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Corriente

Armonías

Durante un paseo al bosque cercano, los novicios se entretenían con el canto de las aves, y algunos intentaban imitarl0.

Aquella tarde todo fue silbidos y trinos, pero especialmente risas, ya que al cansarse los jóvenes, las aves redoblaban su gorjeo, y cuando los aprendices silbaban más alto, los pájaros enmudecían.

Al atardecer, ya sentados a la sombra, los muchachos preguntaron al viejo maestro por qué no había participado, y si era cierto que no sabía silbar.

Entonces Lou-Sin decidió emprender la marcha de vuelta al monasterio, y cuando se alejaba, los monjes (y los pájaros) lo escucharon cantar.

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