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Corriente Explicaciones Marranadas

Ágatha y las chancholibretas

Querida Mrs. Mallowan:

Hace unos días decidí releer pronto alguna de sus famosas novelas, con el pretexto de haber encontrado un libro sobre sus métodos de dispersión mental investigación y descubrir que guardan cierta semejanza con los de quien esto escribe, aun cuando mi caligrafía es mucho menos elegante.

Seguramente nuestra querida Miss Marple sería la única con suficiente paciencia para desenredar tales madejas de ideas; después de todo, el encanto de las libretas es precisamente su disposición a recibir casi cualquier cosa, desde la puntuación de un juego de cartas hasta la receta de una pócima.

Junto al recorte de una revista, es posible encontrar algún recado personal, la letra de alguna canción, un poema u otra nota que seguramente Poirot tacharía de insensatez (la imaginación, Monsieur, también emplea pequeñas células grises). Los dibujos de sus apuntes harán las delicias de cualquier futuro antropólogo… mientras los míos, siento decirlo, le provocarían hilaridad a Jacob Marley.

Es verdad: a veces el entusiasmo por escribir rebasa toda intención de orden. Mis varias libretas también tienen forma y tamaño diverso, aunque no llegan a ser tantas como las 73 que el investigador encontró en casa de su nieto. Confío que, en el futuro, un hipotético descubridor de mis apuntes los trate con delicadeza, en vez de considerarlos (como Poirot) evidencia incontestable de locura.

Hoy, cuando la mayoría prefiere apuntar con electrones antes que sobre  papel, no puedo dejar de pensar si a usted, admirada señora, le sucedería lo mismo que a mí, a quien las “facilidades electrónicas” le parecen generalmente más amenazadoras que entrañables.

Por ese motivo me atrevo a escribirle, haciendo votos para que su fama perdure. Así, cuando alguien me pregunte, sabré decirle por qué no renuncio –siguiendo un ilustre ejemplo– a mis confiables y queridas chancholibretas.

By Ivanius

Intérprete de sueños, devoto de las palabras, adicto a la imaginación. Lector irredento y escribidor repentino. Ciudadano y no me canso.

11 replies on “Ágatha y las chancholibretas”

Eso de mandarle cartas a los muertos es más divertido que con los vivos. Quién sabe qué tenga la Agatha que uno la lee de chico y al paso de los años su relectura saca lo mejor de ella… será que se añeja, como los buenos vinos, o que uno se hace más… atento. Lo de los apuntes de casi todo era mania suya y de un tal Conan Doyle que también se las mascaba para el argumento inteligente. Será por la extinción de tan buenos hábitos que ahora uno lee tanta cosa que denuncia el botepronto a cada coma. Un abrazo, señor.

¡Qué emocionante! ¡Por fin se escucha hablar de las chancholibretas!

Me entusiasma leer del apego al papel, a los cuadernos que resguardan notas raras y cotidianas y divertidas y graves y trascendentes y superfluas.

Setenta y tres me suena a imposible y envidiable: tengo once apenas 🙁

Sin embargo, a diferencia de Agatha y de usted, mi alma vagaría intranquila si las libretas se quedan en el mundo una vez que yo haya muerto. Ésas deben ser incineradas conmigo.

Es incómodo y extraño y lleno de morbo y maravilla cuando se puede hojear ese tipo de cuaderno de apuntes cuando no son propios. Ésa sensación me da cuando leo el diario de Papini. Qué vergüenza me da con él cuando me entero de sus dolores de cabeza o las travesuras de su hija o esas cosas. Por eso lo leo poquito, como a escondidas. Por eso, igualmente, me da pánico el robo o extravío de una libreta. ¿No le pasa igual?

Gracias por compartir esto. Se le quiere a montones, ya sabe.

Soy fan confeso de las computadoras pero como todo obsesivo tengo también mis libretas… y como bien dices son especiales pues pueden ser receptoras de absolutamente todo… no sé cuantas tengo, son muchas, eso sí.

Me dan miedo a veces porque suelo ser muy poco moderado al escribir y de vez en cuando al revisarlas descubro cosas que hubiera preferido olvidar

otras veces me digo… ‘pero que pendejo era’

y otras me pregunto… ‘dónde quedó esto que yo tanto ansiaba’

un día lejano, si la vida me da consciencia, las leeré todas… y las quemaré todas.

Un abrazo

creo que es mania la de escribir y transcribir en un retazo de papel para que en la memoria no quede algo tan subjetivo de lo que se piensa…
no se si sea al revés

yo no soy escritora .. nunca lograré serlo pero aunque la tecnología de protón y codigos facilita alguna cosa, nada como ver plasmadas las letras y parrafos a traves de un chorro de tinta…

seguro que un escritor tendrá su propia visión
y apuesto que mas de uno sus libretas las atesorara mil veces mejor que sus librakos editados

🙂

Casi cualquier cosa es buena para apuntar una idea: un ticket, un boleto del metro, una tarjeta de presentación, una servilleta, un volante de propaganda, cajitas de medicamentos, en fin, te lo dice un esclavo del desorden. Libretas o cuadernos, no he llenado ni uno, puras hojas sueltas, recortes. Y la verdad ahora me gusta más teclear, las letras grabadas en los botones me dan impulso para ascender a las palabras y de ellas a frases; me he vuelto mañoso.
Saludos Puerquito Sabio. Luego nos leemos.

Ivanius

“Es verdad que a veces el entusiasmo por escribir rebasa toda intención de orden”

Lo suscribo casi letra por letra… en mi caso, favor de eliminar “a veces”.

Esa Miss Marple, sí que tenía Paciencia de Santo… tanta que bien podría acabar con la poca que me asiste a mí: ella tan analítica y sosegada y yo tan desesperada.

Saludos

Canallo: Es cierto, la Ágatha cada vez me divierte más, y sus detalles interesantes… será porque los años aumentan y el vocabulario también. El tal Conan Doyle será materia de post, pronto. Otro abrazo.

Diana: Me alegra que le emocione, oiga. Y con el número de libretas, incinerarlas llegada la hora sería casi materia de contaminación ambiental. En cambio, la intranquilidad de dejar “huellas de impudor y liviandad” no ha de ser tanta… siempre que los hipotéticos lectores vengan provistos de morbo y maravilla. Un abrazo.

MV: Casi suscribo tu comentario, sin llegar a la quemazón. Y de la consciencia, lejana o cercana, ni sus luces. Abrazo.

Jo: No creo que sea al revés, porque la memoria, por definición, es subjetiva. También escribir (del modo que sea) es atesorar palabras, pero las libretas tienen más usos alternativos (cotidianos, al menos) que los electrones… por lo menos, para calefacción y limpieza. Dicen.

Don Pherro: Cajetillas de cigarros, portavasos, un espejo… aunque, si el tema es tanto la tinta como la superficie, hay otros modos (bastante placenteros) de escribir caligrafía efímera. Saludos.

Marichuy: El orden también se expresa después de un título y antes de los comentarios, por lo que provoca en quien lee o escribe. Saludos.

las cosas importantes.. siempre SIEMPRE de puño y letra, no confio en otra cosa.

tu tienes bonita letra!

=0D

besitos

Un antiguo trauma psicológico originado en mi adolescencia, específicamente en primer año de la escuela secundaria, salio a flote al leer estas cibernéticas letras tuyas mi estimado Ivanius y es que resulta que la maestra de español amenazó con reprobarme todo el grado si no mejoraba mi caligrafía. Y es que mira, tengo “letra de muerto”, como la bautizo mi hermano. Puedes verlas en mi blog directamente en el post titulado “Letras pequeñas”.

Amo escribir en papel pero evito hacerlo por miedo a la inevitable burla del lector en turno que, por regla, no tiene el toque de Ustinov interpretando a Poirot, al hacer lo propio.

Lic.: Pues a veces la “letra de muerto” tiene efectos muy satisfactorios, como es previsible que lo tendrá esa dedicatoria cuando su destinataria pueda leerla. Así que… a seguir escribiendo. Saludos.

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