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Chispazos Corriente

De dónde son los duendes

En una casa siempre hay cosas que arreglar, desde la ropa de los chicos hasta los zapatos de los mayores, aunque casi nunca alcanza el tiempo.

Así iba –decía Nana– el cuento del zapatero.

Aquel hombre tenía poco, en una casa pequeñita, pero muy ordenada. Como su espacio de trabajo también era pequeño, sólo podía hacer un par de buenos zapatos a la vez, y aunque era calzado de calidad, no le rendía el beneficio suficiente.

Cada uno de nosotros, como aquel señor, tiene una tarea de la cual ocuparse a pesar de que no rinde cuanto queremos: unos deben ir a la escuela y estudiar cuando querrían jugar; a otros les toca trabajar para comprar ropa y comida; alguien, en fin, debe preparar lo que comemos. Desde luego, también hace falta que la ropa esté limpia, el suelo barrido y cada cosa en su sitio. Es mucho trabajo, y a veces dejamos las cosas en desorden.

Una tarde, el zapatero preparó su material –cuero, clavos y pegamento– para armar los zapatos, pero decidió dejarlo hasta el día siguiente, pues estaba muy cansado, y se fue a dormir.

Ya reanimado por una noche de sueño, decidió levantarse temprano… y encontró un par de zapatos flamantes, listos para la venta.

Algunos de los mayores conocíamos esa historia, pero sabíamos que nadie la contaba como Nana.

El zapatero rara vez tenía tiempo para acabar su trabajo, pero no por falta de habilidades o por ser desordenado. Pocos lugares en el pueblo había tan frecuentados como el taller del zapatero, pues era buen conversador, y para todos tenía palabras de aliento o una sonrisa.

Uno de los vecinos fue causa del retraso, pues acudió, como muchos, al zapatero en busca de consejo. Por eso, en agradecimiento, llamó a todos los amigos y juntos concluyeron el trabajo que tantas veces vieran hacer.

Claro que el zapatero no lo sabía, y en cuanto pudo contó a sus vecinos que seguramente los duendes u otros seres mágicos lo habían visitado.

Fiel a su estilo, en lugar de contar simplemente un cuento, Nana decidió enseñarnos a utilizar nuestra propia magia, y así fue como descubrimos a los duendes y los invocamos desde entonces: convirtiéndonos en ellos.

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Corriente Joy-Joy

Decíamos ayer

Pero mejor hoy guardamos un silencio maravillado.

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Inspiración pura

Neverthere, Everyhere

“El pasado no vuelve”
(así me dijo un hombre sabio ayer)
y entendí que, después de estremecer,
lo que vivimos fue, pero se queda.

Así le dije yo,
pensando que las flores que hoy nos maravillan
ayer fueron enteca y gris semilla.

El pasado ya fue, pero algo queda,
porque este hoy no vive de recuerdos
y sin embargo, de ellos se alimenta.

Al fin quedamos aquel sabio y yo
de acuerdo; término medio y lucha incruenta.

Es cierto que el pasado no regresa,
pero, aunque ya fue,
nos sedimenta.

Aparecido hace algunos ayeres (el 21 de febrero de este año, para ser más exactos) como comentario en Palabras Voladoras, y rescatado hoy para la pocilga, porque sí.

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Chispazos Corriente Marranadas

Sinrazones

Escribo porque puedo
y mientras pueda;
porque tiene sentido
y divergencia;
porque a veces explica,
a veces niega,
otras veces empaña,
pero llega.

Como Hemingway dijo,
quise leer algo nuevo
y no había nadie más
que lo escribiera.

Aparecido en cierto Territorio Canalla en febrero de 2011, y rescatado para esta pocilga, porque sí.

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