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#cuentosalvapor Disculpitas Explicaciones Inspiración pura

Tira al Vapor

Y siguiendo con esta ondita emanada del tuíter, les dejo esta #tiraalvapor que chingao, se nota cuando estoy en las mismas… se parece harto a aquel memorable post 100 y a otro hecho por el buen @tebin pero -Chale, de nuevo las explicacioncitas- ya sabrá alguno de ustedes cómo soy. Ni modos.

Marrrrano hasta el fin.

#tiraalvapor #cuentoalvapor

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#cuentosalvapor Corriente

Entre vigilias

Tal vez después de cerrar los ojos no reconozca lo que me rodea, pero a pesar de eso, no me siento intruso. El desorden resulta familiar, casi acogedor.

La huida es sencilla porque no requiere carátulas de color con sellos, rúbricas y escudos; tampoco aparatos con sonido melódico o irritante, o una carretera abierta al desbocado estruendo de los cilindros.

La travesía no incluye el equipo que el ambiente exige, pero las herramientas no son improvisadas ni –como en los comics o historietas– aparecen milagrosamente en el bolsillo, con todo e instrucciones listas para usarse.

Mi prisa no necesita un boleto definido, un asiento cómodo o un horario preciso. A veces, ni siquiera una página o una historia que me sirva de guía.

Lo menos importante es estar despierto o no. Para invocar las palabras e imágenes que me alimentan sólo debo mover mis párpados.

Ah, tomar café puede ponerles fronteras… pero nunca impedirá creer en los sueños.

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Corriente

Música para lunes

A veces, una sonrisa boba es lo que necesitamos para contrarrestar, puertas adentro, la rutina y los monstruos del lunes.

Éste va con una orquídea para la FotoMadrina, que me lo envió.

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Corriente Inspiración pura

Las voces indirectas

Sus nombres por poco me pasaron inadvertidos.

Eran –para mí– cuatro amigos, ahora muertos, que me abrieron la puerta de un panteón creciente e inagotable. Finito, porque todo lo que ocurre en este mundo tiene límite y pausa, pero no por eso aburrido.

Alfonso me presentó a Gilberto, quien me llevó por el camino irrenunciable del humor, la ironía y la buena mesa. Julio, contradictorio y enigmático, trajo consigo a Daniel y a Edgar, porque sabía que ellos y yo nos llevaríamos bien, y que me servirían de referencia tanto para la valentía ante lo desconocido como en el miedo a lo inminente. Octavio, casi por casualidad, invitó a Fernando. JorgeLuis, al final y con cierta desidia, trajo a Jack, aventurero y enamorado del aire libre, para darle color al bronceado de oficina. Luego insistió en que Julio (nada dijo entonces de Alfonso) conocía menos a Gilberto que él.

Cada uno me presentó amigos que hablaban con voces distintas, pero entonces no se me ocurrió preguntarles, ni me hacía falta saberlo, si además de hacer hablar a otros ellos tenían las propias.

Así fue como descubrí, tras vocablos prestados, a Alfonso Reyes, Julio Cortázar, Octavio Paz y Jorge Luis Borges, antes (o casi al mismo tiempo) de saber que esos tan buenos traductores de Chesterton, Defoe, Pessoa, London  y Poe supieron cultivar, con oficio insuperable, voces propias de resonancias inmortales.

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#cuentosalvapor Corriente

Adivina qué vienen a cenar

La noche cuando llegaron los no-muertos, Marlin Ducruot no les dio importancia.

En aquella velada, su pequeño Bistro (capacidad: veintiséis comensales) sería reconocido con una estrella en la guía Michelin. Todo debía ser perfecto. Por eso le extrañó encontrar en la cocina sólo a Lolek, el sous-chef, con la mirada extraviada y más monosilábico, torpe y pálido que de costumbre.

Nadie más del personal se había presentado, pero Monsieur Ducruot estaba decidido a servir él mismo si fuera necesario. Su única obsesión era lograr el aplauso con un platillo principal inolvidable.

Fue mientras daba los últimos toques a su atuendo de trabajo cuando Lolek intentó sorprenderlo con una dentellada a la garganta. El chef enfureció… y, según los detectives, también contrajo el virus zombie, justo cuando el comedor se hallaba repleto.

La orgía de sangre que siguió fue indescriptible, aunque parece ser que Ducruot conservó, incluso en la locura, su motivación profesional.

Dentro del cráneo vacío del inspector de la guía Michelin, el forense encontró dos dedos del sous-chef y una sustancia blanca y agusanada: casu marzu, legendario queso de Cerdeña que hizo por fin famoso a Marlin Ducruot, autor de un memorable banquete de ultratumba.

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#cuentosalvapor Disculpitas

Uno de zombis.

El Alberto amartilló la fuscona listo para disparar otra vez.

En la mano izquierda, tenía una gran mordida de la que no dejaba de salir sangre, y despedía un olor espantoso como a caca de perro.

– “Mierda, ya no me funciona bien esta mano”.

Así adolorido y todo, se escondió detrás de la puerta y esperó.

Era una noche muy oscura y tenebrosa; desas como de película. Lo malo es que esta sí que era verdadera.

Del fondo del largo pasillo salían gemidos, gruñidos y todos esos cochinos sonidos que hacen los zombis cuando están haciendo su trabajo; y lo peor, es que se oía a algo o alguien dirigéndose hacia él.

-“Fuuta, y a mí que sólo me quedan dos balas”.

Checó la cacha de la fuscona, y cuando vió aquellas letritas “Smith & Wesson” que tanto le gustaban, se dio cuenta que sería la última vez que las leía.

Los pasos, se podía adivinar que calzaban unos zapatos de tacón alto con tapa de metal; y cada vez estaban más cerca.

-“Ay virgencita ayúdame”.

¡Clic! alistó el percutor y respiró hondo.

– “Ora sí jija de tu chingada zombi madre, ya te cargo la…” ¡BLAMO! ¡BLAMO!

Sus últimas palabras fueron un “Shit… ya valí madres” muy sentido y bajito; cuando vio que los tiros ni habían rozado siquiera al engendro.

La zombie, que vestía unos leggings azules de mezclilla oscura con zapatos “peeptoe” altos de charol rojo con tapa de metal, una blusa de gasa que en algún momento fue blanca, muchas pulsera gruesas de madera y melamina de hartos colores, collares de bisutería fina y unos grandes aretes con una piedra negra al centro, lo montó con enorme agilidad; y en menos de lo que canta un gallo, segó la vida del Alberto con un solo madrazo.

Pinche zomba.

Primero, le sacó los ojos.

Le chupó todo el humor vítreo -su parte favorita- a cada uno; y obviamente, no pudo evitar que una buena parte de eso escurriera por su boca y pecho.

Después, se siguió con la lengua.

Uno a uno se comió todos los cartílagos de las orejas y nariz, rodillas y codos.

Chupó los 20 dedos, y dejó todo lo demás; incluso el cerebro, ahí aventado.

Se levantó satisfecha y bañada en sangre.

Si mirar atrás, echó a andar por el pasillo como eso; como zombi, a ver qué más se encontraba.

La noche no terminaría jamás.

—–

Querido socio en la marranada:

Disculpe usted si le machuco el pie o alguna otra parte de su graciosa anatomía publicando esto así a la de sin susto, pero la marranada es la marranada, y los #cuentosalvapor están que echan chispas. Además, ya sabe; a mí eso del orden y las buenas maneras cada vez se me dan menos.

Le mando un saludo desde la liviandad del famoso tuiter, y le reitero mi reconocimiento a su buena letra, mejor prosa y sobre todo oficio de escribidor demostrado en su última intervención allá en el sitio de las letras y la gente ilustre.

Y… querido público, no se mosquee, ya ve que en esta pocilga pasan cosas raras ól de táim.

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Corriente Marranadas

Antes del vapor, el agua

Entre atisbos de agitación primaveral llega mi turno de marzo en Escribidores y Literaturos.

Caligrafía efímera. En ocasiones hay mucho que contar… aunque no lo parezca.

Hablando de eso; les tengo un AVISO PARROQUIAL. Trascendió esta semana un avistamiento inesperado en otras regiones del ciberinframundo que sólo es posible describir a medias con aquella canción de Dumbo. Lo que nunca vi ni esperé ver: a dos chanchosocios tuitear. Se teme que tenga consecuencias, aunque no existe aún mayor información.

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Corriente Explicaciones Inspiración pura

Tweet in the morning y cuentos al vapor

La reaparición de mi chanchosocio en estos lares se debe, al menos en parte, a la iniciativa tuitera de algunos muy conocidos personajes de la granja. Todos ellos, salvo quizás alGunA honrosa excepción, han descuidado notablemente su quehacer bloggeril ante el embrujo de los 140 caracteres.

Hace unos cuantos días a álguienes se les ocurrió plantear una idea llamada #Cuentoalvapor (quesque para antes de dormir) y los resultados, publicados en el blog de cada participante, muy entretenidos y propicios para el relajo y la sonrisa. Las obras aparecidas son de Sadóvaya, Alberto, GA, Nadia y Diana.

Como homenaje a los creativos esfuerzos de ese singular grupo de tuitteramigos desde esta trinchera bloggera, he aquí “Tweet in the morning”, con la participación de otros consentidos de este espacio: Bobby McFerrin y los Muppets.

OPDÉIT: Por alguna razón, el video no se puede poner en la pocilga. Véanlo en Yutúb.

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Borrones Corriente Disculpitas Marranadas

Una de nacos.

A Toño le gusta sacarse los mocos.

Aaahhhh…. qué sensación aquella de hurgarse la nariz.

Le resulta fascinante cómo se despegan las costras de la pared de la nariz, sobre todo cuando lo hace lento. Se puede sentir cada milímetro desprendiéndose; y de repente, uno que otro vellito que se viene en la costra.

Escrach-escrach… pareciera que hasta suenan cuando se despegan.

Cuando salen, los toma entre el índice y el pulgar; de preferencia de la mano izquierda, la cual no ocupa tanto, y se dedica a hacerlos pelotita. La costra todavía durita, tarda unos cuantos segundos en doblarse a capricho y humectares un poquito con la grasa de sus manos sucias. Raspa un tanto en los dedos, y la sensación le parece simplemente deliciosa.
Una. Dos. Tres vueltas.

Masajeo, meneo, rasqueteo con la uña.

– “Ira; clávate en esa mancha. Tssss, tiene forma como de máscara de luchador. Ahhh, triste Místico, le tenían qué ganar justo hace ocho días cuando aposté con el Juan.”

Una vuelta nueva, y ahora pasa a la otra fosa.

Gran descubrimiento. En este lado tiene la que pareciera ser la madre de todas las costras verdes en todos los años que lleva de saca-mocos.
Se acomoda en el asiento, y la sola idea de empezar a despegar esa costrona, hace que se le ericen los vellos del occipucio.

Escrach-escrach… “Esto es la gloria” le dice su cerebro, a lo cual él no responde, es más, ni lo entiende como tal; pero de repente, se empieza a sentir contento. Será porque es viernes. Será porque la costra se despega deliciosamente.

– “A ver si las chivas llegan a 6 triunfos al hilo… neta que ahora sí le apuesto al Juan y le gano”

Ahora se da cuenta que esta cosa es de dimensiones tan monstruosas, que es necesario deformar su cara en una mueca como de marrano… como quien huele algo desagradable y lleva la punta de su nariz para arriba…
“Oooohhh… ai va”
Y sigue rasqueteando. Hurgando.

Escrach-escrach…

La luz verde del semáforo, y la mirada inquisidora de la viejita que le alarga la moneda de diez lo sacan de su trance.
Se limpia la mano en la corbata azul marino y piensa mientras alcanza la marimba y mete primera casi al mismo tiempo:
“Chiales. Ya ni eso puedo hacer agusto.”

– “¡PÁSELE PA’TRÁS, QUEATRÁS ESTÁ VACÍO ¿SÍ? “

Pinche Toño.

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Corriente

Poesía digerible

« … [dijo Gregory:] Sí, el poeta tiene que andar descontento aun por las calles del cielo. El poeta es el sublevado sempiterno.
–¡Otra! –dijo irritado Syme– ¿Y qué hay de poético en la sublevación? Ya podía usted decir que es muy poético estar mareado. La enfermedad es una sublevación. Enfermar o sublevarse puede ser la única salida en situaciones desesperadas; pero que me cuelguen si es cosa poética. En principio, la sublevación verdaderamente subleva, y no es más que un vómito.
Ante esta palabra, la muchacha torció los labios, pero Syme estaba muy enardecido como para hacerle caso.
–Lo poético –dijo– es que las cosas salgan bien. Nuestra digestión, por ejemplo, que camina con una normalidad muda y sagrada: he ahí el fundamento de toda poesía. No hay duda: lo más poético, más poético que las flores y más que las estrellas, es no enfermar.
–La verdad –dijo Gregory con altivez– el ejemplo que usted escoge…
–Perdone usted –replicó Syme con acritud–. Se me olvida que habíamos abolido los convencionalismos.» G.K. Chesterton, El hombre que fue Jueves.

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