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Corriente Happy-Happy

I Java Dream III

cafecito_WikimediaCommonsVereda poderosa, el camino amarillo. Ese, el que lleva a alguna parte.

Al centro, un niño con el mágico poder de contemplar claramente su futuro inmediato decide que no le basta; quiere más.

Busca un espejo que le ayude a mirarse la nuca en la esquina de la pared, un tenedor que pueda trinchar pasta recocida, o una lengua suficientemente larga para lograr lamerse el codo.

Al correr tropieza con una pelota en forma de hongo, o quizás era un conejo con chaleco junto a un gusano fumador que recita a Oscar Wilde, pero no tiene tiempo de fijarse porque el libro de Ciencia Ficción que está leyendo resulta en verdad interesante. Después descubre que lo de no poder lamerse el codo no es cosa suya: nadie es capaz de hacerlo.

En otra parte, el Minotauro se aburre porque ha descubierto que en realidad prefiere ser vegetariano, con tal de que alguien se quede un rato a platicar, pero la naturaleza o la costumbre siempre le ganan, y él, debil ante sus debilidades, se resigna. Después, regresa al centro del laberinto a intentar ponerle esquinas al tiempo, o engarzar los minutos en flores como ofrendas.

Debo dejar de tomar tanto café en las tardes.

By Ivanius

Intérprete de sueños, devoto de las palabras, adicto a la imaginación. Lector irredento y escribidor repentino. Ciudadano y no me canso.

6 replies on “I Java Dream III”

Vereda poderosa y tropical… ¡qué bien se está aquí! Me trago la emulsión de Scott recetada por mi médico de cabecera (escapado de un laberinto) y de pronto, se me aparece el gusano fumador con zapatillas rojas y me avisa que hemos matado a la Bruja del Este (en realidad, dijo que le habíamos dado “cranck”). Ahora se ve todo mejor desde este promontorio, donde las lenguas alcanzan a los codos porque son de mariposas. En el rincón, late un corazón contento que siente que a pesar del café, las buenas amistades son seis veinte: llegaron para quedarse. Besísimos.

El minotauro charla con el gusano, quien lo llena de su inmensa sabiduría y le hace ver un par de flores en los cuernos no lo hacen vulnerable. En la esquinita de una hermosa pocilga veo a dos amigos nacientes que se entienden y miran con el alma, solo que a veces, Alicia y Dorothy, buscan desesperadamente a Momo, para que les regale tan solo una de sus flores horarias.
Abrazo y … en mi casa hay express… ¡imagínate!

Malquerida: En efecto, el camino de ladrillo amarillo tiene un segundo piso. Lo que nadie sabe es si ése realmente termina en una olla de oro.
Mara: Ya no voy a creerte cuando digas que apenas lees. ¿Otro cafecito?

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