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Inspiración pura

Medio estoque dentro.

Ahí mero estamos, a mitad del camino.

Hoy justo justo ha transcurrido la mitad del año.
Vertiginoso. Brioso. Vaporoso como él solo. Implacable. Inasible.

Mucha hueva a cuestas pero también una chinga sobre otra acumuladas.

El recuento se obliga. Todas esas cosas que dije que haría a principio del año; en ese momento en el que el codo rozaba el tintero; pura frisquidumbre: “ya verás que sí, que lo vamos a lograr, es momento desto, delotro, de másaquello… uuuy si, a huevo, cómo no… caminaando”.

He de decir que no voy tan mal en mi recuento, pero los temas de lesa conciencia… cero-cero, digamos.

No cabe duda que el mundo trae su propio ritmo. Que la vida toca su son y sólo en algunas que otras ocasiones nuestros empujones deveras hacen que trastabille y cambie de dirección; incluso que nos siga por un instante manque sea. Pero que hay que buscarle los vericuetos, el rinconeo, el “yíl mánashment”, cambiar el ritmo, usar pases laterales, taparse los ojos unos segundos… cómo no.

Y ya entrados en gastos, voy a poner en mi lista de propósitos para el 2009, el cual se atisba a la vuelta de la esquina parado en esta fecha fatídica -ya quisieras, chinche guólmartt- aprender a hacer carnitas.

Y después que las invitaciones a los tacos no sean sólo virtuales, sino muy reales y grasosas.

Salen dos de maciza con cuerito.

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Explicaciones Fotos Happy-Happy Joy-Joy

No estaba muerto…

An-da-ba de pa-rran-da.

¡UH!

Pues sí mis queridos hermanos marranos, vecinos, contertulios, allegados y semi-allegados lectores de estas letras.
Queridos todos; eso que ni qué.

Después de meterle duro a la caminada, la sonreída fácil, la libación desde temprano, y sobre todo, después de conservar aquella buena costumbre de buscar ser feliz a toda costa -aunque las circunstancias se empeñen en provocar lo contrario-…

He vuelto.

Con ánimos renovados y -neta- otra cara les digo:

  • Carnal marrano, alias Ivanius: Gracias por sacar la cara por este famoso espacio en estas semanas de mi ausencia y cuente usté con empeño de mi parte para estar a su estratosférica altura al escribir. Bueno, al menos el empeño.
  • Pika: Como dijera el Hutchens “we’re still alive on the back”.
  • Diana: Que ya me he enterado que su espacio cumple tres años justo hoy, pero que también hace como tres semanas que se le acumulan las telarañas. Seguro está usté bien. Suerte y un saludo marrano con todo respeto para usté y su palmípedo novio -referencia igualmente respetuosa-.
  • Señorita Escritora: (así con mayúscula) Todavía traigo harto pegado el último post que leí de su mercé. Desde ése día me he dado a la tarea de anotar mis sueños, o de al menos meterles una marquita mental para no dejar que se vayan. Y hablando de teleidentificación paragnoscitiva -“¿será que se dice así?” “psss no sé. Así déjalo” “Ah, okei, ta güeno” “Gracias wé” “Sí, de nada”- salud.
  • Estimado Laurens: Gracias por ser metódico y precavido. Como cuando de chamaco tenía mi “dudú” pa caminar y dormirme, su referencia es ley para ver cómo se escapa el año entre nuestros dedos.
  • Lalo: Igual que el caso anterior, pero con las tripas por delante. Siempre sentido y hartamente identificable -o sea que me identifico contigo. Capisce?-
  • Mi infalible Lic.: Ténquiu véri móch por seguir por ahí dándole duro al PR y al güebcróling. Lo esperamos por acá en su pocilga de confianza.
  • Clau: Qué bonito es experimentar casi como al espejo el despertar a la vida. Verá usté que es fabuloso un día abrir los ojos y darse cuenta de que toda esa cochinada, ese sufrir y las hilachas, quedan atrás como cuando la serpiente deja la piel y sigue el camino.
  • Y lást bot nót líst, Mi Puerco Solís: ¿Dónde andas carnal? ce te hestraña. Digo, deveras.

A huevo, deveras parece lista de agradecimiento del Grammy. Pero es la neta.
Les invito cordialmente a seguir dándose sus pasadas por acá y ¿cómo era?

Ah, si. Muchos tacos de carnitas para todos.

que no le digan que no le cuenten...

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Inspiración pura

Palabrería cotidiana II

Charles Bukowski“Bueno, necesitamos humor, necesitamos reírnos. Yo solía reírme más, solía hacer más de todo, excepto escribir. Ahora escribo y escribo y escribo, cuanto más viejo soy más escribo, bailando con la muerte. Buen espectáculo. Y creo que lo que hago está bien. Un día dirán: «Bukowski ha muerto», y entonces seré descubierto de verdad, y me colgarán de brillantes farolas apestosas. ¿Y qué? La inmortalidad es el estúpido invento de los vivos.

(…)Hay gente que me ha escrito para decirme que mi escritura les ha ayudado a seguir adelante. A mí también me ha ayudado.

(…) Hay un pequeño balcón ahí fuera, la puerta está abierta y veo las luces en la Harbor Freeway, hacia el sur, nunca se detienen, todo ese flujo de luces, sin principio ni fin. Toda esa gente. ¿Qué hace? ¿Qué piensa? Todos vamos a morir, todos nosotros, ¡menudo circo! Debería bastar con eso para que nos amáramos unos a otros, pero no es así. Nos aterrorizan y aplastan las trivialidades, nos devora la nada.”

Charles Bukowski. El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco.

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Corriente Fotos

Sabor a mí

A veces me acusan de haber hecho cochinadas.

Pig sculpture at Isle of Wight (Wikimedia Commons)Yo les llamo torpezas; respeto mucho al sabroso animal que me permite saborear la cochinita pibil en el mercado de Itzimná, las gorditas de chicharrón en Mixcoac o las carnitas estilo Michoacán en el mismísimo Quiroga.

Me llaman la atención quienes creen que la podredumbre mental se puede justificar con un monumento.

Yo creo que es mejor hacerse cargo de las propias marranadas sin sacarlas a pasear.

Por eso a veces, cuando tengo razón, me aplaudo a mí mismo.

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Corriente

Navegante II

Los sueños, a pesar de su personal indemostrabilidad y metamórfica condición, pueden a veces ser transmitidos sin pérdida.

floating, by PiccoloNamek (Wikimedia Commons)Un viva, pues, para ese contagio motivador que anima a recorrer un territorio ajeno pero compartido, familiar pero ignoto, a veces intranquilo pero siempre grato.

Porque cerrar los ojos no siempre significa dejar de mirar.

Porque lo mismo que me hace descansar me da motivos para emprender actividades a veces rutinarias con nuevos bríos.

Un sueño es una aventura que puede ser conocida, pero que admite siempre una versión distinta.

Por eso, indudablemente, cada vez que sueño obtengo un boleto personal para el gozo.

Con -apenas- un atisbo del incógnito sabor que se avecina.

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Corriente

Navegante

photo by Benjamin Gimmel (Wikimedia Commons)A veces los sueños me atrapan a media jornada. Cualquier incidente, cualquier objeto, puede ser la pista de despegue.

Entonces, cada parpadeo no es una respuesta natural a la irritación de los ojos: es una oportunidad para insertarme en el firmamento.

El anonimato me sirve para camuflajear la personalidad de espacionauta. Camino inadvertido mientras por dentro sonrío y emprendo el vuelo.

Los demás no entienden. Para ellos soy un pasajero de la vida como cualquier otro.

No se dan cuenta de que, aunque mi raíz sea la tierra, mi elemento -mi hogar, mi reino- es el cielo.

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Corriente

Nocturno

Tuve una visión de los muebles de una habitación extrañamente mía. No había mullidos sillones, reclinables o no, ni gigantescos sofás que invitaran a hundirse en ellos… cosa nada difícil, dado mi volumen. Más bien dos cojines, presididos por una solemne colchoneta, un tosco cenicero y una planta que no reconocí. Un juego de bocinas y un aparato musical minimalista haciendo equilibrios sobre una mesita plegable. Un poster enmarcado de “Casablanca” o “Lo que el viento se llevó” (¿qué habrá pasado con Chagall, Van Gogh, Miró, Orozco, Herrán, ¡Picasso!?). Y punto.

ìmtura de Lucas Suppin (Wikimedia Commons)Los colores variados, rabiosos, eclécticos y absurdos, al estilo Bauhaus: piso amarillo, cielo (raso) azul, y las paredes de verde, con indiscretos toques de rojo. Ideal para que aparezcan el espantapájaros y el hombre de hojalata zapateando tras un pequinés impertinente.

Tras la pared, tres o cuatro libreros de armar con el Quijote, Tolkien, C.S. Lewis, Montecristo, la Canción de Navidad, Borges, El Hombre que fue Jueves, Don Camilo y una manida copia de la Divina Comedia; en ellos y con ellos busco sabiduría.

Si persigo una sonrisa, leo a Louise May Alcott, o a Jardiel Poncela. Para una seriedad con pátina de burla y de nostalgia, Los Pasos de López, o El Maestro de Esgrima. Abandoné al Marqués de Sade por el Marqués de Piloncillo (mayordomo del castillo). Me dejo seducir por el biógrafo de Zaratustra, pero siempre regreso al verbo ágil y flexible de la mayéutica.

A punto de sufrir una metamorfosis como la de Gregorio Samsa, pero región cuatro, miré la pared pensando qué gusto esparcir jirones de uno mismo, crear el entorno adecuado para que germine, entre cuatro paredes, eso que llamamos “vida hogareña”.

Me asomé al espejo, desportillado en una esquina, torciendo el bigote que disfraza de seriedad mis carcajadas, y aventuré la mirada por la ventana para guiñarle un ojo al siempre fiel Troncomóvil; alcé los brazos para tocar el cielo (raso) azul. Lo logré, pero no pude asirlo. Cerré las manos con un rastro de pintura fresca y de sonrisa, mágico elixir contra el despotismo iletrado, las llaves que gotean, las cuentas que se vencen, los encuentros que se aplazan….

Y en ese momento, desperté.

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