpe y pálido que de costumbre.

Nadie más del personal se había presentado, pero Monsieur Ducruot estaba decidido a servir él mismo si fuera necesario. Su única obsesión era lograr el aplauso con un platillo principal inolvidable.

Fue mientras daba los últimos toques a su atuendo de trabajo cuando Lolek intentó sorprenderlo con una dentellada a la garganta. El chef enfureció… y, según los detectives, también contrajo el virus zombie, justo cuando el comedor se hallaba repleto.

La orgía de sangre que siguió fue indescriptible, aunque parece ser que Ducruot conservó, incluso en la locura, su motivación profesional.

Dentro del cráneo vacío del inspector de la guía Michelin, el forense encontró dos dedos del sous-chef y una sustancia blanca y agusanada: casu marzu, legendario queso de Cerdeña que hizo por fin famoso a Marlin Ducruot, autor de un memorable banquete de ultratumba.

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Corriente Marranadas

Antes del vapor, el agua

Entre atisbos de agitación primaveral llega mi turno de marzo en Escribidores y Literaturos.

Caligrafía efímera. En ocasiones hay mucho que contar… aunque no lo parezca.

Hablando de eso; les tengo un AVISO PARROQUIAL. Trascendió esta semana un avistamiento inesperado en otras regiones del ciberinframundo que sólo es posible describir a medias con aquella canción de Dumbo. Lo que nunca vi ni esperé ver: a dos chanchosocios tuitear. Se teme que tenga consecuencias, aunque no existe aún mayor información.

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Corriente Explicaciones Inspiración pura

Tweet in the morning y cuentos al vapor

La reaparición de mi chanchosocio en estos lares se debe, al menos en parte, a la iniciativa tuitera de algunos muy conocidos personajes de la granja. Todos ellos, salvo quizás alGunA honrosa excepción, han descuidado notablemente su quehacer bloggeril ante el embrujo de los 140 caracteres.

Hace unos cuantos días a álguienes se les ocurrió plantear una idea llamada #Cuentoalvapor (quesque para antes de dormir) y los resultados, publicados en el blog de cada participante, muy entretenidos y propicios para el relajo y la sonrisa. Las obras aparecidas son de Sadóvaya, Alberto, GA, Nadia y Diana.

Como homenaje a los creativos esfuerzos de ese singular grupo de tuitteramigos desde esta trinchera bloggera, he aquí “Tweet in the morning”, con la participación de otros consentidos de este espacio: Bobby McFerrin y los Muppets.

OPDÉIT: Por alguna razón, el video no se puede poner en la pocilga. Véanlo en Yutúb.

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Corriente

Poesía digerible

« … [dijo Gregory:] Sí, el poeta tiene que andar descontento aun por las calles del cielo. El poeta es el sublevado sempiterno.
–¡Otra! –dijo irritado Syme– ¿Y qué hay de poético en la sublevación? Ya podía usted decir que es muy poético estar mareado. La enfermedad es una sublevación. Enfermar o sublevarse puede ser la única salida en situaciones desesperadas; pero que me cuelguen si es cosa poética. En principio, la sublevación verdaderamente subleva, y no es más que un vómito.
Ante esta palabra, la muchacha torció los labios, pero Syme estaba muy enardecido como para hacerle caso.
–Lo poético –dijo– es que las cosas salgan bien. Nuestra digestión, por ejemplo, que camina con una normalidad muda y sagrada: he ahí el fundamento de toda poesía. No hay duda: lo más poético, más poético que las flores y más que las estrellas, es no enfermar.
–La verdad –dijo Gregory con altivez– el ejemplo que usted escoge…
–Perdone usted –replicó Syme con acritud–. Se me olvida que habíamos abolido los convencionalismos.» G.K. Chesterton, El hombre que fue Jueves.

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